La unidad y las perspectivas de una lucha renovada

La convención anual de la AFL-CIO de este año, trajo consigo la división más grande del movimiento laboral desde 1955 cuando la Federación Americana del Trabajo y el Congreso de Organizaciones Industriales se fusionaron.

Unos días antes al evento del 25 al 28 de julio, cuatro de los sindicatos más grandes del país anunciaron que boicotearían la convención. En el primer día, el Sindicato Internacional de Empleados de Servicio (SEIU) y el Sindicato de Camioneros (Teamsters) se retiraron de la AFL-CIO. Esas uniones representan a más de tres millones de miembros. El Sindicato del Comercio y la Alimentación (UFCW), un sindicato de 1.5 millones de miembros, se retiró cuatro días después. El Sindicato de Empleados de Servicios y Restaurantes (UNITE-HERE) tal vez decida irse próximamente de la federación.

Estos sindicatos y otros tres son miembros de la coalición “Cambio para Ganar”, que fue anunciada formalmente el 15 de junio. La coalición incluye al SEIU, los Teamsters, el UFCW, UNITE-HERE, los Jornaleros, los Carpinteros, y los Trabajadores Agrícolas (UFW). Cambio para Ganar representa seis millones de miembros, un 40 por ciento del total de los ex miembros de la AFL-CIO. La figura central de la coalición es el presidente del SEIU Andrew Stern.

La meta de Cambio para Ganar es “coordinar estrategias para ayudar a más millones de trabajadores a formar sindicatos en sus industrias.” Ellos propusieron hacer esto reestructurando el movimiento sindical y destinando más recursos para la organización.

El movimiento laboral a la defensiva

La división en la AFL-CIO y la creación de Cambio para Ganar llega en momentos de un decaimiento del movimiento laboral en Estados Unidos. La membresía de las uniones ha disminuido gradualmente como porcentaje total de la fuerzas de trabajo, a su nivel actual de un 12 por ciento—8 por ciento en el sector privado. El número de huelgas está en su punto más bajo. En el 2004, sólo hubo 1.200 elecciones sindicales (donde los trabajadores no organizados votan por reconocimiento sindical) comparado con cerca de 8.000 por año en los años setenta. (Chicago Tribune, 26 de junio, 2005)

Los trabajadores enfrentan enormes desafíos, amenazas e intimidación cada vez que tratan de organizarse. Pero eso no quiere decir que los trabajadores no quieren ser parte de los sindicatos. La erosión excesiva de las leyes laborales y la falta de organización militante en el movimiento laboral ha hecho esto extremadamente difícil. Los empleadores gastan billones de dólares por año para impedir sindicalización de sus empresas. Sin embargo una encuesta reciente halló que 57 millones de trabajadores que no pertenecen a sindicatos quisieran estar en uno si pudieran. (Unionvoice.org, 30 de marzo del 2005)

¿La división en el movimiento laboral aumentará las posibilidades de organización? La respuesta es incierta.

Sin embargo, las raíces de la división son significantes. La división envuelve un debate táctico sobre el futuro del movimiento laboral entre el liderazgo de los dos lados—con Stern y el presidente de los Camioneros, James Hoffa, Jr. de un lado, y Sweeney y otros lideres de la AFL-CIO del otro.

Mientras que las diferencias entre el liderazgo puede haber forzado la división, hay muchos factores envueltos. Uno de los factores más importantes son los diferentes sectores económicos que las uniones representan. Cambio para Ganar está basado predominantemente en el sector de servicios, el cual se está expandiendo, mientras que las uniones que permanecen en la AFL-CIO se basan en su mayoría en los estancados sectores industriales y públicos de la economía.

Este factor será cada vez más importante en los próximos años a medida que continúen la globalización capitalista y la rápida privatización. En los últimos 30 años, el cambio de manufactura a una economía de servicio—debido en parte al rápido crecimiento en el desarrollo de la tecnología—ha causado la pérdida de millones de trabajos altamente y semi-calificados y reemplazados con trabajos menos calificados o de servicio. Muchos trabajos del sector de servicio son menos vulnerables de ser llevados a otros países—trabajos en el sector de transporte, limpieza, hospitales, supermercados, etc.

A pesar de que Cambio para Ganar dice que se enfocará más en organizar a los trabajadores que en contribuir fondos a campañas políticas, la coalición no representa un rompimiento con la política colaboracionista que ha dominado históricamente al movimiento laboral estadounidense. Durante las elecciones del 2004, el SEIU destinó $65 millones en la campaña presidencial de John Kerry, comparado con los $45 millones gastados por la AFL-CIO.

Stern considera que una mayor membresía en las uniones serviría como base eventual para una relación mas fuerte y permanente con el Partido Demócrata. Declaraciones de otros miembros de Cambio para Ganar sobre la creación de un movimiento laboral “políticamente independiente” no quieren decir que estén buscando un rompimiento con la clase capitalista gobernante. Por el contrario—quiere decir que quieren tener las manos libres para apoyar candidatos “amigos de los trabajadores” republicanos o demócratas cuando se presente la oportunidad. El líder del sindicato de los Carpinteros, Doug McCarron, tiene una relación cómoda con la administración Bush. El pasó el Día de los Trabajadores del 2004, en el avión presidencial “Air Force One” con George Bush.

