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Rusia entra en la guerra en Siria, revelando la hipocresía y las contradicciones de Washington

La intervención militar directa de Rusia en Siria ha cambiado dramáticamente la dinámica de una guerra que se ha prolongado desde el 2011. Los combates durante los últimos cuatro años se han destrozado en pedazos a este histórico país árabe, han convertido en refugiados a millones de sirios, y han dejado muertos a más de 200.000 personas.

El escenario está apto para una posible contraofensiva militar de gran envergadura contra las organizaciones islámicas militares reaccionarias que se van conquistando cada vez más y más terreno.

Después de cuatro años de lucha en contra de estos grupos, el ejército sirio se encuentra forzado a permanecer en un territorio cada vez más pequeño al oeste de Siria. La intervención por parte de Rusia tiene la intención de reforzar sus esfuerzos y detener el retiro ante los ejércitos del llamado Estado Islámico (EI), Al Qaeda y otros, en preparación para una contraofensiva militar.

La fuerza principal que ha estado previniendo que Siria sea completamente invadida por el EI y Al-Qaeda ha sido el Ejército Árabe de Siria, el ejército nacional de ese país. Entre 50.000 y 85.000 soldados sirios han muerto ya en esta lucha. Las fuerzas kurdas de Siria bajo el liderazgo del Unidades de Protección para el Pueblo (YPG) también están combatiendo heroicamente contra el EI. El YPG luchó antes en contra del ejército sirio, en un esfuerzo para crear una área autónoma kurda en la parte norte de Siria.

Ahora el ejército ruso ha entrado directamente en la batalla por el lado del ejército nacional sirio. Rusia podría dar asistencia directa a los combatientes kurdos también. La intervención de Rusia fue solicitada formalmente por parte del gobierno soberano de Siria bajo el liderazgo del Bashar Al-Assad, y por lo tanto se ajusta a la ley internacional.

La posición declarada del gobierno ruso es que una solución a lo largo plazo para la crisis en Siria vendrá a través de un cambio político, basado en el diálogo entre el gobierno baasista y algunos de la oposición – pero no con el EI ni Al Qaeda – y la retención y la defensa del núcleo de las instituciones del estado soberano de Siria.

La conexión entre Rusia y Siria

Rusia y antes la Unión Soviética eran aliados históricamente con el gobierno baazista secular en Damasco, con profundos lazos militares, sociales, y económicos con el país.

Es sumamente importante que las fuerzas progresistas abandonen las falsas caracterizaciones políticas que vienen por parte de los medios de comunicación imperialistas.

A Assad le han caracterizado por ser un “dictador” que está “matando a su propio pueblo”. Éso funciona como propósito de demonización, pero no tiene nada que ver con una posición informada sobre el carácter social y político de las diferentes fuerzas en la guerra actual en Siria. Al leer las noticias occidentales, uno se termina pensando que cada muerte es culpa del gobierno sirio. No hay casi mención de la base social de apoyo al gobierno sirio, ni de los 50.000-80.000 soldados sirios que han muerto luchando en contra de los grupos armados sectarios, incluyendo el EI y al-Qaeda.

El gobierno baasista de Siria, al igual que el régimen baasista iraquí, prohibió los partidos religiosos sectarios. Saddam Hussein también prohibió el Partido Comunista, pero a la vez estableció un programa económico y social-democrático con base secular. En Siria, los miembros del partido baasista trabajaron con algunos izquierdistas sirios y otros grupos reprimidos.

En 2011 y 2012, el gobierno ruso organizó reuniones en Moscú de los grupos de la oposición siriana que estaban políticamente en contra de Assad y quienes exigían profundas reformas políticas del régimen, pero que rechazaron la intervención extranjera y la lucha armada. La mayoría de estos grupos de la oposición eran seculares.

La política de EE.UU. y el surgimiento del EI

Los Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, y sus aliados en Turquía y Arabia Saudita tomaron un camino distinto. Los Estados Unidos y sus aliados en la OTAN y aliados regionales han brindado armas y dinero a los grupos sectarios de la derecha desde que comenzó la guerra civil en Siria en el 2011. Esto se transformó rápidamente en el dominio de la oposición armada en Siria del Estado Islámico, Al-Qaeda, y otros grupos parecidos.

En sus esfuerzos imprudentes para aplastar al gobierno de Assad, igual de lo que se hicieron con Gadafi en Libia, al gobierno de Obama le importó muy poco el carácter político de los llamados “rebeldes”. De esta manera, crearon un monstruo que no han podido controlar.

A pesar de que el EI y Al-Qaeda se hacían más fuertes y se apropiaban más y más territorio del ejército sirio, el gobierno de Obama apuntaba contra el gobierno sirio. La CIA seguía coordinando envíos de armas masivas por vía de la Turquía, Arabia Saudita, y Qatar que permitió que la oposición armada se volviera cada vez más fuerte. En agosto del 2013, John Kerry y los republicanos en el Congreso exigieron el bombardeo del ejército nacional y de los militares del gobierno sirio, no del EI ni de los grupos armados de la oposición.

