Los desafíos para organizar sindicatos

“Si quieres sueldos más altos,
    te diré que hacer;
tienes que hablar con los obreros
    que laboran contigo;
tienes que formar un sindicato,
    hacerlo fuerte y si todos
se mantienen unidos
    no será muy largo.”
-Hablando sindicato. Por Pete Seeger (1941)

Las letras de las canciones del cantante de música popular Pete Seeger, inspiraron a miles de obreros que querían sindicalisarse durante los años cuarenta y cincuenta. Organizar sindicatos siempre ha sido una tarea muy dificil. Los patrones se gastan millones para aplastar los esfuerzos sindicales. A pesar que los sindicatos han invertido más dinero que nunca tratando de reclutar mas miembros, dicha membresía continua siendo la más baja de los últimos cincuenta años.

Las dificultades para organizar sindicatos son un reflejo de los desafíos a los que el movimiento laboral se enfrenta hoy en día. Estos problemas son empeorados por medio de presiones políticas antisindicales y económicas que son inducidas por el capitalismo. Los salarios de los trabajadores están en declive y el desempleo aumenta mientras que las ganancias de las corporaciones alcanzan cifras récord.

Ambos, Wall Street y el gobierno de Estados Unidos, nos dicen que la economía está en proceso de recuperación, pero a la misma vez más de 3.4 millones de empleos han desaparecido en los últimos cuatro años. Varios de estos trabajos se volvieron obsoletos debido a los avances tecnológicos. Otros, en su mayoría trabajos de manofactura, han sido enviados a países con mano de obra más barata y donde las leyes laborales favorecen a la patronal.

Los pocos trabajos creados han sido principalmente de salarios bajos, temporales y de medio tiempo. El éxito de la corporación Manpower Inc., uno de los empleadores más grande de la nación es un buen ejemplo. Manpower obtiene anualmente ganancias alrededor de 2.1 billón de dollares, por medio de suministrar empleados temporales a compañias en los Estados Unidos y en otros 66 países.

Los patrones llevan la ofensiva contra los obreros en EEUU. Los sindicatos cuando se sientan en la mesa de negociación son amenazados con cierre de fábricas, con envío de empleos al extranjero o con trabajo de sub-contrato, a menos que acepten recortes muy profundos en los sueldos y en los tan necesitados beneficios. La situación es peor para los trabajadores que no tienen sindicatos, a ellos se les despide y se les reemplaza con empleados temporales y además los patrones eliminan sus seguros médicos, pensiones o cualquier otro beneficio.

Leyes laborales que carecen de fuerza y no son implementadas, no sirven de mucho en las cortes cuando los obreros luchan. Campañas anti-obreras dirigidas por el gobierno, tal como lo hizo Reagan en 1981 cuando aplastó la huelga del sindicato de controladores del tráfico aéreo (PATCO) y la implementación del tratado de libre comercio, que aprobó el congreso durante los años de Clinton, han servido para acelerar los ataques a los derechos de los trabajadores.

El derecho a organizarse en sindicatos está bajo ataque y lo ha estado por décadas. El porcentaje de obreros sindicalisados alcanzó su punto máximo en 1953, con un 32.5 porciento de la fuerza laboral. Para el otoño del 2004 sólamente representa el 12 porciento en el sector público y el ocho porciento del sector privado. En estados de la nación que una vez fuerón bastiones sindicales, como Ohio y Michigan, la fuerza de los trabajadores ha sido erosionada por el cierre de fábricas y através de todo el país por la eliminación de empleos.

Obreros quieren sindicatos, enfrentan barreras

Las estadísticas no señalan que los obreros rechazan los sindicatos. Actualmente son las únicas organizaciones que proveen unidad a la clase trabajadora en la sociedad capitalista estadounidense. Esas organizaciones fueron construidas con la sangre y el sacrificio de generaciones de trabajadores.

A pesar del declive numérico en los últimos años, los sindicatos cuentan con más de 13 millones de miembros, muchos de los cuales son inmigrantes recién llegados y mujeres. Una encuesta reciente dió a conocer que más de 42 millones de trabajadores en EEUU quieren sindicalisarse (IBEW, “Union Busting is Booming” 7 nov. 2003). Si el movimiento laboral quiere acelerar sus esfuerzos organizativos y millones de obreros quieren sindicalisarse ¿Por que no hay más trabajadores ingresando en los sindicatos?

