Brutalidad policiaca, la policia y el capitalismo

Lo siguiente es una adaptación de un discurso dado en un mitin público del Partido por la Liberación y el Socialismo en Nueva York el 1 de diciembre.







Photo: Reuters/Eric Thayer

El 25 de noviembre el nombre de Sean Bell fué agregado a la creciente lista de personas inocentes que han sido asesinados por el Departamento de Policía de Nueva York.

Bell era una estrella futbolísta en la localidad. El iba a casarse el siguiente día. 

Saliendo del club nocturno, Kalúa, donde celebró su despedida de soltero, policías ocultos abrieron fuego contra él, disparando 50 balas contra el carro que Bell y sus dos amigos ocupaban. Bell murió en la escena. Sus dos amigos José Guzmán y Trent Benefield, fueron llevados al hospital en condiciones críticas, donde fueron esposados y atados a sus camas con grilletes. 

El club está en Jamaica, Queens, una comunidad predominantemente africano americana.
Treinta y uno de los tiros fueron disparados por un solo oficial. Según detalla el periódico, la pistola del oficial se trabó, luego la descargó y la volvió a cargar disparando todas las balas. 

Bell y sus amigos estaban desarmados. Los policías no fueron atacados en ninguna forma. Sin embargo las balas “volaron por todos lados,” de acuerdo a Ray Kelley, comisario del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD).

El New York Post de 26 de noviembre, cita un policía diciendo, “Podría ser como el muchacho con la billetera”—refiriéndose a Amadou Diallo, quien fue baleado 19 veces de 41 disparos en el vestíbulo del edificio mientras él trataba de enseñar su identificación en la billetera.

Uno de los 50 tiros disparados por el oficial en el Club Jamaica, cayó en una ventana del Tren Aereo (AirTrain) en la plataforma elevada sobre la Avenida 49, haciéndola añicos y esparciendo los vidrios sobre dos policías de la Autoridad Portuaria (Port Authority). Aún cuando habían seis personas civiles paradas en la plataforma cerca de la ventana baleada, ninguno de ellos sufrió daños. El servicio del tren fué suspendido por siete horas. 

Hay reportes que dicen que los tiros disparados por los oficiales entraron en las casas de residentes en Jamaica, incluyendo un hombre que dice que un tiro entró en su casa quebrando una lámpara en su sala.

El reino de terror policial no terminó allí. En los días siguientes después de la balacera los policías han estado acorralando a cientos de hombres jóvenes negros en Jamaica, supuestamente en busca de un ficticio “cuarto hombre” con la igualmente ficticia “pistola no encontrada”.

Medios informativos tratan de romper protesta

La última balacera policiaca sigue las de 1994, después del asesinato de Anthony Baez, de 1999 asesinaron a Amadou Diallo, de 2000 a Malcolm Ferguson y a Alberta Spruill. Estos asesinatos han sido profundamente sentidos en las comunidades oprimidas de afro americanos y latinos en la ciudad de Nueva York. 

Por eso cuando Sean Bell fue asesinado las protestas se dieron inmediatamente. Como 500 personas marcharon desde el hospital donde los amigos heridos estaban siendo curados, hasta la estación de policía local, el 27 de noviembre. Los servicios funerales de Sean Bell el 2 de diciembre atraeron cientos de personas donde se veía una mezcla de rabia y dolor. 

Miles vinieron para una manifestación organizada por el “Movimiento 12 de Diciembre”, en el centro de la ciudad donde están las oficinas centrales del Departamento de Policía de Nueva York, el 6 de diciembre. 

La misma organización llamó a cerrar Wall Street el 22 de diciembre. Fuerzas más moderadas lidereadas por el reverendo Al Sharpton llamaron una manifestacion masiva en la Quinta Avenida el 16 de diciembre y por un día de no comprar.

Mientras las protestas aumentaban, la campaña mediática en defensa de los policías y la demonización de las víctimas crecieron. 

Un punto en la campaña de la clase gobernante fué de que el ataque no fue racista. Tres de los cinco oficiales eran africanos americanos y latino aunque quien disparó los 31 balazos, era blanco. 

Pero fijarse en quien jaló el gatillo no es el punto. Lo que importa es quien fué baleado. El hecho de que la operación policíaca se haya dado en un vecindario predominantemente de africano americanos, dice toda la historia. 

¿Cuando fué la última vez que la policía disparaba contra un club nocturno de blancos? ¿Cuando fue la última vez que los policías disparaban 50 balas contra hombres blancos desarmados saliendo de un club nocturno a las 4 de la mañana? 

Después de cada uno de estos incidentes, el alcalde y los medios informativos hablan de “sólo son unas cuantas manzanas podridas”. Esa no es nuestra opinión. 

Los policías que asesinaron a Sean Bell hacían su trabajo; hicieron lo que están entrenados a hacer. Su función en la sociedad es aterrorizar los vecindarios de la clase trabajadora, especialmente negros y latinos. 

La idea de que la policía existe para proteger el público es un mito. 

