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No se deje engañar por las mentiras de Trump sobre Venezuela

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en un mitin en apoyo a la Revolución Bolivariana el 2 de febrero del 2019. Foto: Prensa Presidencial
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en un mitin en apoyo a la Revolución Bolivariana el 2 de febrero del 2019. Foto: Prensa Presidencial

22 de febrero del 2019
A la gente en los Estados Unidos las están inundando con una avalancha de propaganda sobre Venezuela y sobre el gobierno del presidente Nicolás Maduro. Esto suele suceder durante el período previo a una nueva guerra de los Estados Unidos. La intención es preparar a las personas psicológicamente para que acepten la agresión venidera al conectarla con una causa noble. La guerra de la información siempre antecede a la guerra real.

La Coalición ANSWER emitió un llamamiento a la acción contra la guerra, basado en la oposición al golpe de Estado, a las sanciones y a la guerra respaldados por los Estados Unidos. Estas demandas básicas permiten que personas con diversos puntos de vista acerca del gobierno venezolano encuentren puntos de unidad para actuar en conjunto. El PSL considera que este es el enfoque correcto para desarrollar el movimiento. Dicho esto, creemos que es fundamental aclarar la caracterización del gobierno venezolano hecha por los medios de comunicación corporativos.

La satanización del gobierno de Venezuela es constante. Está encabezada por Donald Trump, Mike Pence, John Bolton y Marco Rubio, y también la repite la supuesta “oposición” como Nancy Pelosi, Joe Biden, CNN y el New York Times. Se repite tan a menudo que llega a influenciar incluso a personas progresistas que se oponen a una nueva guerra. Al declarar su oposición a un golpe de estado o una intervención, muchos agregan inmediatamente: “desde luego que no apoyo a Maduro” que es un “dictador,” “corrupto,” “antidemocrático,” o que “ha administrado mal la economía.” Pero, ¿será esto cierto? ¿O será parte de una campaña de propaganda por parte aquellos que están intentando provocar una guerra?

¿Es cierto que Maduro es un “dictador”?

Si el presidente Maduro fuera un dictador, ¿por qué ha permitido que se lleven a cabo grandes manifestaciones con regularidad para pedir su derrocamiento, promovidas por grandes corporaciones del sector privado? ¿Una dictadura permite que 11 partidos de la oposición participen en las elecciones, como sucedió en las últimas elecciones que se llevaron a cabo en el país el diciembre pasado?

Incluso el líder golpista respaldado por Estados Unidos, Juan Guaidó, quien se declaró presidente y que todos los días pide que los militares se subleven y que intervenga una potencia extranjera, tiene la libertad de viajar por la capital dando discursos y llevando a cabo reuniones como parte de su campaña para derrocar al gobierno.

¿Es fraudulento el sistema electoral?

Venezuela ha tenido 24 elecciones desde que Chávez fue elegido por primera vez en 1998. Las misiones internacionales de observación han verificado durante mucho tiempo que el sistema electoral es libre, justo y de primera categoría. ¡La oposición de derecha incluso ganó algunas de estas elecciones y en aquellos momentos no declararon fraude! El sistema no ha cambiado desde entonces. No hay evidencia que respalde el supuesto fraude electoral; se ha hecho precisamente porque la oposición no ha logrado encontrar una manera de desalojar al partido socialista y al presidente Maduro del poder.

¿Qué pasa con las imágenes de violencia en las calles?

Las protestas de la oposición, grandes y pequeñas, se llevan a cabo todo el tiempo en Venezuela sin incidentes. Después la primera elección de Maduro en 2013, las fuerzas de derecha iniciaron una serie de disturbios llamados “guarimbas” en el 2014 que cobraron la vida de 43 personas. La mayoría de los 43 asesinados eran transeúntes u otras que fueron atacados por los manifestantes, incluyendo a nueve miembros de la policía o de la guardia nacional. Instalaron barricadas y alambres de púas para cerrar intersecciones y vecindarios enteros, y cometieron actos de violencia horripilantes contra cualquiera que se interpusiera en su camino.

Elvis Rafael Durán fue una de sus víctimas. Su padre Luis recordó dos años después de su muerte: “En su camino a casa [de mi hijo], se estrelló contra un alambre de púas que colgaba en el bulevar y fue decapitado. … Si estas personas no hubieran hecho un llamado a estos actos de violencia, nada de esto hubiera sucedido. Mi hijo no hubiera perdido la vida.” En el 2014, una manifestación de la oposición marchó contra una agencia gubernamental que le ofrece vivienda gratuita a los pobres e intentó incendiar el edificio, incluyendo una guardería infantil llena de niños.

