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Declaración del PSL sobre los comicios en Venezuela

En este momento crítico, todos los que apoyan el internacionalismo revolucionario deben estar en solidaridad con los revolucionarios venezolanos.

El resultado de las elecciones venezolanas a la Asamblea Nacional del 6 de diciembre, 2015, es una gran victoria para las fuerzas de la derecha, de la contrarrevolución y el imperialismo estadounidense y un duro golpe para el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el gobierno y para la izquierda latinoamericana.

Pero no es una derrota histórica de la izquierda como el golpe de estado de Pinochet y la CIA en Chile, 1973, o el ascenso al poder de Hitler en Alemania, 1933. En esas y otras contrarrevoluciones, los partidos comunistas y socialistas, los sindicatos y todas las fuerzas progresistas fueron aplastadas. A pesar de su derrota electoral—en medio de una severa crisis económica—el PSUV conserva una fuerte base de masas, la presidencia y otros cargos gubernamentales importantes, tanto a nivel nacional y estatal, como un considerable apoyo en las fuerzas armadas.

A partir del 7 de diciembre y según los cómputos, la coalición de la oposición, el “La Mesa Redonda Unida y Democrática” (MUD) ganó 99 de los 167 escaños de la Asamblea Nacional y el PSUV obtuvo 46, quedando 22 puestos por decidir. Más de 50 partidos nacionales y regionales pertenecen a la MUD—incluyendo algunos con “socialismo” o “verde” en sus nombres—pero todos están dominados por el COPEI (Demócrata-Cristianos) y Acción Democrática (socialdemócratas); los dos partidos históricamente dominantes del capitalismo y la clase media alta venezolana. Los líderes MUD han dejado claro que tienen la intención de anular muchos de los logros sociales de la Revolución Bolivariana.

Si la MUD gana al menos 111 escaños, estaría en condiciones de volver a escribir la Constitución progresista aprobada por más del 78 por ciento de los votantes en 1999 e impulsar un referéndum en el 2016 para sacar al Presidente Nicolás Maduro de su puesto.

[Desde que fue publicado este artículo, la coalición opositora, “Mesa Unida Democrática (MUD), ha ganado 109 de los 167 escaños en la Asamblea Nacional, y la coalición de izquierda PSUV/GPP ha ganado 55. Los tres legisladores indígenas están aliados con la derecha, asegurando a la MUD una mayoría de dos terceras partes y ciertas poderes legislativos adicionales.] Maduro reemplazó a Hugo Chávez como presidente en el 2013, a raíz de su trágica muerte. Chávez llegó al poder en 1999 y fue el iniciador de la Revolución Bolivariana que mejoró dramáticamente la vida de millones de personas pobres del país y le dio un gran empuje la lucha antiimperialista en América Latina.

En su discurso tras las elecciones de diciembre 6, Maduro prometió continuar la lucha. “La oposición no ha ganado, la contrarrevolución ha ganado. … Hoy hemos perdido una batalla, pero la lucha por un nuevo socialismo apenas ha comenzado”, dijo Maduro. “Vemos esto como una bofetada que nos despierta para actuar. … Hemos perdido una batalla, pero la lucha por el socialismo y una nueva sociedad comienza ahora. … Es la hora de un renacimiento”.

Diosdado Cabello, Presidente de la Asamblea Nacional y Primer Vicepresidente del PSUV, dijo en un comunicado:

“Dolor y tristeza fue perder a nuestro Comandante Eterno [Chávez]. Perder la elección fue sólo un tropiezo. Debemos aprender de los errores y avanzar … En tiempos difíciles levantamos las banderas de Bolívar y Chávez para aprender de ellos. Somos inconquistables bolivarianos y chavistas “. En un mensaje a Maduro, el Presidente de Cuba, Raúl Castro, escribió: “Estoy seguro de que bajo su liderazgo hay nuevas victorias por venir para la revolución bolivariana y chavista. Siempre vamos a estar con ustedes “.