Luego, en junio del 2014, ISIS sorprendió a los Estados Unidos al derrotar el ejército iraquí y al tomar el control de Mosul, la tercera ciudad más grande de Irak, y también la gran parte de la provincia de Anbar ya que también parecía amenazar activos estadounidenses en Irak. Preso del pánico, Obama cambió su curso repentinamente, envió a miles de militares estadounidense a Irak, y anunció un bombardeo abierto a las posiciones de ISIS en Siria e Irak.

Obama anunció la nueva campaña militar contra el EI el 10 de septiembre de 2014, pero también reiteró que los Estados Unidos siguiera trabajando para derrocar al gobierno de Assad en Siria.

Cuando le hablaba al pueblo de los Estados Unidos sobre el plan de una “guerra sin fin” en contra del Estado Islámico en Iraq y Siria, Obama se reusaba a decir la verdad sobre la situación en el Medio Oriente. Él se negó a reconocer cómo la estrategia de su gobierno para el cambio del régimen en Libia y Siria, igual que la guerra anterior de George W. Bush en Irak, se han sido factores fundamentales que llevaron a cabo el surgimiento del EI y las otras organizaciones extremistas en tres de los cuatro más importantes estados seculares en el mundo árabe.

La política irresponsable, imprudente, y miope de la administración Obama en Siria y Libia no fue menos impresionante en el 2011 que la de Jimmy Carter y Ronald Reagan en Afganistán en la década de 1980 cuando la CIA y el Pentágono proporcionaron un apoyo masivo a los combatientes “muyahidines” —entre ellos Osama bin Laden—en una guerra clandestina contra el gobierno socialista que había tomado el poder en Afganistán. Las guerrillas anticomunistas apoyadas por los Estados Unidos se transformaron más tarde en Al Qaeda y los talibanes.

Fallidos esfuerzos militares estadounidenses: el EI está ganando

No fue solo que las intervenciones estadounidenses abrieron el espacio político para el surgimiento del EI en Irak, Libia, y Siria, sino que también el último esfuerzo de Obama contra el EI se ha resultado en un fracaso miserable. Si el objetivo era “degradar y derrotar al EI” como se había prometido, han fracasado por completo. El EI es más fuerte que nunca. Decenas de miles de nuevos combatientes se han unido al EI en Siria durante los últimos 12 meses. Dinero y armas siguen llegando. Es el ejército sirio que ha perdido terreno, no el EI.

Obama prometió “no habrán botas en el suelo” en Siria. Los militaristas más derechistas en el Congreso estadounidense tampoco están pidiendo miles de tropas de Estados Unidos para ir a luchar una batalla contra el EI. La opinión pública en los Estados Unidos no va a permitir otro despliegue masivo de tropas para luchar y morir en otra guerra en el Medio Oriente.

Pero desde un punto de vista militar, los ejércitos del EI y Al-Qaeda no pueden ser derrotados por asalto aéreo. Sólo pueden ser derrotados por otras fuerzas en el terreno.

Cuando el presidente ruso Putin habló en la Asamblea General de las Naciones Unidas el 28 de septiembre, él implícitamente echó la culpa a los Estados Unidos por la creación de la crisis actual en el Medio Oriente, al invadir y destruir el gobierno secular de Irak en 2003, destruyendo militarmente al gobierno secular de Libia en 2012 y fomentar la guerra civil en Siria.

En la ONU, Putin hizo una llamada por la creación de una coalición internacional para derrotar a ISIS, parecido a la coalición “anti-Hitler” en la Primera Guerra Mundial, que se unió a la Unión Soviética, los Estados Unidos y Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial. También hizo hincapié en la necesidad de respaldar el gobierno soberano de Siria en su lucha contra el EI, Al Qaeda y las otras organizaciones armadas.

El gobierno de Obama rechazó inmediatamente esta propuesta porque incluía la colaboración con el gobierno sirio. Esto no es más que una manifestación de la arrogancia y la soberbia de los representantes del Imperio. Ante sus ojos, Assad no debía sobrevivir después de que se declararon que su gobierno debía caer. Desde que Obama, Kerry, y Hillary Clinton declararon “Assad debe irse,” no han estado dispuestos a aceptar la responsabilidad de la “humillación” de su “gran poder” que implicaría al entrar en una alianza abierta con el mismo gobierno del que declararon “no había futuro” en Siria.

La contradicción e hipocresía

El secretario de defensa de Obama, Ashton Carter, dice que los esfuerzos de Rusia en Siria están “condenados al fracaso” porque Rusia cree que la lucha contra el EI y otras fuerzas terroristas requiere apoyo al gobierno de Assad y el ejército sirio.

Pero la contradicción lógica no reside en la posición rusa, sino en la adoptada por la Casa Blanca. El EI y la coalición liderada por Al-Qaeda, aunque a veces se pelean entre sí, están luchando contra el ejército se Siria. La única razón por la que no se han tomado por la fuerza a todo el país es por la lucha liderada por el ejército sirio.

Los Estados Unidos dice que quiere degradar y derrotar al EI, y está bombardeando algunas de las posiciones de ISIS, pero no va a enviar tropas para derrotar al EI. No va a apoyar a los militares sirianos que en realidad son los que están luchando contra el EI y una serie de otros grupos terroristas. De hecho, el gobierno estadounidense está enviando armas y los sueldos de los combatientes anti-Assad quienes están luchando junto a Al-Qaeda.

