EEUU se apresura a establecer un régimen títere






Las tropas de ocupación de EEUU protegen las urnas durante las elecciones en Irak.

Photo: Hrvoje Polan
Declaración del Partido por el Socialismo y la Liberación 8 de feb., 2005

Puede una elección ser “libre y justa” bajo condiciones de ocupación militar? La pregunta parece demasiado obvia para necesitar una respuesta.

Sin embargo, los medios corporativos de EEUU unánimemente llamaron a la “elección” del 30 de enero en Irak “un paso histórico” y “un punto de cambio en la historia del país.” A pesar de que Irak ha tenido elecciones en los últimos 80 años, virtualmente cada medio de comunicación ha mantenido que esta fue un precedente para el país.

Las elecciónes del 30 de enero fueron un elemento clave en la estrategia de Washington hacia Irak. Representa parte de su intención de encontrar la salida a la seria crisis de la ocupación de EEUU. La táctica de las elecciones fue dirigida a la opinión pública en ambos países, Irak y los EEUU. No fue accidental que tuvo lugar justo tres días antes del discurso anual presidencial de Bush, “el Estado de la Unión,” el 2 de febrero.

La administración Bush está deseando que la elección produzca un gobierno en Irak más legítimo pero aún complaciente, que le permita a EEUU comenzar a reducir su despliegue enorme e insostenible, mientras que continúe controlando al país.

Hoy, hay más de 150,000 tropas estadounidenses en Irak, junto con más de 25,000 de otros países. Además, 20,000 mercenarios enmascarados como fuerzas de “seguridad privada,” están desplegados. Todo eso suma 200,000 tropas extranjeras ocupando un país de 28 millones de personas.

Helicópteros estadounidenses, tanques, y otros vehículos blindados están en todas partes, controlando puntos claves—económicos y estratégicos—a lo largo de las fronteras de Irak. Realmente, no se puede describir a Irak como “país soberano.”

El pueblo de Irak ha sufrido pérdidas inimaginables en los últimos 15 años de guerra y de bloqueo económico por parte de EEUU y de las Naciones Unidas. Más de un millón de personas en Irak—la mayoría niños, enfermos y ancianos—murieron como resultado de las sanciones y el bloqueo impuesto en el país desde 1990 a 2003.

Las condiciones de vida han empeorado aún más desde la invasión de EEUU en marzo del 2003. Cerca de dos años de guerra han dejado un saldo de 100,000 muertos iraquíes, y la estructura política y social de Irak hecha añicos. El desempleo llega a un 70 por ciento. La electricidad en ese país rico en energía está disponible solamente unas pocas horas al día.

A los iraquíes se les había dicho que las elecciones darían señal de un mejoramiento en las condiciones de vida y el comienzo del fin de la ocupación de EEUU. Los invasores promulgaron las elecciones para salir de una situación crecientemente desesperada. Con respecto a esto, existe una similitud a las elecciones en Nicaragua de 1989.

Votando a punta de pistola

Por 10 años, después del triunfo de la revolución nicaragüense de 1978, EEUU organizó, financió y armó un ejército terrorista contrarrevolucionario para atacar al país. Los Contras, como se les conocía, desarrollaban una campaña de destrucción, tortura y asesinato en contra de la población de ese país pequeño y pobre.

Después de décadas de terrorismo auspiciado por la administración de Reagan, el gobierno Sandinista llamó a elecciones en 1989. EEUU invirtió millones de dólares en la oposición política contrarrevolucionaria, a quienes se les permitió libremente realizar campañas electorales. El mensaje de Washington al pueblo nicaragüense fue obvio: Vote por los Sandinistas y nosotros continuaremos la guerra terrorista en contra de ustedes. Vote por el candidato apoyado por EEUU y se alcanzará una nueva era de paz y prosperidad.

Los Sandinistas perdieron las elecciones de 1989, 54 por ciento a 46 por ciento y entregaron el poder a la oposición financiada por EEUU. El ex presidente de EEUU Jimmy Carter, quien observó las elecciones y es mostrado en muchas ocasiones equivocadamente como alguien con credenciales progresistas, proclamó cuatro años mas tarde a los Demócratas y Republicanos: “Juntos, sacamos a los Sandinistas del poder.”