La Revolución Bolivariana y su impacto El resultado de la lucha en Venezuela tiene una gran importancia para toda América Latina, por lo que los EE.UU., el poder dominante en la región desde hace mucho tiempo, ha tratado todas las formas para derrocar al gobierno PSUV.

En 2004, Chávez y el presidente cubano Fidel Castro anunciaron el lanzamiento de la Alianza Bolivariana para América Latina, que promovió la coordinación entre los dos países en la economía, el desarrollo social, la cultura, la ciencia y más. En los años que siguieron, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y varios de los estados insulares del Caribe se unieron a la alianza y gobiernos orientados hacia el desarrollo independiente en América Latina fueron electos en Brasil, Argentina.

Estos acontecimientos fueron vistos por Washington como una grave amenaza para la hegemonía estadounidense sobre la región. Desde hace ya tiempo el gobierno de Obama ha trabajado duro para socavar a los gobiernos progresistas y socialistas y a la izquierda en general, en toda la región. Los EE.UU. ha apoyado la reciente elección del derechista y pro-imperialista Macri en Argentina—después de meses de campañas desestabilizadoras que debilitaron la presidencia de Cristina Fernández—y la movida para destituir a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores, como parte de este esfuerzo.

El Departamento de Estado, la llamada Dotación Nacional por la Democracia, National Endowment for Democracy y otras agencias de Estados Unidos han enviado decenas de millones de dólares y otras formas de asistencia para construir y organizar la oposición en Venezuela. Los EE.UU. también ha impuesto sanciones económicas que han exacerbado la crisis económica en el país.

Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo de cualquier país del mundo, y el petróleo representa el 95 por ciento de las exportaciones del país. Antes de Chávez y la Revolución Bolivariana, los Estados Unidos y las compañías petroleras británicas cosecharon enormes beneficios con los mínimos derechos pagados a Venezuela, mientras que el 80 por ciento de la población vivía en la pobreza.

Todo eso cambió bajo el gobierno revolucionario bolivariano. Los ingresos del petróleo se utilizaron para financiar una amplia gama de programas sociales, incluyendo la nutrición, la vivienda, la salud, el empleo, la educación, la alfabetización, el cuidado de niños y más. La pobreza extrema se redujo del 21 al 5 por ciento.

La drástica caída de los precios mundiales del petróleo de $130 a menos de $40 dólares por barril, algo sobre lo que el gobierno no tenía control, fue causante fundamental de la crisis económica de Venezuela y la desenfrenada inflación. Los más afectados fueron los pobres y recientemente pobres que habían sido los principales beneficiarios y simpatizantes del proceso revolucionario bolivariano, Esto provocó la desmoralización y una desmovilización significativa entre la base chavista.

Otro factor clave en la crisis inflacionaria fue el acaparamiento de los bienes de consumo, el robo masivo de la moneda y la fuga de capitales ejercida por las grandes empresas corporativas en el país.

El socialismo y la revolución en Venezuela

En los EE.UU., los medios de comunicación y los políticos falsamente se refieren a Maduro, como lo hicieron con Chávez; como un “dictador”, a pesar de que en los últimos 17 años esta fue la 20ava elección nacional—entre las elecciones presidenciales, legislativas, constitucionales y referendos. La mayoría de los medios de comunicación se quedaron en manos de la derecha, y jugaron un papel clave en la victoria de la MUD.

De hecho, lo que más se necesita en Venezuela es la conducción de la clase obrera; en términos marxistas: la dictadura del proletariado. En Venezuela, las fuerzas progresistas y pro-socialistas del chavismo mantienen las riendas del gobierno y tienen una fuerte influencia en el ejército, pero el poder de la clase capitalista venezolana no ha sido derrotado. Hay una especie de doble poder en el país, dos centros rivales de poder que representan los intereses de clase opuestos.

