El gobierno desata terror contra los inmigrantes

La primavera del año 2006 será recordada por la gigantesca movilización de los trabajadores inmigrantes exigiendo sus derechos. Esta primavera la clase gobernante ha abierto una nueva ola de de terror contra esas comunidades, brutalmente incrementando redadas contra las comunidades inmigrantes en todo los Estados Unidos.






Los Angeles, 7 de abril

Photo: Travis Wilkerson

Desde Bedford, Massachusetts, donde el 6 de marzo, 361 trabajadores indocumentados en una fábrica de cueros fueron arrestados para ser deportados; hasta California donde casi 400 trabajadores y sus familias fueron arrestados entre marzo y abril, la policía y el gobierno federal están sembrando temor especialmente en la comunidad de inmigrantes latinos. Los padres mantienen los niños en las casas, la gente se ha distanciado de los trabajos, con la esperanza de que no sean un blanco por los temibles agentes de inmigración y de las aduanas. 

“La Operación Regresar al Remitente,” racista y siniestro nombre dado a las redadas masivas, tiene un sólo propósito: Implementar miedo en las comunidades latinas y de otros inmigrantes, y de instigar el clima racista en el resto de la población.

Las redadas son, deliberadamente dirigidas a las casas de la gente, creando más inseguridad. La intensificación de las redadas está forzando muchas de las familias indocumentadas deportadas a hacer decisiones desvastadoras: O decidir si dejan sus hijos nacidos en Estados Unidos o llevárselos a un futuro incierto a sus países de origen.

Las redadas han enseñado claramente la existencia de campos de detención donde miles de trabajadores indocumentados son abusados y detenidos por meses.

La experiencia de una familia en California ha puesto al descubierto las racistas barbaridades del gobierno. El 28 de febrero en Palo Alto, Pedro Ramírez, de 38 años de edad, jardinero originario de México, estaba en casa con su esposa Isabel Aguirre y acababan de llevar sus cuatro hijos a la escuela. Se disponían a irse a sus respectivos trabajos cuando agentes de ICE invadieron su casa y procedieron a deportar a Ramíirez inmediatamente. El no tuvo tiempo de despedirse.

Aguirre le pusieron un monitor en el tobillo. A ella le ordenaron que se preparara a ser deportada el 5 de abril. Por más de un mes la familia sufrió agonizando el acercamiento de la fecha de partida. 

La iglesia de la comunidad y activistas por derechos del inmigrante se movilizaron para defender la familia y hacer resaltar la crueldad del gobierno de los Estados Unidos y sus políticas de criminalizar los trabajadores y sus familias.

Oficiales de ICE le dijo a los medios informativos y a la creciente protesta pública de que la familia se ha negado a responder a órdenes legales de presentarse a una audiencia. Pero Ramírez y Aguirre no recibieron ninguna notificación, ellos recibieron órdenes de deportación. Como es típico, una vez los individúos o familias reciben notas de deportación del gobierno, muchos tratan de pasar desapercibidos confiando en poder continuar con sus vidas pacíficamente mientras luchan por sobrevivir.

¿Por qué alguien ha de presentarse sabiendo que será arrestado y deportado?

El hecho de que Ramírez ha vivido y trabajado en Estados Unidos por 22 años, desde 1985, y su esposa, trabadora de hotel vino en 1989, no le importó al gobierno. La petición por el derecho de ser legalizados fue negado dos veces, una vez en 2002 y otra vez en 2005. Tampoco a ICE le importa de que todos los niños de Aguirre y Ramírez han nacido en Estados Unidos y no conocen el país de origen de sus padres. Ellos no hablan español y sólo entienden un poco.

El gobierno de Estados Unidos da a los padres una decisión imposible: Dejar sus hijos al cuidado de padres adoptivos en Estados Unidos mientras tanto los padres no pueden entrar a Estados Unidos por lo menos por 10 años; o llevarse a los niños a México. La conferencia de prensa en la noche de la deportación de Aguirre, reunió a 32 representantes de iglesias del área de Palo Alto, así como también abogados de inmigración y activistas comunitarios. Ellos exigieron poner paro a la deportación y por una humana reforma de legalización. 