Cuando los trabajadores en EEUU tratan de crear sus sindicatos, tienen que enfrentarse a la oposición sistemática de los patrones, los cuales utilizan métodos legales e ílegales, para a los trabajadores más militantes. Es rutinario en las empresas; manipular, obligar, hostigar y abusar de los trabajadores una vez haya dado inicio la campaña síndical.

En el sector privado, los patrones despiden por lo menos un empleado cada vez que se lleva a cabo alguna campaña sindical, esto es para dar un ejemplo a quienes quieran apoyar el sindicato. (Kate Bronfenbrenner, “Uneasy Terrain: The Impact of Capital Mobility on Workers, Wages, and Union Organizing” U.S. Trade Deficit Review Commission, 2000) Por lo general los despedidos son los trabajadores más militantes y los líderes de las campañas.

La patronal se gasta millones de dólares cuando desata estas salvajes campañas anti-sindicales. Obligan a los empleados a asistir a reuniones, en las cuales los patrones exponen su posición contra el sindicato. Por lo general, lo hacen con toda la planta y luego personalmente, con cada empleado. Eso ha sucedido en el 92 porciento de cada campaña síndical, también en el 51 por ciento de estas campañas, los patrones han amenazado con cerrar las fábricas, en el 52 porciento de los casos se ha tratado de obreros inmigrantes sin documentos y han utilisado a la migra para deshacerse de ellos y en el 75 porciento de los casos contratan firmas y abogados llegándoles a pagar hasta $1,500 diarios. Esas firmas y abogados se especializan en romper sindicatos.

Destrucción de sindicatos es un buen negocio

El negocio de rompe-sindicatos está en apogeo. Rompe-sindicatos profesionales son contratados por los patrones, para prevenir que los trabajadores se organizen y si ya existe un sindicato en la planta, entonces para hacerle imposible las negociaciones de contracto y para crear un clima de miedo e intimidación.

Estas firmas y abogados trabajan con las corporaciones para violar la ley e intimidar a los obreros y así eliminar las campañas síndicales. “Esto es un negocio millonario, y un ataque contra los empleados. Las compañias están dispuestas a hacer lo que sea con tal de suprimir las campañas síndicales,” dijo Steve Moulin, representante del sindicato de trabajadores eléctricos.

Algunos rompe-sindicatos utilizan la violencia y las amenazas para evitar el éxito de las campañas síndicales, de la misma manera que lo hiciera la Agencia Pinkerton durante los primeros días del capitalismo industrial. Pinkerton, fundada en 1850, fue la compañía que suministró 300 esquiroles para el magnate de la industria del acero Andrew Carnegie y los cuales utilizó para aplastar la huelga de Homestead en 1892.

Rubén Cepeda, un trabajador, que en el año 2002 fue despedido por intentar crear un sindicato en la empresa llamada Chef Solutions (propiedad de Lufthansa), se vió obligado a testificar contra la compañía, ya que un hombre se apareció en su casa con una pistola, amenazándolo a él y a su familia. “Me dijo, que si quería vivir y si amaba a mi hija y a mi esposa, que me tenía que controlar; de lo contrario me iba a morir.” (Jonathan Tasini, Tom Paine.com 10 oct. 2003) Amenazas de violencia son ilegales, pero la ley no sanciona a las compañías que hacen uso de estas tácticas.

Hoy en día, los rompe-sindicatos crean dolor por medio de la guerra psicológica, la cuál está dirigida a crear una atmósfera caótica en el lugar de trabajo y arrastrar el conflicto lo más largo posible. El grito de batalla de los rompe-huelgas es: “retrasar, engañar, dívidir.” (Martin Levitt. Confession of a Union Buster, 1993)

Firmas como el Instituto de Relaciones Laborales, Wackenhut, la compañía Kullman, el Fishman Group, Seyfarth Shaw y Littler Mendelson, son en realidad pistoleros a sueldo al servicio de las corporaciones. Reciben enormes salarios para atacar a los trabajadores y eliminar los sindicatos a toda costa y aunque sus tácticas no siempre son violentas, sí son repugnantes y anti-obreras.