Contrariamente a la propaganda capitalista, la dictadura del proletariado—o para decirlo de otra manera, la democracia obrera—es la forma más democrática de dominación de clase, ya que representa los intereses de la inmensa mayoría de la sociedad. Aquí, en el supuestamente “democrático” EE.UU., vivimos bajo la dictadura de los grandes capitalistas—una pequeña minoría—que son dueños de toda la riqueza productiva y deciden qué hacer con ella de acuerdo a sus intereses, no los nuestros. Acompañando a su poder económico hay un Estado cada vez más represivo y un encarcelamiento masivo.

La Revolución Bolivariana ha sido un gran paso adelante para el pueblo de Venezuela, Cuba y toda Latinoamérica. Los líderes han anunciado su intención de construir una sociedad socialista. Los apoyamos plenamente.

Pero la única manera en que la clase obrera puede tomar el poder es a través de una revolución socialista que “expropie a los expropiadores”—que se tome las fábricas, bancos, recursos naturales, medios de distribución, la mayoría de los cuales está en manos de una pequeña minoría, la clase capitalista. Tal revolución rompería el viejo aparato estatal y consolidaría plenamente el poder. Una revolución socialista profunda es la única manera en que la riqueza productiva de la sociedad puede ser utilizada para satisfacer las necesidades de la gente, en lugar de enriquecer a unos pocos.

La dirección de la Revolución Bolivariana ha tenido que funcionar bajo las condiciones reales disponibles y se han logrado grandes avances y contribuciones. Parece claro que ni Maduro, ni Chávez antes que él, creían que las condiciones requeridas se habrían dado para llevar a cabo tal revolución.

Una revolución socialista no puede tener lugar sin que la sociedad entre en una situación o crisis revolucionaria, y estas crisis no se puede solo desear. Se producen fuera del control de la clase dominante o de los revolucionarios.

El líder revolucionario ruso Lenin describió las condiciones que dan lugar a una situación revolucionaria en el famoso panfleto de 1915, “El colapso de la II Internacional.”

“(1) La imposibilidad para las clases dominantes de mantener su dominio en forma inmutable; tal o cual crisis en las “alturas”, una crisis de la política de la clase dominante, abre una grieta por la que irrumpen el descontento y la indignación de las clases oprimidas. (Que “los de arriba no puedan vivir” como hasta entonces)

“(2) Una agravación, superior a la habitual, de la miseria y las penalidades de las clases oprimidas. (Que “los de abajo no quieran” vivir como antes)

“(3) Una intensificación considerable, por las razones antes indicadas de la actividad de las masas, que en tiempos “pacíficos” se dejan expoliar tranquilamente. …”

Han habido muchas situaciones revolucionarias en la historia que no han resultado en el éxito de una revolución socialista, pero no han habido instancias en que dicha revolución se desarrolle en sociedades que no hayan entrado en una crisis aguda.

“La revolución no surge de toda situación revolucionaria, sino sólo de una situación en la que a los cambios objetivos antes enumerados viene a sumarse un cambio subjetivo, Lenin escribió, “a saber: la capacidad de la clase revolucionaria para llevar a cabo acciones revolucionarias de masas lo bastante fuerte como para destruir (o quebrantar) al viejo gobierno, que jamás ‘caerá’, ni siquiera en las épocas de crisis, si no se lo “hace caer”.

Es muy posible que en el próximo período, la derecha—que incluye elementos fascistas—podría, en su deseo rabioso de desmantelar la Revolución Bolivariana, alcanzar y engendrar una respuesta militante de masas. No sería la primera vez en la historia que el “látigo de la contrarrevolución” impulse una revolución hacia adelante.

La lucha por el futuro de Venezuela está entrando en una nueva y completamente impredecible fase, cuyo resultado será de gran importancia para Venezuela, América Latina y el mundo. En este momento crítico, todos los que apoyan el internacionalismo revolucionario deben estar en solidaridad con los revolucionarios venezolanos.

Traducción por Fernando Andrés Torres

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