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Drones: la nueva arma selecta del imperialismo

¿Acabamos de matar a un niño?” pregunta Brandon Bryant, un operador de aviones no tripulados sentado dentro de un pequeño recipiente en Nuevo México. El piloto junto a él, viendo la misma pantalla de una explosión de una choza en Afganistán a 6.250 millas de distancia, responde: “Sí, supongo que era un niño.” Recientemente, Bryant, arrepentido, contó esta historia al periódico alemán Der Spiegel.

La historia de Bryant es, por desgracia, demasiada común. Su único significado es que Bryant, ex-operador, ha revelado públicamente el cruel desprecio por la vida humana que se exhibe en el interior de la máquina de guerra de EE.UU.

Entre los crímenes más descarados cometidos por el imperialismo de EE.UU. se encuentra una táctica conocida coloquialmente en círculos militares como el “doble toque (double tap en inglés)” — atacar a un objetivo dos veces seguidas con el fin de matar a la gente que responde de inmediato, por lo general el personal médico y de emergencias. Esta práctica, que fue calificada como crimen de guerra, por Christof Heyns, un funcionario de alto rango de las Naciones Unidas, se lleva a cabo por los vehículos aéreos no tripulados, más comúnmente conocidos como “drones”.

Lo que antes sólo existía en los rincones más marginales del complejo militar-industrial es ahora un componente cada vez más importante de la estrategia brutal del Pentágono por el control global. Los drones son esencialmente aviones de guerra a control remoto, fuertemente armados pero operados por un “piloto” que no corre ningún peligro situado a miles de kilómetros de distancia, usualmente en Nevada.

Durante un tiempo fueron usados principalmente por la CIA, pero ahora los drones — incluso los aviones de vigilancia — se han extendido a una amplia gama de instituciones de represión desde el ejército hasta la policía de Nueva York. Otras potencias imperialistas han adoptado rápidamente esta tecnología, al igual que el estado colonial israelí.

La guerra de drones está más estrechamente relacionada con la agresión contra el pueblo de Pakistán, especialmente en la parte noroeste del país. Allí, donde los combatientes afganos a menudo cruzan la frontera, entre 1.600 y 3.100 paquistaníes han muerto por los ataques de aviones no tripulados.

Un reciente estudio de la Universidad de Nueva York y la Universidad de Stanford, concluyó que 98 por ciento de la gente asesinada por los drones en Pakistán eran mujeres y niños.

Este tipo de ataques de aviones no tripulados ha provocado un creciente movimiento de masas en Pakistán. Decenas de miles de personas se han unido a las manifestaciones contra el gobierno de los EE.UU. y contra el gobierno paquistaní por su colaboración con el imperialismo y la falta de defensa a la soberanía nacional.

Aunque es difícil determinar los datos exactos, es claro que la administración de Obama ha aumentado rápidamente el uso de bombardeos con aviones no tripulados. Ha habido más de 300 ataques con aviones no tripulados en Pakistán desde el 2004, pero más ataques han ocurrido en el año 2009 que en la totalidad de los años de Bush. Numerosos ataques en el 2012 que han cobrado ya 330 vidas.

Recientes revelaciones sobre “listas de matar” secretas han dañado la percepción pública bien cultivada del presidente Obama como una figura anti-guerra. El New York Times publicó en mayo una investigación que reveló que, en las reuniones periódicas con funcionarios militares y de inteligencia, el Presidente personalmente selecciona quiénes serán asesinados por aviones no tripulados.

Yemen y el cuerno de África

Una campaña sostenida de bombardeos por aviones no tripulados de los EE.UU. también ha apuntado a amplias zonas de Yemen. De acuerdo a los documentos de Wikileaks en 2009 el entonces dictador yemení, Ali Abdullah Saleh, animó a los diplomáticos estadounidenses a seguir golpeando a sus objetivos, al mismo tiempo, asegurando: “Vamos a seguir diciendo que las bombas son nuestras, no de ustedes”. Hay manifestaciones masivas en Yemen casi todas las semanas para expresar la indignación popular por los bombardeos con aviones no tripulados. El 14 de diciembre, miles de personas marcharon en ciudades de todo el país pidiendo la expulsión del embajador de EE.UU.

El año pasado, un ataque drone de EE.UU. en Yemen tenía como objetivo y terminó matando a Anwar Awlaki, un líder religioso muy conocido quien era un ciudadano de los Estados Unidos. Este asesinato fue justificado en base a que los mensajes de Awlaki y los sermones a sus seguidores en si mismos constituyen una “inminente” amenaza terrorista. Dos semanas más tarde, otro avión no tripulado estadounidense mató al hijo de 16 años de Awlaki, quien nació en Denver, Colorado, en un caso de “daño colateral”.

La Casa Blanca y el Pentágono han utilizado las mismas justificaciones de “guerra contra el terror” que la administración Bush inventó para renunciar a todos los protocolos jurídicos internacionales, para lanzar guerras no declaradas y llevar a cabo asesinatos. Simplemente se han otorgado a si mismos el derecho a ser el juez, el jurado y el verdugo del mundo.

Hoy en día es común aplicar la guerra drone en África, particularmente en Somalia. Operando desde bases en Djibouti, Etiopía, las Islas Seychelles y otros estados clientes en la región, aviones no tripulados de Estados Unidos han matado al menos a 112 de los llamados “militantes” y 57 civiles en Somalia. También han jugado un papel clave de apoyo y reconocimiento, ayudando a la invasión por tierra de Somalia, conducida por Etiopía y Kenia desde 2006 a 2009. El elevado número de accidentes de aviones no tripulados y averías reportadas sugieren que la presencia de aviones no tripulados en el este de África ha aumentado significativamente en los últimos años.

Los drones son máquinas de matar muy sofisticadas, pero su valor al imperialismo de EE.UU. es principalmente político, y no tecnológico. No hay soldados estadounidenses que se pongan en peligro durante las operaciones de aviones no tripulados, y por lo tanto no producen bajas estadounidenses.

Esta forma de guerra permite mantenerse en secreto, algo sin precedentes. A pesar del interés ocasional de los medios por los aviones no tripulados, existe una cobertura escandalosamente limitada si se considera que por lo menos tres países soberanos están aguantando bombardeo sostenido.

También se presentan nuevos desafíos para el movimiento contra la guerra. El alto potencial de soldados estadounidenses que han sido mutilados o han muerto en batalla en el pasado ha creado un enorme impulso para el sentimiento anti-guerra, cuando la gente se pregunta cuáles fueron las verdaderas razones de las guerras de Vietnam e Irak. Estos conflictos generaron imágenes espantosas y experiencias personales que proliferaron entre el público de EE.UU. y subrayaron el carácter brutal de la máquina de guerra.

La guerra drone es, pues, una forma mucho más fácil de asesinato masivo para los medios de comunicación. Hasta ahora, lleva menos riesgos para los políticos estadounidenses, ya que todas sus víctimas se encuentran en países lejanos, invisibles en para el público de este país.

La tarea del movimiento contra la guerra es cambiar esta ecuación. Ahora más que nunca los opositores de la máquina de guerra de EE.UU. deben mirar hacia la construcción de un espíritu internacionalista de solidaridad y apoyo al derecho de los pueblos oprimidos a la libre determinación. Difundiremos las imágenes y las historias de las víctimas de la guerra drone de EE.UU. y demostraremos que tenemos más en común con nuestros hermanos y hermanas de Pakistán, Yemen y Somalia, que con los políticos imperialistas, los generales y sus drones.

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