En lugar de traer un mejoramiento, la victoria del ala derecha en Nicaragua fue seguida por el desmantelamiento de todos los programas de educación y de salud de la revolución. Las condiciones para el pueblo Nicaragüense se deterioraron rápidamente.

Llamar a las elecciones “libres y justas” en medio de una guerra imperialista y una extraordinaria escasez—ya sea en Nicaragua, Irak o en cualquier otra parte—es la decepción mas cínica. Es como votar con un revolver en la cabeza.

‘Buenas elecciones’ y ‘malas elecciones’

No es que los poderes de Washington siempre son defensores de las elecciones. Por ejemplo, dos años después de que el gobierno de Mohammed Mossadegh, elegido democráticamente, tomó el poder en Irán en 1951, la CIA lo derrocó. Por 25 años después del derrocamiento, el Shah gobernó Irán bajo un reinado para las compañías petroleras estadounidenses y el Pentágono. Más de 100,000 iranís fueron torturados y muertos por la SAVAK, la policía secreta entrenada por EEUU, durante esos años.

En 1954, la CIA derrocó al gobierno electo de Jacobo Arbenz en Guatemala, estableciendo un reino de terror que terminó con la vida de 200,000 indígenas en las cuatro décadas siguientes. En 1973, la CIA dirigió un golpe militar en Chile en contra del presidente de izquierda Salvador Allende. El derramamiento de sangre que siguió terminó con la vida de cientos de miles, empujó a millones de chilenos al exilio y destruyó con una brutalidad total los poderosos partidos socialistas y comunistas.

La lista no es de ninguna manera completa: invasiones por los EEUU, golpes militares, y operaciones encubiertas han derrocado a un gran número de gobiernos en los siglos pasados. Pero no es algo del pasado. En 2002, EEUU apoyó el intento de golpe en contra del democráticamente elegido presidente Hugo Chávez, quien está a la cabeza del proceso revolucionario en Venezuela.

El punto es que los líderes de EEUU organizan o demandan elecciones cuando coinciden con su estrategia global hacia un país en particular. También intervienen igualmente para negar los resultados de elecciones que están en conflicto con sus planes.

En Irak, EEUU planeó, organizó y creó el aparato completo para administrar los votos del 30 de enero. Se creó la comisión electoral de Irak, como todos los otros cuerpos de gobierno de Irak, por la embajada de EEUU, encabezada por el embajador John Negroponte. Negroponte, debería ser recordado, fue el embajador de EEUU en Honduras desde 1981 a 1985 y jugó un papel primordial en la organización de los escuadrones de la muerte fascistas en ese país y en el vecino país de Nicaragua.







Democracia impuesta por EEUU: elecciones fraudulentes en medio de una ocupación y represión brutal.

Photo: Travis Heying
Millones honraron el boicot

Toda la información disponible de oficiales electorales en Irak debe ser vista en el contexto del control total por oficiales de EEUU. Tomemos por ejemplo la pregunta de cuantas personas votaron.

El movimiento de resistencia de Irak, que está constituido por diferentes corrientes, llamó a un boicot de las elecciones. Percibió las elecciones como otro paso en los planes de EEUU para pacificar y subyugar al país. Así es que, la cuestión del número de votantes fue una forma de medir el apoyo a la resistencia.

Al principio, el 30 de enero, comunicados de prensa anunciaron que la cantidad de votantes fue de un 72 por ciento. En horas, sin embargo, este número estimado disminuyó a un 60 por ciento—una enorme discrepancia. Posteriormente, la discusión de la participación de votantes se convirtió en algo turbio. El hecho de que estas figuras se hicieran más confusas a medida que más votos fueron contados, hace que el conteo final sea altamente sospechoso.

Muchos comentaristas notaron que la figura de 8 millones de iraquíes votantes fue exactamente la figura que se “esperaba” antes de la elección. Otros notaron que incluso esa figura, la cual es posiblemente ficticia, representa un 57% de los registrados para votar, pero solo un 44% de personas elegibles para votar.

Al mismo tiempo, ha habido numerosos informes que los votantes fueron amenazados con cortarles las raciones de comida si no votaban. El corresponsal de InterPress, Dar Jamail, reportó que Amin Hajar, 52, dueño de un estacionamiento en Bagdad, dijo: “Voy a votar porque no puedo permitir que se me corte la ración de comida. … Porque si eso sucede, mi familia y yo moriríamos de hambre.”