La posición de los Estados Unidos no aparece sólo como una “contradicción lógica” o hipócrita, sino rotundamente absurda.

Sólo hay que mirar al pasado: funcionarios de Obama están condenando el atentado de Rusia, ya que se ha dirigido a Al-Qaeda. Aviones rusos están bombardeando posiciones de varios grupos armados de la oposición, incluyendo el Frente Nusra, una filial de Al-Qaeda, que Estados Unidos reconoce como responsable del secuestro del los aviones que se estrellaron con el World Trade Center y el Pentágono el 11 de septiembre del 2001.

La necesidad de destruir a Al Qaeda ha sido la razón principal utilizada por la “guerra contra el terrorismo” de Estados Unidos, llevada a cabo durante los últimos 14 años en Afganistán, Pakistán, Yemen, Somalia y otros lugares.

Por lo tanto, la ironía es inconfundible cuando los medios de comunicación del Pentágono y de Estados Unidos ahora denuncian el bombardeo ruso a la filial de Al-Qaeda en Siria. Y la ironía es más profunda aun. El bombardeo ruso también ha golpeado los grupos armados financiados por la CIA que luchan junto a Al-Qaeda.

Así es. Los impuestos de los estadounidenses están pagando por las armas y el entrenamiento y los sueldos de los combatientes armados que luchan con, y no contra, Al-Qaeda. Al parecer, a Al-Qaeda le parece bien, siempre y cuando maten a los sirios y no estadounidenses, y que ayuden a los EE.UU. a derrocar gobiernos independientes en el Medio Oriente.

Esta aparente contradicción y rareza de la política estadounidense con respecto a Al-Qaeda no es exagerada para los que estamos en el movimiento contra la guerra de Estados Unidos, el cual se movilizó con éxito para no permitir la proyectada campaña de bombardero de Obama y Kerry contra el ejército sirio que estaba planeada para agosto del 2013 y que fuera estrictamente evitada sólo cuando Obama dio un paso del precipicio en el último momento.

Esto es del 1ro de octubre de 2015, el New York Times:

Los ataques del jueves se dirigieron al Ejército de la Conquista, una coalición de grupos insurgentes que incluyen al Frente Nusra, el grupo radical islamista Ahrar al-Sham y una serie de grupos islamistas menos extremos —de los cuales todos se oponen al Estado Islámico. A menudo, luchando junto al Ejército de Conquista, hay grupos relativamente seculares que quedan del Ejército Libre de Siria, incluyendo algunos que han recibido entrenamiento por parte de Estados Unidos y misiles antitanques de fabricación avanzada estadounidense. Al menos un grupo entrenado por la CIA fue uno de los objetivos golpeados el miércoles, la que trajo una airada respuesta de Washington.

El propio John McCain confirmó ataques contra “nuestro Ejército Libre de Siria o grupos que han sido armados y entrenados por la CIA, porque tenemos comunicación con gente de allí”.

Detener la campaña de EE.UU. para el cambio de régimen en Siria

La posición del gobierno ruso es que la supervivencia del ejército sirio es indispensable para una solución política viable que podría poner fin a la guerra en Siria y evitar que el país siga siendo fragmentado. Eso es precisamente lo que sucedió en Libia e Irak después de la destrucción imperialista de esos dos países en 2003 y 2011, cuando se destruyeron las estructuras estatales existentes.

Lejos de ser una “contradicción lógica”, esto es totalmente racional. En una entrevista con Charlie Rose de CBS el 24 de septiembre, Putin declaró: “No hay otra solución a la crisis siria que el fortalecimiento de las estructuras efectivas del gobierno y brindándoles apoyo en la lucha contra el terrorismo. Pero al mismo tiempo, instándolos a participar en un diálogo positivo con la oposición racional y llevar a cabo una reforma. … ” Como una respuesta a los responsables políticos estadounidenses que insistieron en que “Assad tiene que irse,” dijo a Charlie Rose, “Es sólo el pueblo sirio que tiene derecho de decidir quién debe gobernar su país y cómo”.

La guerra de Siria ha entrado en una nueva etapa. Hay mucho en juego. La intervención de Rusia constituye una promesa de que todo el país no se verá tomado por el EI o Al-Qaeda.

El hecho de que Rusia haya entrado en la lucha en Siria a través de la creación, en Bagdad, de un nuevo centro internacional de coordinación militar contra el EI que incluye a Rusia, Irán, Siria, y el gobierno de Irak debe ser considerada como una ironía histórica de primer orden. Cuando Bush y Cheney mandaron la invasión criminal de Irak en 2003, la última cosa que podrían haber previsto una década después es un gobierno iraquí post-ocupación proporcionando un cuartel militar en Irak para Rusia, Siria, e Irán. Las palabras “irresponsables”, “imprudentes”, y “miopes” no son realmente eficaces para captar el grado de incompetencia de una política internacional basada, en la última instancia, en la arrogancia del poder imperial.

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