La oposición reavivó estas tácticas violentas en el 2017 con renovada brutalidad y con una supremacía blanca extrema y desvergonzada. Una de sus víctimas fue un joven afrovenezolano llamado Orlando Figuera, quien fue apuñalado varias veces, luego fue bañado en gasolina y quemado vivo.

Los disturbios tenían como objetivo hacer una escalada en el conflicto con el gobierno de Venezuela para dar una imagen de inestabilidad o provocar el tipo de represión que podría generar una intervención internacional. Cualquier gobierno castigaría a los autores de tales crímenes violentos. Uno de los opositores homenajeado como “luchador por la libertad” por políticos estadounidenses como Marco Rubio fue Oscar Pérez, quien fue asesinado en un tiroteo mientras era arrestado. Su crimen había sido secuestrar un helicóptero y lanzar granadas sobre la Corte Suprema de Venezuela.

A pesar de todo esto, el gobierno ha tomado medidas contra los excesos policiales. Después de violentas protestas contra el gobierno a fines del 2016, por ejemplo, siete policías fueron arrestados y acusados de “violaciones de derechos fundamentales.” En el 2014, un oficial de la policía fue acusado del asesinato de un manifestante de la oposición a pesar de que se encontraba rodeado y de que estaba siendo apedreado. El ministro del interior de Maduro defendió el arresto del oficial y dijo: “Seremos implacables en la aplicación de la justicia y la ley.”

¿Se está arrestando a los líderes de la oposición?

Los líderes de la derecha que han sido arrestados y encarcelados, como Leopoldo López, Freddy Guevara y David Smolansky, fueron quienes organizaron y alentaron este movimiento violento. No fueron arrestados por sus creencias. Esto es lo que Estados Unidos considera “presos políticos.” Los partidos de la oposición y sus líderes, quienes cuentan con el apoyo de enormes sumas de dinero de la clase alta del país y las agencias estadounidenses, siguen organizándose abiertamente e instando a disturbios. Uno de los líderes de la oposición, Henri Falcón, se presentó en las elecciones presidenciales de 2018 y recibió 2 millones de votos (poco menos del 20 por ciento). Aceptó su derrota ante Maduro.

¿Qué pasa con la eliminación de los partidos de oposición?

Algunos de los partidos de oposición que boicotearon las últimas elecciones han sido dados de baja por el gobierno. Eso es cierto, pero no es ningún escándalo. También en los Estados Unidos, en la mayoría de los estados, un tercer partido solo puede aparecer en la boleta electoral si ha alcanzado un cierto umbral en los votos en la últimas elecciones, y de lo contrario, debe comenzar de cero.

¿Es cierto que Maduro ha “arruinado la economía”?

El país se encuentra en medio de una grave crisis económica. Pero echarle la culpa a Maduro ignora tanto las causas de la crisis como la respuesta del gobierno. La principal causa de los problemas económicos es el colapso histórico del precio del petróleo que comenzó en 2014. Durante los últimos 100 años, Venezuela ha dependido de la exportación de petróleo casi de manera exclusiva para financiar su presupuesto nacional y adquirir ganancias en moneda extranjera. La revolución bolivariana ha logrado un gran progreso en el ámbito social desde la elección de Hugo Chávez en 1998, pero aún no ha podido superar este legado de dominación extranjera, una meta difícil que pocos países han podido alcanzar.

El precio del petróleo llegó a un máximo de más de $105 dólares por barril en junio de 2014 y luego cayó dramáticamente a menos de $35 dólares en febrero de 2016.

Esto se ha visto exacerbado en gran medida por las sanciones de EE. UU. contra la industria petrolera que ahora se ha convertido en un bloqueo total, que según el asesor de seguridad nacional de John Trump, Bolton le costará a Venezuela unos $30 millones de dólares por día. A instancias de los Estados Unidos a fines de 2017, la empresa belga de servicios financieros Euroclear congeló $1.65 mil millones de fondos públicos venezolanos, ¡incluyendo $450 millones en efectivo!—que el gobierno estaba intentando utilizar para comprar alimentos y medicinas. En enero, el Banco de Inglaterra básicamente saqueó $1,2 mil millones de oro venezolano que el gobierno había depositado con ellos, anunciando que solo le permitirían al líder golpista Guaidó acceso a los activos. Esto es puro saqueo colonial.

¿La crisis económica está causada por el socialismo?

