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Editorial PSL: Catástrofe en Uvalde demuestra que los policías no nos protegen

El informe oficial sobre el tiroteo en la escuela en Uvalde, Texas ha confirmado lo que ha sido dolorosamente claro durante mucho tiempo: la policía respondió de manera catastrófica y vergonzosa mientras que niños inocentes estaban siendo masacrados. La absoluta cobardía e inacción de los oficiales el día del tiroteo masivo expone los mitos de los policías y sirve como un amargo recordatorio de que los oficiales policiacos no nos mantienen a salvo.

El informe, realizado por la legislatura del estado de Texas, encontró que “las fallas sistémicas y la toma de decisiones extremadamente mala” contribuyeron a un desastre en el que la policía “no dio prioridad a salvar las vidas de víctimas inocentes, en vez de su propia seguridad”. Un video que se hizo público poco antes de la publicación del informe mostraba a policías en la escuela revisando cruelmente sus teléfonos y desinfectándose las manos mientras los niños gritaban dentro del salón de clases donde estaban atrapados con el pistolero. Afuera, la policía maltrató a los padres que les suplicaban desesperadamente que rescataran a sus hijos.

Esto no puede atribuirse a “algunas manzanas podridas”, como dice el refrán referente a la policía. Trescientos setenta y seis policías estuvieron presentes en el lugar de la masacre. Vinieron de una amplia gama de agencias, incluida la policía de la ciudad de Uvalde, la policía escolar de Uvalde, el Departamento de Policía de San Antonio, los alguaciles del condado de Uvalde, la Patrulla Fronteriza, el Departamento de Seguridad Nacional y el Departamento de Seguridad Pública de Texas.

Su total desprecio por la vida de niños inocentes que asistían a una escuela latina de clase trabajadora es un reflejo de toda la institución policial bajo el capitalismo. Cuando se trata de aterrorizar e infligir violencia a personas indefensas, los policías se presentan como valerosos defensores de “la ley y el orden”. Pero cuando llegó el momento de enfrentarse a un asesino, ni uno solo de los policías en la escena decidió actuar.

Como suele hacer, la policía mintió sobre lo sucedido. Steven McCraw, director del Departamento de Seguridad Pública de Texas, afirmó falsamente el 25 de mayo que la policía “se enfrentó de inmediato” y que “mientras se acercaba el tirador, se le acercó un oficial de recursos del distrito escolar”. Al contrario. La verdad es que la policía tardó más de una hora en actuar.

Un debate sobre la seguridad pública se está librando en todo el país. Las organizaciones, los políticos y los medios de comunicación a favor de la policía están tratando de manipular las preocupaciones genuinas de las personas sobre la seguridad para promover la idea de que la policía debe ser celebrada y dotada de aún más recursos. Esperan que esto ayude a los policías a recuperar su posición política después de haber sido desafiados de manera histórica por el levantamiento nacional contra el racismo de 2020.

Lo que ocurrió en la Escuela Primaria Robb en Uvalde muestra cuán cínica es esta maniobra. La epidemia multifacética de violencia en los Estados Unidos solo puede abordarse verdaderamente mediante una transformación profunda de la sociedad que termine con la devaluación sistemática de la vida humana que es tan pronunciada en este país.

Los pasos inmediatos como la expansión de los programas sociales, los programas de interrupción de la violencia y el fin de la impunidad legal que disfrutan las corporaciones de fabricación de armas pueden hacer mucho más para aliviar la crisis que la ampliación del poder policial. Mientras los oficiales permanecían de brazos cruzados fuera del aula ese trágico día, demostraron sin lugar a dudas que su papel en la sociedad no tiene nada que ver con proteger a la gente.

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