Millones de iraquíes, especialmente aquellos que viven en la parte central, oeste y norte de Irak boicotearon la elección. Ciudades enteras se mantuvieron alejadas de las urnas.
Un trabajador iraquí citado en el día de las elecciones dio sus razones para boicotear: “Esto es una farsa. Los americanos ya han decidido quién será el primer ministro.” El presente “primer ministro” de Irak, Ayad Allawi, ha sido por muchos años un agente de la CIA nominado en su nueva posición por Washington.

No ha habido una pausa en la insurgencia iraquí después de las elecciones. Fuertes peleas fueron reportadas en muchas zonas en los días que siguieron al 30 de enero. Y el día de las elecciones, un avión transportador gigante británico C-130 fue derribado, la primera pérdida reportada de un avión de ese tipo de las fuerzas de ocupación.

¿Podrá Estados Unidos encontrar un títere estable?

La administración de Bush nunca ha querido una ocupación indefinida de Irak que envuelva a miles de tropas de EEUU. Antes de la invasión, creyeron que podían conquistar y pacificar a Irak rápidamente. Las tropas invasoras estarían disponibles para ser enviadas a luchar en contra del próximo blanco—Irán, Siria, el Líbano, Corea del Norte, Cuba, Venezuela, o en otra parte. Lo que ellos no anticiparon fue la presencia de un movimiento de resistencia fuerte con amplia base. Esa resistencia le ha causado serias bajas a las fuerzas de ocupación.

Los estadounidenses perdieron más de 1,400 fuerzas y más de 25,000 sufrieron serias heridas, lesiones y enfermedades. Más de $300 mil millones han sido apropiados para la guerra. El Pentágono está gastando $200 millones diarios en Irak.

La resistencia de Irak puede existir sólo con un gran apoyo popular. Ha prevenido a la ofensiva imperialista continuar su misión de dominación mundial.

Los planes de EEUU en Irak a través de 15 años de bombardeos, bloqueo e invasión bajo Bush I, Clinton y Bush II fueron los de demoler el estado y gobierno iraquí y crear en su lugar un Irak subyugado, completamente dependiente de Washington. La política oficial de EEUU de alcanzar un “estado democrático federal” en Irak se refiere a un plan para tener a Irak efectivamente dividido en regiones administrativas en el norte, sur y centro.

El Pentágono pretende conservar 14 bases permanentes en Irak que podrían ser usadas como escenario para posibles agresiones futuras en contra de otros países ricos en petróleo de la región, así también como para asegurar la dominación de EEUU sobre las vastas reservas petroleras de Irak.

A los que planean la guerra en Washington, las elecciones del 30 de enero son un paso en su plan para mantener la dominación en Irak, y dejar libres a las fuerzas estadounidenses para otras futuras agresiones.

Ellos esperan que las elecciones le darán legalidad al nuevo régimen y van a alentar a más iraquíes para unirse a las nuevas fuerzas militares y policíacas iraquíes, dirigidas por los EEUU. Están tratando de “iraquizar” la ocupación, de la misma forma que EEUU trató de “vietnamizar” la guerra de Vietnam tres décadas atrás. Están tratando de reclutar un sector del pueblo de Irak para pelear en contra de otros a favor de los intereses de los EEUU.

Pero hay poca confianza en los pasillos de la Casa Blanca y el Pentágono que estos planes puedan triunfar, especialmente dada la experiencia de los meses pasados. Miles de soldados y policías iraquíes se han negado a pelear en contra de su propio pueblo. El 3 de febrero, el Sub-secretario de Defensa y el arquitecto de la guerra en Irak Paul Wolfowitz le dijo al comité del congreso que las unidades militares en Irak “tienen un promedio de ausentismo de 40 por ciento.” Poniéndolo con franqueza por las propias estadísticas del Pentágono, que son sin duda bajas, 40 por ciento del nuevo ejército títere de Irak ha desertado.

A pesar de todo lo que los líderes de EEUU han invertido en el proceso, las elecciones no serán el factor decisivo en Irak. El destino del proyecto imperial será determinada por la lucha entre las fuerzas de ocupación y la resistencia popular iraquí.

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