Fred’s Inc., una compañía que maneja más de 500 tiendas de departamento con precios cómodos, contrató a la firma Kullman para aplastar a los trabajadores en lucha en sus centros de distribución en Memphis. Poco tiempo después, la gerencia dejó de limpiar los baños de las mujeres, prohibió a los empleados utilizar la zona de recreo, les prohibió que tomaran agua en sus estaciones de trabajo y se les forzó a ver un video con propaganda anti-sindical.

En Los Angeles, en el periódico de habla mandarín, Chinese Daily News, 95 porciento de los empleados favoreció la membresia en el CWA (sindicato de trabajadores de las comunicaciones) en el año 2000, después de que los dueños amenazaron con el congelamiento de sus sueldos. La mayoría de los emplea dos son de Asia o de las islas del Pacífico. La gerencia recibió asesoramiento de las firmas rompe-huelga y lanzó una gran campaña anti-sindical, en la cuál interrogaron a los trajabadores uno por uno hasta bién tarde en la noche, a la misma vez que atacaban ferózmente al sindicato.

En algunos casos, el gobierno rompe los sindicatos sin necesidad de asistencia privada. La creación del Depártamento de Seguridad Nacíonal (Homeland Security) en el 2003, le arrebató el derecho síndical a 170,000 trabajadores federales y del área de servicio civil. Los dueños y el gobierno comparten el mismo interés de mantener a las clase obrera debil y dividida.

Leyes laborales y la lucha

Los trabajadores de Fred’s Inc. y el Chinese Daily News lograron derrotar a los rompe-sindicatos, pues votaron abrumadoramente en favor de la unión. Desde entonces los patrones han hecho sabotaje a la certificación del sindicato, por medio de una apelación a la junta nacional de relaciones laborales, (NLRB) la entidad gubernamental que se encarga de enforzar las leyes laborales.

El congreso aprobó el Acta Wagner en 1935 (conocida también como el Acta Nacional de Relaciones Laborales). Se creó también el NLRB (Junta Nacional de Relaciones Laborales) y se estableció un código federal de leyes laborales que aseguraban el derecho a sindicalisarse a los empleados del sector privado. Además ofrecían un sistema comprehensivo de negociación colectiva entre los obreros y la patronal. El Acta Wagner también hizo ilegal el uso de “tácticas injustas y violentas” tal como lo hacían los Pinkertons.

El Acta Wagner no era la primera enmienda diseñada para proteger el derecho sindical en los Estados Unidos. El Acta Clayton de 1914 también hacía énfasis en que los sindicatos no violaban las leyes anti-monopolistas, pero fue hasta la gran depresión de los años treinta y el auge de lucha que le siguió en que los trabajadores lograron ganar la protección del Acta Norris-LaGuardia (firmada por Herbert Hoover en 1932). Dicha acta le dió a los obreros el derecho al sindicato y a la huelga, sin tener que temer ninguna orden judicial.

En 1933 el Acta de Recuperación Industrial, en la sección 7(a), declara el derecho de los empleados a formar sindicatos y a negociar colectivamente sin interferencia por parte de la patronal. El Acta Warner se firmó el cinco de julio de 1935, después de que el Acta de Recuperación Industrial fuese declarada inconstitucional. El Acta Wagner fue aprobada en medio de tres masivas huelgas en los Estados Unidos durante 1934: San Francisco, Toledo y Minneapolis. El entonces presidente Roosevelt y la burguesía vieron este acta como una necesidad para frenar el auge revolucionario, desatado por la clase trabajadora y de esa forma preservar el capitalismo estadounidense.

A pesar que el acta Wagner prometió más derechos a los trabajadores, también sirvió para reducir la lucha, por medio de transformar el poder sindical en elecciones y contratos colectivos. El Acta Wagner y sus políticas laborales no obliga a los patrones a que logren acuerdos con los sindicatos. Sólo require que negocien de “buena fé” con los líderes sindicales. De esa manera los patrones y sus ventajas económicas pueden descarrilar cualquier negociación y pueden presionar al sindicato para que acepte malos contratos, siempre y cuando negocien de “buena fé.”

La construcción de sindicatos mejoró por un tiempo, después de la implementación del Acta Wagner. Los obreros aprovecharon su derecho codificado a organizarse y lanzaron grandes campañas sindicales logrando aglutinar millones de obreros industriales al final de los años 30.

