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Obama: aprobado por la clase dominante


El autor de este artículo es el candidato vicepresidencial del Partido Socialismo y Liberación.







Obama
Barack Obama

Barack Obama ha logrado la nominación del Partido Demócrata. Él es la primera persona Negra que se convierte en candidato presidencial en un partido mayoritario, y la primera persona Negra con posibilidades serias de ganar la Presidencia de los Estados Unidos. Muy pocos se imaginaron que este día llegaría. Al observar los últimos dos contendientes para la candidatura, se puede definir que el liderato de Partido Demócrata eligió este año para promover una fachada distinta de su partido.


Vale la pena analizar la historia de lo que se conoce como el “fenómeno de Obama.” No fue un movimiento social o ningún antecedente de liderato dentro de la comunidad Negra lo que lanzó a Obama al primer plano.


Como a Hillary Clinton, la clase dominante preparó y eligió a Obama para el liderato político en el periodo reciente. Cualquier candidato que llegue a la etapa final del proceso electoral, ya sea Demócrata o Republicano, tiene que ser del agrado del las cúpulas de la clase capitalista y Wall Street. Él alcanzó reconocimiento nacional en 2004, cuando el Comité Nacional Demócrata le invito a intervenir como uno de los oradores principales durante la convención del partido durante ese año. Desplegando su discurso de “una América” en el cual “todos nosotros [juramos] lealtad a la barras y las estrellas,” él exhortó a votar por la formula Demócrata de John Kerry y John Edwards. Obama se robó el show, y las especulaciones de que los Demócratas exhortarían al Senador de Illinois a postularse para el 2008 comenzaron inmediatamente.


La victoria de Obama en Iowa—un estado prominentemente blanco y de “clase media”—lo estableció como un verdadero contendiente. Alrededor de su campaña se formo una coalición de inversionistas de Wall Street y de liberales de la clase media alta. A medida que la campaña cobró impulso y mostró su potencial, absorbió a la mayoría del electorado Negro. El mensaje abstracto de Obama sobre “cambio” y “esperanza” atrajo a millones más de jóvenes de todas las nacionalidades, cansados de la guerra, la economía, el descuido de la Costa del Golfo, y todas las otras políticas generalmente asociadas a George W. Bush.


A pesar de que la campaña de Obama ha tenido éxito en vender sus lemas a amplios sectores de la población, él ha reafirmado su apoyo a las necesidades básicas del establecimiento capitalista. En lo que a su programa se refiere, Obama representa la misma política de siempre.


Él se ha esforzado en apoyar todas las políticas extranjeras del imperialismo. Él ha prometido preservar una fuerza militar sustancial en Irak y Afganistán, ha amenazado con empezar una nueva guerra con Irán y ha jurado apoyo incondicional al estado de apartheid de Israel. Él ha jurado continuar las viejas políticas de Washington de bloqueo y contrarrevolución en contra de Cuba. Él ha criticado a Bush de ser muy ineficaz y contraproducente al tratar de detener la tendencia izquierdista que se impuso en Latinoamérica durante los años que Bush estuvo en la presidencia.


Después de que un juez en Nueva York liberó a los policías que asesinaron a Sean Bell, Obama hizo una declaración en la cual dijo que él “respetaba el veredicto.” Cuando más de 50,000 jóvenes negros con sus aliados se tomaron las calles de Jena, Louisiana, para exigir la libertad de seis adolescentes que se enfrentaban a la “justicia” de Jim Crow, Obama estaba recolectando dinero con sus aliados millonarios. Cuando su propio pastor con el cual convivió durante 20 años tuvo la osadía de señalar la historia explotadora y racista de este país, Obama corrió tan rápido como pudo en la dirección opuesta, y al final hasta lo desconoció.


Obama ha mostrado que un hombre Negro puede ganarse el apoyo de la clase dominante. La misma clase no solamente tolera, pero también estimula la campaña para que tome la apariencia de un movimiento social, siempre y cuando se mantenga distanciado de los verdaderos movimientos sociales. Los principales personajes del establecimiento político y económico han apoyado a Obama precisamente por su atracción hacia la gente Negra, la juventud y grandes sectores de otras capas de la población.


¿Por qué surge Obama ahora?


La campaña de Obama ha surgido en un momento en que la clase dominante de EE.UU. enfrenta considerables dificultades tanto internamente como en el exterior. El Pentágono esta inmerso en dos guerras que parecen imposibles de ganar, y la aguda situación económica ilumina automáticamente la asquerosa desigualdad del país. En dicho momento—cuando un gran número de personas están insatisfechas con las condiciones del país—el descontento se puede transformar rápidamente en protesta, y la protesta en expresiones de resistencia más militantes. Manifestaciones, rebeliones, y revoluciones comienzan como simple descontentos sociales.


Las elecciones burguesas siempre han jugado un papel crítico en canalizar el descontento en avenidas aceptables. Es más, la ilusión de cambio y esperanza—a través de forma pacifica y aparentemente fácil en las urnas electorales—es el propósito del ciclo electoral. Existe para crear emoción, para dar la apariencia de debate, y para hacer sentir a los trabajadores que ellos tienen el poder de remover a los líderes malos. Sin este poder—digamos, por ejemplo, que Bush se haya auto proclamado presidente por vida—el pueblo se rebelaría inmediatamente.