La funcion de la policia bajo el capitalismo 

Desde la perspectiva materialista, analizamos el papel de la policía en la sociedad—no mirando la motivación de alguna gente de la clase trabajadora de ser policía, o las ideas de que este u otro policía pueda tener. Nosotros empezamos con las condiciones existentes que hacen necesarias las fuerzas policiales bajo el capitalismo. Fuerzas policiales como las que conocemos ahora, fueron primeramente creadas en Europa durante la Revolución Industrial. Fueron creadas para proteger la propiedad privada. Protegían fábricas para asegurar que los trabajadores no sabotearan las maquinarias o robaran los mismos productos que ellos hacían pero no tenían como comprarlos. La policía, igual que las cortes, la milicia, y cualquier otro cuerpo represivo del estado armado, actualmente existen contrariamente a la seguridad pública. Ellos existen para asegurar la seguridad del sistema capitalista que requiere que la explotación sea asegurada. 

Hoy en día, cuando hay una huelga, los policías todavía actúan como los matones armados en frente de las puertas de las fábricas. Ellos también patrullan las calles y son presentados por las escuelas, iglesias y los medios informativos como “amigos de la comunidad” y “héroes”.

Por supuesto, estas fuerzas, obviamente militaristas, fascistas y coersivas, de terror estatal, no son percibidos como “héroes” en las comunidades oprimidas. Más bien son vistas como fuerzas de ocupación. Miremos a la comunidad de Harlem, que históricamente ha sido ocupada. Durante la década próspera de los años 1920 en el centro de la ciudad de Nueva York, ya estaba la Gran Depresión en Harlem—con el desempleo, la pobreza y con las fuerzas policiales, todos blancos. Ahora policías blancos patrullan las calles, erigiendo torres de observación en la calle 125 como un mensaje para aterrorizar la comunidad.

Yo vivo en el barrio de Jackson Heights, Queens, una comunidad predominantemente latina y asiática. 

Los mas grandes criminales en la sociedad—los que extraen la riqueza de nuestros vecindarios, que mandan nuestros familiares y amigos a morir en sus guerras criminales y asesinan a nuestros hermanos y hermanasnunca son encarcelados. La policía no arresta a esos, los protege, ese es su trabajo. 

¿Cual es el camino hacia adelante?

Muchos de los que se han tomado las calles en protesta, buscan justicia. Algunos piden que arresten a los policías que asesinaron a Sean Bell. Otros que saben de la historia racista piden reformar el Departamento de Policía (NYPD).

Por supuesto que mientras la sociedad sea construida con base en el racismo y la explotación la policía hará el trabajo de reprimirnos y aterrorizarnos, especialmente en las comunidades más reprimidas. Ninguna reforma cambiará su misión básica.

Debemos de luchar con toda la fuerza para que la familia de Sean Bell y la comunidad obtenga justicia. Los policías asesinos deben ser encarcelados.

Si un grupo de jóvenes hubieran disparado cincuenta balas a la policía, sin provocación alguna, ellos serían ejecutados; pero la policía goza de licencia para matar con impunidad.

Todos las manifestaciones contra el NYPD racista y abusivo, y por justicia para las víctimas, merece nuestro apoyo. Cuando una comunidad se organiza no sólo puede ganar; pero también es un paso adelante en todas las luchas de la clase trabajadora contra la explotación, la guerra y el capitalismo. 

Es un paso adelante para la comunidad africano americana y realmente para toda la clase trabajadora. Es esencial construir solidaridad en las calles. 

Comunistas tienen una responsabilidad especial en estas manifestaciones. Podemos usar consignas políticas que enseñan claramente el carácter de la policía, igualmente lo que se puede ganar—además de encarcelar los puercos asesinos, lo que bien merecen. 

Una de las más importantes demandas, por ejemplo, resultado de los movimientos nacionales de liberación de los años 1960’s y 1970’s, fue la demanda de organizarse en las comunidades oprimidas contra la ocupación policial. 

Eso sobrepasó más allá de la juntas consultivas revisadoras que ofrecen los departamentos de policía, como concesión a las luchas de masa; pero que no tiene ninguna fuerza real. 

¿Como se vería? Primeramente significaría que los comités observadores vecindario monitorearían cada acción policial en la comunidad. Los Panteras Negras, nos enseñaron eso. 

Significaría comités electos por la comunidad, que tienen fuerza real para investigar la policía y despedir a los racistas y asesinos. ¿Por qué tenemos que suplicar al NYPD para que haga lo correcto cada vez? Los líderes de la comunidad africano americana, en Jamaica y en la ciudad son a quienes se les puede confiar para conducir una investigación justa y sus recomendaciones implementadas. 

Estaremos trabajando muy duro en los próximos días y semanas apoyando las demandas de la comunidad por justicia para Sean Bell.

Tenemos que asegurarnos de que cada persona en la ciudad sabe de la protesta. Hemos distribuido miles de volantes y carteles para la protesta del 6 de diciembre. 

Todas esas acciones son pasos hacia una solución real al racismo brutal de la policía: haciendo revolución contra todo el sistema racista y explotador.

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