Si bien la Revolución Bolivariana y el gobierno venezolano han declarado que su proyecto es desarrollar el socialismo y han hecho grandes avances en esa dirección, la gran mayoría de la economía aún está en manos de los capitalistas. El sector privado controla el 50 por ciento de la producción y distribución de los alimentos, el 80 por ciento de los artículos de higiene personal, el 70 por ciento de los artículos farmacéuticos y el 80 por ciento de la ropa y el calzado.

Venezuela existe en un orden mundial dominado por clases capitalistas hostiles a su gobierno, a las que le tiene que vender sus exportaciones, como el petróleo, y de las cuales tiene que importar bienes tan variados como alimentos, tecnología y repuestos. Incluso las empresas estatales y nacionalizadas se ven obligadas a operar según las reglas de esas corporaciones, bancos y acreedores extranjeros. Todo esto crea un gran conjunto de herramientas para que las fuerzas del capitalismo, y no del socialismo, saboteen, extorsionen y socaven el desarrollo económico de Venezuela.

¿Qué pasa con la inflación?

En 2003, Hugo Chávez instituyó controles de cambio de moneda para evitar que la élite venezolana sacara su dinero del país y de sus bancos al cambiarlo por dólares, lo cual dejaría al país en la quiebra y colapsaría su moneda. Solo ciertas cantidades de dinero podían ser intercambiadas por dólares y tenía que pasar por instituciones aprobadas por el gobierno.

Esto llevó a un cambio de moneda clandestino que creció con el tiempo. Cuando los precios del petróleo colapsaron, el gobierno podría haber hecho lo que hacen los gobiernos de los ricos: instituir recortes a todos los programas sociales, venderle los activos del gobierno a inversionistas privados y dejar que los pobres se valgan por sí mismos y se mueran de hambre. En cambio, el gobierno venezolano siguió financiando estos programas e importando alimentos y medicinas con sus reservas de divisas extranjeras en disminución. El gobierno intentó vender su deuda a los inversionistas para estabilizar sus finanzas, como hacen muchos otros, pero las sanciones de los EE. UU. y una retirada por parte del capital internacional lo impidieron. Como respuesta, el gobierno de Maduro imprimió más dinero para importar alimentos y tecnología necesarios para la gente. Sin embargo, esto aumentó las presiones inflacionarias.

También hay evidencia sustancial de que la Reserva Federal de los EE. UU. devaluó la moneda venezolana en varias ocasiones por motivos políticos. Mientras tanto, los sitios web de gestión privada como DolarToday publican estimaciones exageradamente infladas del valor “verdadero” de la moneda venezolana en relación con el dólar estadounidense. DolarToday está dirigido por Gustavo Díaz, un ex-oficial militar venezolano que participó en el fallido golpe de Estado de 2002. Esto constituye una forma de guerra psicológica que constantemente les crea en duda a los trabajadores y las empresas sobre el valor real de sus salarios y de sus productos. Después de cada aumento del tipo de cambio, las tiendas aumentaron sus precios, pero, por temor a una futura inestabilidad, no bajaron los precios en igual medida cuando el tipo de cambio disminuyó. Esto también contribuyó a la inflación.

Mientras tanto, los distribuidores privados e importadores acumularon bienes para inflar sus costos y profundizar la crisis social. Los bienes subsidiados por el estado y con controles de precio (como la gasolina) han sido introducidos en el mercado negro y revendidos con enormes ganancias en la frontera colombiana. Por ejemplo, una redada llevada a cabo por las fuerzas de seguridad en 2015 descubrió una reserva de 176,000 litros de gasolina, 1,260 litros de aceite para vehículos, 2,000 cajas de cerveza, dos toneladas de azúcar, tres toneladas de arroz, media tonelada de aceite de cocina y casi 15 toneladas de otros productos alimenticios esenciales.

En conjunto, estos factores crearon una crisis de confianza en la moneda. Los errores y la mala administración son desde luego son parte del problema, como lo ha declarado siempre el gobierno, pero la esencia es que el capitalismo internacional ha castigado a Venezuela por seguir priorizando las necesidades de los pobres durante esta recesión económica agravada por las sanciones.

¿Es cierto que el gobierno está permitiendo que la gente muera de hambre?

No. Seis millones de familias se están beneficiando de una nueva iniciativa llamada Comités Locales de Suministro y Producción que distribuye directamente paquetes de alimentos esenciales y otros bienes de consumo de manera regular a las personas más afectadas por la inflación. El gobierno venezolano ha aumentado en repetidas ocasiones el salario mínimo para tratar de contrarrestar las presiones inflacionarias. Entre otras medidas han hecho el sistema de transporte del metro de Caracas completamente gratuito para que las personas puedan ir al trabajo y a la escuela sin impedimentos financieros.