Cada uno de los politiqueros Demócratas como Franklin Delano Roosevelt, Eugene McCarthy, George McGoven y Jimmy Carter ha jugado un papel similar al de Obama durante diferentes etapas en la historia de EE.UU. Ellos adoptaron ciertas formas y estilos de la izquierda, y trataron las genuinas aspiraciones de la clase obrera del país. Pero al final siempre terminaron representando la continuación del orden social basado en imperialismo y explotación. La diferencia con Obama es que él esta siendo utilizado no para canalizar una izquierda vibrante, si no para prevenir el surgimiento de una. Como tal, él no viene con ningún paquete de concesiones para los trabajadores o las comunidades oprimidas.


Obama ofrece lo mejor de ambos mundos para la clase dominante. Él ha sido aceptado por el mundo de la política dominante, pero puede dar la impresión de ser un forastero. Efectivamente, esta fue su mejor ventaja en contra de Hillary Clinton, a quien él describió como uno de los corruptos privilegiados de Washington que trabajan con los grupos de poder e “intereses especiales.” Esto es pura demagogia. A pesar de la retórica que supuestamente esta era una campaña basada en donaciones de $25.00, la campaña de Obama es en realidad financiada por los mismos intereses especiales de Clinton y hasta de McCain.


¿Cómo podemos lograr un cambio?







Eugene Puryear
Eugene Puryear

A pesar de todo esto, podemos estar seguros que Obama mantendrá un apoyo significativo dentro de los sectores más progresivos de la población, precisamente porque tiene una posibilidad de ganar. Esta realidad “practica”—la de lograr un cambio progresivo en aquí y ahora—atraerá a todos aquellos que creen que desafiar al sistema es este momento no es factible.


Para muchas personas Negras en especial, la simple idea de tener un presidente Negro—independientemente de su política—es suficiente para causar excitación. Esto es perfectamente comprensible. El hecho de que ha habido tan pocos oficiales Negros electos es un testimonio claro del profundo racismo enraizado en este país. Nuestra campaña no tiene ningún problema con todos aquellos que han dedicado su tiempo a corregir esta equivocación histórica.


La campaña PSL La Riva/Puryear, sin embargo, está enfocada en desenmascarar los problemas sistémicos del racismo y del capitalismo. Los desalojos de personas pobres para construir casas de lujo, la desenfrenada brutalidad policiaca contra las personas Latinas y Negras, el descuido criminal de la Costa del Golfo, la pobreza desproporcionada y el desempleo en las comunidades oprimidas: Estos fenómenos no son causados por unas cuantas manzanas podridas.


El presidente de los Estados Unidos—sin importar quien gane—será el administrador de America Capitalista. Cada presidente en la era moderna ha librado algún tipo de guerra en contra de alguien, y ha rehusado garantizar las necesidades básicas para la vida de la mayoría de la población. Este patrón se repetirá en este ciclo electoral aunque se haya prometido lo contrario durante la campaña electoral.


Los revolucionarios no podemos quedarnos a la cola de los Demócratas. Tampoco podemos limitarnos a criticar a los candidatos que participan en la elección y quedarnos con los brazos cruzados. Necesitamos construir una alternativa independiente dentro del proceso electoral que utilice cada oportunidad para enfatizar las demandas y las voces de lucha del pueblo. Tenemos que hablar por todos aquéllos que han sido excluidos completamente del sistema electoral. Tenemos que participar en el proceso electoral para poder luchar en contra de el.


La idea de cambio profundo y fundamental—una revolución—está profundamente identificada por millones de trabajadores a través de los Estados Unidos. La propaganda de la clase dominante trata de convencerlos de que el cambio revolucionario es “imposible”. La misma clase dominante quiere que el pueblo se involucre en la política, siempre y cuando es política inofensiva del sistema de dos partidos. De otra forma quieren que el pueblo sea apático, pesimista y que enfoque su energía en actividades recreacionales.


Nuestro papel es representar y re-vitalizar desde adentro de la arena electoral, y en las calles, el movimiento masivo contra el desempleo y por los derechos de los trabajadores, por los derechos del inmigrante, contra la guerra y para fortalecer todas las luchas en las comunidades que se están llevando a cabo a través de todo el país. La meta de nuestra campaña es promover todas las victorias—pequeñas y grandes—para poder analizar las derrotas, y sobre todo, para brindar organización a nuestra clase. En pocas palabras, pretendemos encender la chispa del potencial, funcionando o por funcionar, para fundirlo en un movimiento unificado y masivo.


El Partido Socialismo y Liberación participa en las elecciones no por vanidad ni por curiosidad. Nuestra meta es la de tener presencia en la mayor cantidad de estados posibles, de hablar en cada debate o reunión pública que se de, para ayudarle al pueblo a ver, a través de una experiencia concreta, que el verdadero cambio es posible.


En vez de un proceso político en el cual elegimos al que nos va a explotar durante los próximos cuatro años, podemos romper al sistema por la raíz y el tronco. Podemos construir una nueva sociedad dirigida por la mayoría del pueblo quienes ya hacen todo el trabajo. Podemos expropiar toda la riqueza que ha sido acumulada por la pequeña minoría que no trabaja y solo se enriquecen de los que trabajan. Esta visión es lo que llamamos una revolución, y esa sociedad es lo que llamamos socialismo.

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