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Editorial del PSL – La visita de Pelosi a Taiwán es belicismo imperialista puro

Foto: San Francisco, 1 de agosto. Protesta  frente a la oficina de Nancy Pelosi en contra de su viaje a Taiwán

Hoy, Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, llegó a Taiwán como un acto peligroso de provocación con el fin de empujar a Estados Unidos y China a un conflicto catastrófico. Su imprudente decisión sugiere la posibilidad de una guerra total entre las dos principales potencias mundiales, y las consecuencias de sus acciones aún están por verse.

No hay duda que este viaje no habría ocurrido sin el apoyo de la administración de Biden. Justo antes de que Pelosi aterrizara, la administración desplegó un portaaviones frente a la costa de Taiwán junto con los buques de guerra que lo acompañaban. Ellos también comparten la responsabilidad de lo que pueda suceder. 

En un artículo de opinión publicado en el Washington Post justo al momento de su llegada a Taiwán, Pelosi argumentaba cínicamente que la relación entre Estados Unidos y Taiwán se basaba en una visión compartida respecto a “la autodeterminación y el autogobierno, la democracia y la libertad.” Nada podría estar más lejos de la realidad. La separación de Taiwán del resto de China fue un proyecto de las potencias coloniales que se remonta al siglo XIX, todo lo contrario a la autodeterminación. Desde su formación en 1949 hasta finales de la década de 1980, el gobierno de Taiwán fue una dictadura que gobernó mediante la ley marcial con el respaldo del gobierno de los Estados Unidos.

La verdadera razón por la que Pelosi y los halcones imperialistas como ella entregan apoyo a Taiwán es que saben que no hay cuestión más importante para el gobierno chino que la independencia y la unidad de su territorio soberano. No es sólo China: todos los gobiernos exigen que se respete la inviolabilidad de sus tierras. 

La afirmación del gobierno chino de que Taiwán forma parte de China es correcta y se remonta a la historia. Taiwán formaba parte de China desde hacía más de 200 años antes de que fuese ocupada por los imperialistas, como resultado de la invasión del imperio japonés en 1895. El pueblo chino lideró una larga lucha por la independencia contra Japón y una multitud de potencias coloniales europeas. A finales de la Segunda Guerra Mundial, una guerra civil entre el Partido Comunista y el Partido Nacionalista del dictador Chiang Kai-Shek, que contaba con el apoyo del gobierno de Estados Unidos, se intensificó. 

Chiang perdió ante el Partido Comunista y se proclamó la República Popular China en 1949, pero sus fuerzas derrotadas se replegaron a la isla de Taiwán. Allí se instauró un régimen que pretendía, escandalosamente, ser el gobierno legítimo de China y que recibió el respaldo del enorme apoyo militar y político de Estados Unidos. Sin embargo, eventualmente, incluso el gobierno estadounidense tuvo que reconocer lo absurdo de esta postura y cambió oficialmente su reconocimiento al verdadero gobierno de China en Pekín en la década de 1970. 

De todas formas, el gobierno estadounidense mantuvo su alianza de facto con el régimen de Taiwán, considerando el asunto como un punto de presión útil contra China. La visita del tercer funcionario de mayor rango del gobierno estadounidense es un claro acto de motivación para quienes esperan separar para siempre a Taiwán del resto de China.

En este contexto, el gobierno chino no tiene más remedio que reaccionar de alguna manera, aunque el carácter de su respuesta aún no está claro. Pelosi está muy consciente de ello. China advirtió de manera clara a Pelosi y a Estados Unidos antes de la visita. Sin embargo, a raíz de la típica arrogancia imperial, el viaje siguió adelante de todos modos. 

Nancy Pelosi es la funcionaria de mayor rango en el Congreso. Debería estar en Estados Unidos impulsando leyes para aliviar la crisis de la inflación, legalizar el aborto, proteger los derechos de los trabajadores y trabajadoras, y combatir el cambio climático, entre otras cosas. En lugar de ello, ha decidido que su prioridad es llevar a cabo una provocación extrema, avanzando aún más en el camino de la guerra. Todos los que desean la paz en el mundo deberían oponerse a esta medida.

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