¿Es cierto que el gobierno venezolano se está robando todos los recursos del país, como lo afirma el gobierno de los Estados Unidos?

Es cierto que hay corrupción burocrática en Venezuela, como lo admite abiertamente el gobierno, y como la hay en muchos países. Pero ante esta crisis, el gobierno venezolano se ha enfocado en defender los niveles de vida de los pobres y los trabajadores. En el 2016, durante el colapso de los precios del petróleo, el gobierno venezolano destinó el 73 por ciento de su presupuesto a programas sociales.

En 2017, Maduro anunció un nuevo programa destinado a garantizarle el empleo a los jóvenes llamados Chamba Juvenil. Alrededor de 200,000 jóvenes se inscribieron en el programa. Los jóvenes venezolanos, especialmente aquellos que históricamente se habían visto excluidos de la educación superior debido a la pobreza, ahora disfrutan de una educación gratuita y oportunidades reales, gracias a 45 universidades y colegios públicos que se han creado en los 20 años de la Revolución Bolivariana.

Posiblemente el programa social más impresionante del gobierno de Maduro es la Gran Misión de Vivienda de Venezuela, una iniciativa para darle hogares gratuitos o casi gratuitos a todos los venezolanos que necesiten de una vivienda digna. A principios de este año, la Misión de Vivienda alcanzó un nuevo hito: 2.5 millones de nuevas casas construidas y distribuidas a la gente. Con un tamaño promedio de cuatro familias, esto significa que un tercio de los 30 millones de venezolanos en Venezuela se están beneficiando del programa. ¡Imagínese que el gobierno de los Estados Unidos, que cuenta con recursos muchos mayores, le proporcionara un hogar a los 100 millones de pobres!

¿Qué pasa con la escasez de servicios médicos y de medicamentos?

La constitución de Venezuela garantiza el derecho a la atención médica, y más de 20,000 médicos y enfermeras cubanos le están brindando atención sanitaria gratuita a la población. Con la cooperación cubano-venezolana, miles de venezolanos han sido capacitados para convertirse en la nueva generación de médicos.

Pero estos beneficios para la salud se han visto amenazados por las sanciones de los EE. UU. e incluso por la violencia de la derecha dirigida contra estos centros y contra los médicos. En el 2018, la orden de compra de Venezuela de cinco importantes envíos médicos fue bloqueada por los bancos de los EE. UU. El programa de vacunación para niños del año se retrasó durante cinco meses y a los más de 60,000 diabéticos del país se les negó la insulina, nuevamente debido a las sanciones de EE. UU.

¿Por qué el gobierno de Maduro está bloqueando la “ayuda humanitaria”?

Las Naciones Unidas y la Cruz Roja han declarado que la “ayuda” en la frontera con Colombia no cumple con la definición de humanitario, que debe ser neutral, apolítica y solicitada por el país receptor. ¿Por qué Venezuela permitiría que los mismos países que han saqueado sus recursos y tesorería ahora pretendan estar a favor de una “ayuda humanitaria”? Con razón ve esto como una maniobra política para intentar humillar al gobierno en los medios y provocar un conflicto militar.

Venezuela no ha rechazado la ayuda de sus amigos internacionales. El ministro de Salud de Venezuela, Carlos Alvarado, anunció la semana pasada la llegada de 933 toneladas de medicamentos y suministros médicos de China, Cuba y la Organización Panamericana de la Salud. A principios de esta semana, el presidente Maduro anunció que llegarán pronto 300 toneladas de ayuda rusa. Esto es más de 10 veces la cantidad “ofrecida” por USAID, cuyo director ha estado dando discursos militantes que exigen un cambio de régimen en Venezuela.

Conclusión

No es necesario someterse ante las mentiras sobre Venezuela de parte de Trump, Bolton o el senador Marco Rubio. Existe un motivo por el cual el gobierno de Maduro sigue disfrutando de un gran apoyo entre los pobres y de la clase trabajadora del país, a pesar de que han sido los más afectados por la crisis económica. Millones de venezolanos han visto que el gobierno y el Partido Socialista Unido han tratado de hacer que la sociedad sea más justa, participativa e independiente, y esa es precisamente la razón por la cual el imperialismo estadounidense y la oligarquía del país están tratando de estrangularlo.

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