¿Unidad basada en que?

El liderazgo de la AFL-CIO, junto a muchas otros progresistas dentro y fuera del movimiento laboral, criticó la división como una explosión para la “unidad” cuando el movimiento está en su punto más vulnerable. John Sweeney calificó la división de un “insulto penoso” y dijo que va a lastimar a los trabajadores ya abofeteados por la globalización y las fuerzas contra los sindicatos en el Congreso.

No ha habido unidad real—eso es, unidad de clase—en el movimiento laboral en años recientes. La Unidad para Sweeney y los líderes de la AFL-CIO ha consistido en ponerse detrás del Partido Demócrata para avanzar las metas laborales. Sus líderes siempre han colaborado con los capitalistas en ambas arenas; la política doméstica y la extranjera. El aceptar dinero de la Dotación Nacional para la Democracia (National Endowment for Democracy en inglés) dirigida por la CIA y asociarse con federaciones de uniones extranjeras pro-imperialistas y corruptas han sido síntomas recurrentes de la interpenetración de la burocracia de la AFL-CIO y del Departamento de Estado de Estados Unidos.

Recientemente, la AFL-CIO ayudó a la reaccionara y corrupta Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) a lanzar varios ataques contra el gobierno progresista de Hugo Chávez. La CTV fue instrumental en el intento de golpe apoyado por Estados Unidos en abril del 2002 y con el subsiguiente cierre de plantas que dañó la compañía petrolera nacional de Venezuela.

Los líderes de la AFL-CIO también apoyaron al estado colonial racista de Israel contra la lucha nacional de liberación palestina. Sweeney fue el orador principal en un gran mitin pro-Israel después de la horrorosa masacre de Jenin, en Palestina en el 2002.

El avance de la independencia política genuina del movimiento laboral—lo que significa un rompimiento con el colaboracionismo clasista y el fin del apoyo a las políticas imperialistas—sería un desarrollo bienvenido. Desdichadamente, ninguna de las partes en la división pareciera moverse en esa dirección sino que refleja desacuerdos sobre la mejor forma de centrar el movimiento laboral organizado en la órbita del Partido Demócrata.

Sin embargo, la división podría de hecho debilitar las relaciones tradicionales entre el liderazgo del Partido Demócrata y el movimiento obrero organizado.

La “concesión” principal del Partido Demócrata hacia el movimiento laboral en la arena política ha sido imponer el proteccionismo en acuerdos comerciales y con la industria estadounidense. Una de las metas básicas del trabajo organizado de los pasados 50 años ha sido proteger la industria estadounidense de la competencia extranjera—una meta compartida en algunas ocasiones con ciertos sectores de los grandes negocios estadounidenses. El proteccionismo y el anticomunismo han alimentado a la AFL-CIO por mucho tiempo con una postura hostil contra China.

La capacidad debilitada de la AFL-CIO de entregar votos a los candidatos del Partido Demócrata podría resultar en que algunos políticos del Partido Demócrata abandonaran o que disminuyeran su proteccionismo tradicional y abrazaran una orientación más abierta hacia los sectores dominantes del establecimiento capitalista para promover el así llamado “mercado libre.”

El 28 de julio, los votos de 15 congresistas demócratas facilitaron la aprobación por un pequeño margen del Tratado del Libre Comercio de América Central, un tratado con cinco países de América Central y la República Dominicana, similar al TLC con México y Canadá. El movimiento laboral se opuso firmemente al acuerdo, pero el TLC fue aprobado con el apoyo de los demócratas.

Surgimiento de masa de los años 1930






. Labor unity was forged in the class struggles of the 1930s.

Photo: Lambert/Archive Photos

Resolver la crisis del movimiento laboral no es posible sin una ruptura con el colaboracionismo con el sector corporativo. La organización de más trabajadores en los sindicatos será un paso importante para el movimiento laboral. Pero la orientación política del movimiento laboral también es importante.

La promoción de Cambio para Ganar de una mayor organización y un aumento en la membresía de los sindicatos no plantea la forma en que las uniones pueden luchar contra los dueños capitalistas, ya sea en las fábricas o en el frente político.

La coalición no propone que el movimiento laboral se centre en una amplia lucha de clase sobre las cuestiones de la clase obrera en su totalidad organizada y no organizada—salud, derechos para los inmigrantes, el derecho de organizar y más.

La crisis en el movimiento laboral no será resuelta “desde arriba”. Las maniobras de los presidentes sindicales no pueden ser sustituídas por las acciones de la membresía.

La situación actual es diferente a la de aquellos días cuando el Comité para la Organización Industrial rompió con los líderes de la Federación Americana del Trabajo en 1935. Ese fue el período de surgimiento obrero, cuando los trabajadores de todo el país estaban organizando uniones militantes para luchar. El crecimiento rápido de sindicatos de izquierda, grandes huelgas, y el movimiento de los miembros de los sindicatos inspiraron a trabajadores de todo el país.

