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Las víctimas civiles de ataques de dron

“¿Acabamos de matar a un niño?” preguntó Brandon Bryant, un operador de aviones no tripulados sentado dentro de un pequeño recipiente en Nuevo México. El piloto junto a él, viendo la misma pantalla de una explosión de una choza en Afganistán a 6.250 millas de distancia, responde: “Sí, supongo que era un niño.” Recientemente, Bryant, arrepentido, contó esta historia a la revista alemán Der Spiegel.

La historia de Bryant es, por desgracia, demasiada común. Su único significado es que Bryant, ex-operador, ha revelado públicamente el cruel desprecio por la vida humana que se exhibe en el interior de la máquina de guerra de EE.UU.

El doble toque en Pakistán

La guerra de drones está más estrechamente relacionada con la agresión contra el pueblo de Pakistán, especialmente en la parte noroeste del país. Allí, donde los combatientes afganos a menudo cruzan la frontera, entre 1.600 y 3.100 paquistaníes han muerto por los ataques de aviones no tripulados.

Un estudio reciente de la Universidad de Nueva York y la Universidad de Stanford, concluyó que 98 por ciento de la gente asesinada por los drones en Pakistán eran mujeres y niños. Aunque es difícil determinar los datos exactos, es claro que la administración de Obama ha aumentado rápidamente el uso de bombardeos con aviones no tripulados. Ha habido más de 300 ataques con aviones no tripulados en Pakistán desde el 2004, pero más ataques han ocurrido en el año 2009 que en la totalidad de los años de Bush. Numerosos ataques en el 2012 han cobrado ya 330 vidas.

Entre los crímenes más descarados cometidos por el imperialismo de EE.UU. se encuentra una táctica conocida coloquialmente en círculos militares como el “doble toque (double tap en inglés)” — atacar a un objetivo dos veces seguidas con el fin de matar a la gente que responde de inmediato, por lo general el personal médico y de emergencias. Esta práctica fue calificada como crimen de guerra por Christof Heyns, un funcionario de alto rango de las Naciones Unidas.

Mirza Shahzad Akbar, abogada de Pakistan, le dijo al periódico El Independiente, en septiembre del 2012: “En el pasado era un ataque singular de vez en cuando. Ahora casi uno de cada dos ataques es el doble toque.” El doble toque intensifica sicológicamente el terror en la población.

La reporte de Stanford-NYU incluye testimonios de primera mano de los sobrevivientes: El único sobreviviente del primer ataque de la administración de Obama, en Waziristan del Norte, Faheem Qureshi, dijo que “usualmente cuando los drones atacan y hay muertos, nadie se acerca a los cuerpos por una media hora por temor a otro ataque con misiles”.

El reporte sugiere que hay un período de “seis horas de espera mandatoria” entre los que oficialmente responden a ayudar en Waziristan del Norte, por temor a un segundo ataque, dejando así a los aterrados habitantes y familiares con la decisión de arriesgarse para hacer un rescate.

Este tipo de ataque de aviones no tripulados ha provocado un creciente movimiento de masas en Pakistán. Decenas de miles de personas se han unido a las manifestaciones contra el gobierno de los EE.UU. y contra el gobierno paquistaní por su colaboración con el imperialismo y la falta de defensa a la soberanía nacional.

Yemen y el cuerno de África

Una campaña sostenida de bombardeos por aviones no tripulados de los EE.UU. también ha apuntado a amplias zonas de Yemen. De acuerdo a los documentos de Wikileaks en 2009 el entonces dictador yemení, Ali Abdullah Saleh, animó a los diplomáticos estadounidenses a seguir golpeando a sus objetivos, al mismo tiempo, asegurando: “Vamos a seguir diciendo que las bombas son nuestras, no de ustedes”.

Han habido manifestaciones masivas en Yemen para expresar la indignación popular por los bombardeos con aviones no tripulados.

El 14 de diciembre, miles de personas marcharon en ciudades de todo el país pidiendo la expulsión del embajador de EE.UU.

El año pasado, un ataque dron de EE.UU. en Yemen tenía como objetivo y terminó matando a Anwar Awlaki, un líder religioso muy conocido quien era un ciudadano de los Estados Unidos. Este asesinato fue justificado en base a que los mensajes de Awlaki y los sermones a sus seguidores en si mismos constituyen una “inminente amenaza terrorista”. Dos semanas más tarde, otro avión no tripulado estadounidense mató al hijo de 16 años de Awlaki, quien nació en Denver, Colorado, en un caso de “daño colateral”.

Hoy en día es común aplicar la guerra dron en África, particularmente en Somalia. Operando desde bases en Djibouti, Etiopía, las Islas Seychelles y otros estados en la región, aviones no tripulados de Estados Unidos han matado al menos a 112 de los llamados “militantes” y 57 civiles en Somalia. También han jugado un papel clave de apoyo y vigilancia, ayudando a la invasión por tierra de Somalia, conducida por Etiopía y Kenia desde 2006 a 2009. El elevado número de accidentes de aviones no tripulados y averías reportadas sugieren que la presencia de aviones no tripulados en el este de África ha aumentado significativamente en los últimos años.

La Casa Blanca y el Pentágono han utilizado las mismas justificaciones de “guerra contra el terror” que la administración Bush inventó para renunciar a todos los protocolos jurídicos internacionales, para lanzar guerras no declaradas y llevar a cabo asesinatos. Simplemente se han otorgado a si mismos el derecho a ser el juez, el jurado y el verdugo del mundo.

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