Celebrando el aniversario del asalto al Moncada

Algunos historiadores—particularmente aquellos opuestos a la Revolución Cubana—tratan la rebelión del Moncada, del 26 de julio de 1953 en Cuba, como un acto impetuoso de 132 radicales idealistas. Ellos ven a un grupo pobremente armado que decide atacar el cuartel del régimen de Batista apoyado por EEUU.

Pero la historia nos enseña que una pérdida militar puede muchas veces resultar una profunda victoria política. Los sobrevivientes heroicos de ese ataque—incluyendo Fidel Castro y otros futuros líderes de la Revolución Cubana—formaron el Movimiento 26 de Julio. El primero de enero de 1959, ellos entraron victoriosamente a La Habana, derrocando a la odiada dictadura de Fulgencio Batista.

Hace cincuenta y un años, esos revolucionarios planearon entrar a la base militar, adueñarse de los transmisores de radio y llamar al pueblo cubano para que se rebele y apoye la insurgencia. Un tiroteo afuera del cuartel eliminó el elemento sorpresa y las tropas del gobierno capturaron prácticamente a todos los revolucionarios. Cincuenta y cinco fueron torturados terriblemente y luego asesinados en el Cuartel Moncada.

‘Este movimiento triunfará’

Raúl Castro, héroe del ataque al Moncada, ha analizado el significado fundamental de la acción del 26 de Julio. Primero, el ataque inició un período de lucha armada, la cual, aprendiendo de las lecciones del Moncada, resultó ser una victoria. Segundo, sus acciones crearon una organización revolucionara intransigente, junto a un liderazgo nuevo, personificado mas claramente por Fidel Castro.

Momentos antes de atacar, Fidel dijo, “Este movimiento triunfará. Si ganamos mañana, nosotros alcanzaremos aún mas rápido lo que aspiraba José Martí. Si ocurre lo opuesto, la acción servirá como ejemplo para el pueblo de Cuba, para elevar la bandera y marchar hacia delante.” En efecto, se desarrolló rápidamente un movimiento demandando amnistía para los prisioneros, fortalecidos por el espíritu del Moncada.

Fidel enfrentó 60 días de confinamiento solitario. Fue forzado a presentarse en la Corte con ropas andrajosas, sin un sumario de su caso, sin abogado ni un jurado de iguales, y ni siquiera con sus notas. Y aún así, Fidel se convirtió en el fiscal, presentando una acusación tremenda contra la burguesía compradora cubana la cual por décadas había subordinado las necesidades del pueblo cubano a los intereses del imperialismo estadounidense.

Fidel mencionó el analfabetismo y la pobreza generalizada del país, la falta de tierra de los campesinos y la violencia brutal del gobierno. Justificó la violencia revolucionaria como una continuación de la lucha independentista de la nación. Le dió reconocimiento al líder independentista cubano del siglo XIX, José Martí, como el padre intelectual del Moncada. Hizo un llamado al pueblo, como los reales arquitectos de la historia, a que se subleven. Terminó con el mensaje profético: “Condénenme, no me importa. La historia me absolverá.”

Los activistas inmediatamente empezaron a imprimir y distribuir la ponencia de Fidel. Era mucho más que una defensa—fué el programa político de la primera fase de la revolución cubana.

De insurrección a revolución

Para Fidel, la insurrección era una táctica válida aun a principios de la lucha en Cuba. El argumentó que “un motor pequeño es necesario para ayudar a prender al motor mayor.” Los socialistas entienden que la sublevación armada puede ser una reacción necesaria a la violencia brutal del capitalismo, y que en algunas circunstancias puede servir como una chispa para encender la lucha revolucionaria de los trabajadores.

La derrota militar del Moncada fué una profunda victoria política. El año pasado, en el cincuenta aniversario de la rebelión, Fidel enumeró los logros monumentales de Cuba socialista. Cincuenta años antes, en su ponencia “La historia me absolverá,” ya había catalogado las condiciones de vida abismales del pueblo cubano.

En el año 2004, con un sistema social que cuenta con 99 por ciento de índice de alfabetismo, viviendas accesibles, y educación gratuita, y con un avanzado sistema de salud, la Cuba de 1953 pareciera ser historia antigua. Como dijo Fidel, esos mismos sueños que inspiraron la rebelión del Mondada no sólo fueron logrados por la realidad, pero de hecho han sido, “más que logrados” por medio siglo de un progreso social enorme.

Los datos sobre el ataque al Moncada fueron tomados de “Historia de Cuba: El desafío del Yugo y la Estrella,” por José Canton Navarro (2000).

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