Después de esa oleada sindical de los años 30, los derechos de los trabajadores han sido arrebatados poco a poco. La mayoría de estos ataques provienen de la NLRB y las cortes. Las leyes laborales no son enforzadas y son manipuladas por los dueños. Dichas leyes no contienen ninguna solución significativa ni mucho menos alguna sanción contra los patrones que las violan, lo cuál sucede muy a menudo.

Por ejemplo, cuando algún trabajador es despedido durante una campaña síndical, lo más que se puede esperar es llenar una forma-querella con la NLRB. Tal vez, lo único que se pueda lograr con esto, es que se le devuelva su empleo y se le pague los salarios que debió obtener al ser despedido ilegalmente. Nada más. Inclusive si los obreros llegaran a ganar, el proceso de apelaciones toma años, lo cuál le da a los patrones suficiente tiempo para despedir a cada uno de los organizadores y así, efectivamente poder aplastar la campaña síndical.

La actual Junta Laboral (NLRB) implementa las leyes creadas por el Acta Taft-Hartley de 1947, la cuál disminuye más el poder sindical por medio de limitar el derecho a la huelga y el boicot.

Los complicados trucos de las leyes laborales le dan a la patronal, la oportunidad de retardar la certificación del sindicato como entidad representante de los trabajadores, inclusive cuando estos hayan votado abrumadoramente por la unión. Esto fue lo que sucedió durante las campañas de Fred’s Inc. y el Chinese Daily News y sólo son dos ejemplos de los muchos en que los patrones utilizan el sistema legal para estancar los esfuerzos de los trabajadores para obtener un sindicato.

Acción, no reforma

La mayoría de progresistas coincidimos con que las leyes laborales de EEUU no benefician a los trabajadores. Muchos proponen que se reformen y de esa manera hacerlas más justas para los obreros. El único problema es que esta propuesta niega una gran verdad. La cuál es: que bajo el capitalismo las leyes son elaboradas para protegar la propiedad de las corporaciones y asegurar su derecho al máximo de ganancias. Los patrones nunca permiten que los trabajadores se organizen a su antojo. La única manera de hacerlo es por medio de acciones como la de los años 30. Las leyes que alguna vez fueron favorable a los trabajadores, fueron ganadas por medio de huelgas y otras acciones militantes.

Los sindicatos hoy en día llaman a la huelga mucho menos de lo que lo hacían en el pasado. El fortalecimiento de las corporaciones transnacionales, combinado con la erosión de las leyes laborales y el disminución de porcentaje de obreros síndicalisados, han tenido un impacto en el accionar de los sindicatos. Pero a pesar de todo esto, los obreros han mostrado varias veces que no tienen miedo de luchar contra la avaricia capitalista.

Cuatro mil empleados de los hoteles en San Francisco, iniciaron una huelga en septiembre del 2004, contra las cadenas transnacionales hoteleras, para poder salvar su seguro médico y otros beneficios. Después de la huelga los hoteles expulsaron a los trabajadores y todavía no les han permitido regresar. La respuesta de los obreros no se hizo esperar y fue muy contundente. El sindicato UNITE/HERE Local 2, mantiene una linea de piquete 24 horas al día, en 14 de los hoteles mas prestigiosos de San Francisco.

Empleados en los hoteles de Los Angeles y Washington, D.C. también se mantienen en pié de lucha por un contrato justo. Ellos han organizado manifestaciones muy militantes y se han envuelto en actos masivos de desobediencia civil, para mostrar su fuerza a los dueños de los hoteles.

Sindicatos como UNITE/HERE, SEIU, y otros más, estan luchando para aumentar el poder de los trabajadores. Los obreros a quienes representan están primordialmente en el sector de servicios. En su mayoría son inmigrantes y son una reflección del cambio característico por el que atravieza la clase obrera en EEUU. Son ellos los que están al frente de las huelgas y las campañas sindicales através de todo el país.

Ganar las luchas de los obreros hoteleros será una tarea difícil. Pero una victoria en esa área, elevaría la moral de millones de trabajadores sindicalisados y no-sindicalisados, y además los prepararía para las duras batallas que se aproximan.

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