Los períodos de avanzada para la organización laboral, como la de los años treinta, llegó en momentos de la lucha de clase en general. Los logros políticos y legales surgieron directamente de la intensificada lucha de las masas, que en pocos años organizó a millones de trabajadores de bajos salarios en sindicatos.

Impulsados por la pobreza y las malas condiciones de trabajo, hubo huelgas generales en San Francisco, Toledo, Ohio y Minneápolis en 1934. Las huelgas fueron lideradas por sindicatos radicales socialistas y comunistas que veían la lucha como parte de la lucha de clase en general contra el capitalismo.

Esas batallas dieron camino a una organización a gran escala entre los trabajadores industriales de todo el país. Las campañas se caracterizaron por acciones militantes de la membresía de los sindicatos. Una ola de ocupaciones de fábricas por los trabajadores en los años 1936 y 1937 atrajo a una multitud de miembros a las uniones. También en 1930 “uniones rojas” lideradas por comunistas organizaron a los trabajadores negros y blancos en el segregado Sur del país.

Las concesiones ganadas a la clase dominante fueron resultado de la lucha lanzada en los años 1930 y la influencia de comunistas dentro del movimiento obrero. Fue la lucha “desde abajo” que forzó al liderazgo de los sindicatos a que adoptara nuevas estructuras mejor preparadas para el crecimiento y las realidades de la lucha.

La división de hoy no toma lugar en medio de un levantamiento obrero. Y en ninguno de los dos lados de la división se está tratando de profundizar la conciencia de clase dentro de los sindicalistas o en la clase trabajadora en su totalidad. Esto hará aun más difícil la organización de los que no están organizados.

Apertura para un aumento de la lucha

Pero la división en el movimiento laboral puede abrir algunas posibilidades para el activismo de las bases y la revitalización de la militancia obrera. Uno o ambos lados pueden lanzar una campaña organizativa intrépida en el futuro inmediato. Es posible que Cambio para Ganar anuncie una campaña de estas características en su convención fundadora en Cincinnati este próximo septiembre.






Both Change to Win and the AFL-CIO face the challenge of launching bold campaigns to inspire the country’s unorganized workers.

Photo: Keith Dannemiller

La coalición ya ha insinuado que puede realizar múltiples campañas para organizar los sindicatos en corporaciones como Cintas (una compañía de uniformes y lavandería cuya oficina central está en Cincinnati), Wal-Mart, FedEx y Home Depot. También es probable que la AFL-CIO anuncie próximamente una iniciativa para organizar sindicatos. En la convención de julio, la federación destinó $22.5 millones para que los afiliados utilicen en la organización.

Una campaña de parte de los dos grupos laborales para organizar en Wal-Mart o en otras corporaciones nacionales o globales, sería un incentivo para esa campaña. Esto podría ayudar a estimular una lucha renovada y una militancia laboral. Una lucha masiva de este tipo sin duda sentaría las bases de una nueva forma de unidad obrera—unidad en la lucha de clase.

Para emerger como una fuerza social efectiva, el movimiento laboral necesita ir a las bases, enfatizando la educación laboral y actuando para utilizar el poder de toda la clase trabajadora dentro y fuera de los sindicatos.

Además, la clave para construir un fuerte movimiento laboral es crear la unidad para luchar contra el racismo y la violencia y la discriminación contra los inmigrantes.

La lucha contra el racismo y la opresión no es una preocupación central de ninguno de los grupos de sindicatos. Cambio para Ganar ha dicho poco sobre la necesidad de afro americanos, latinos, mujeres y otros grupos oprimidos para ser representados en el liderazgo de los trabajadores. El trato condescendiente ha generado oposición de grupos como la Coalición de Sindicalistas Negros.

Pero la división marca la continua falta de representación en el ámbito nacional de la AFL-CIO en su totalidad, a pesar del creciente carácter multinacional de miembros de los sindicatos. La confrontación del racismo y el sexismo es esencial si el movimiento sindical organizado piensa realmente en convertirse en una fuerza social vital.

La construcción de la unidad vendrá en el curso del desarrollo de la lucha en las fábricas, que claramente trazará una línea de clase entre los trabajadores y los dueños. Vendrá en campañas de desarrollo que envolverá sindicatos y grupos comunitarios, en la extensión de la solidaridad internacional con trabajadores de todo el mundo, especialmente aquellos que están bajo ataque del imperialismo estadounidense. La unidad debe construirse desde una perspectiva de clase, rechazando el llamado de colaboración de clase por parte de los líderes del Partido Demócrata y sus seguidores.

El futuro de los trabajadores no se basa en el debate o las diferencias entre los líderes de la AFL-CIO y Cambio para Ganar. Las aspiraciones de la clase obrera no están ligadas a ninguno de los grupos. El nuevo liderazgo y la unidad sólo pueden salir de la lucha de clase amplia y militante, ya sean dentro de los trabajadores organizados o en el movimiento de masa amplio.

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