Los cuatro hijos, Pedro, Yadira, Adrián y Adriana, 6 a 15 años de edad, lloraban temerosos de su futuro. El trauma de ser arrancados de su casa, la vergüenza y el sufrimiento sicológico impuesto en los niños, es repetido a lo largo del país, cuando más puertas son rotas y familias trabajadoras son arrestadas.

La Capital es Golpeada por su misma política

Las enormes marchas de la pasada primavera y el histórico boicot del Primero de Mayo, enseñó que los trabajadores indocumentados son parte indispensable de la clase trabajadora en Estados Unidos. Aún antes de que el Primero de Mayo llegara, algunas de las más grandes plantas empacadoras de carne en el mundo y otras compañías que dependen del trabajador inmigrante tuvieron que anunciar que estarían cerrados ese día.

La enorme agro industria cerró completamente en California, por la determinación del trabajador inmigrante de participar en el gran boicot del Primero de Mayo de 2006, que se extendió por todos los grandes valles de agricultura en el estado. Pero en medio de las protestas el Departamento de Seguridad Interna (Homeland Security), anunció que comenzarían las redadas masivas en los lugares de trabajo a lo largo del país. Las redadas han continuado hasta hoy día. 






El gobierno ha incrementado las redados y deportaciones para terrorizar.

Photo: Reuters/Bret Hartman

Algunas industrias han sido interrumpidas por el Homeland Security, haciendo blancos las fábricas. En diciembre del 2006, 1.282 trabajadores indocumentados fueron arrestados en seis plantas de Swift, procesadoras de resy puerco.

El negocio de agricultura también ha sido golpeado fuerte. En el 2006 la cosecha de aguacates fué desvastada—no por condiciones climáticas sino por la falta de trabajadores que recogieran la cosecha. Debido a las medidas represivas adoptadas por el gobierno de Estados Unidos a lo largo de la frontera EEUU-México y de la “Pared de la Muerte”, miles de trabajadores mexicanos indocumentados, quienes viajan a Estados Unidos en la época de cosechas, no se les permite entrar. Los agricultores sólo tienen como el 50 por ciento de los trabajadores de los que normalmente ellos dependen.

En el Condado de San Diego se cosecha el 95 por ciento de aguacates de todo el país, El negocio de la cosecha del aguacate le faltaron decenas de miles de trabajadores para recoger la cosecha. Los trabajadores, sin ninguna duda, fueron dejados con poco o ningún recurso económoico para sustentar su hogar. 

De acuerdo a La Asistencia Legal del Campo de California, el 97 por ciento de trabajadores de la agricultura en California son mexicanos y más de la mitad de ellos son indocumentados. 

Detras de las Redadas

¿Por qué las redadas y las deportaciones se dan a pesar de la importancia de millones de trabajadores inmigrantes para sectores estratégicos de la clase trabajadora? ¿Por qué un sector del gobierno capitalista pone en peligro las ganancias de la misma clase que representan, atacando viciosamente los trabajadores de los cuales ellos dependen?

Algunos elementos de la clase dominante, indudablemente, temen el impacto de la presencia de la población inmigrante en los Estados Unidos. Con el gran flujo de inmigrantes, básicamente provenientes de Latino América; pero también de todas partes del mundo, la clase trabajadora de Estados Unidos, en los últimos años, se ha hecho más diversa. Los cambios demográficos tienen un impacto no sólo en números; pero también por la consciencia y experiencias que traen de sus países, y en el potencial para luchar.y ganar.

La comunidad latina es muy grande y significante en California, Arizona y el Suroeste, en Nueva York, y Noreste y através del Sur.

El propósito de los ataques racistas a los inmigrantes, particularmente latinos, fue demostrado claramente en 1994 con la Proposición 187 en California. La industria más grande en California es la agricultura. Aún así los políticos racistas y los grandes negocios lidereados por el entonces gobernador Pete Wilson, organizaron una campaña racista y virulenta por televisión presentando a los mexicanos y otros inmigrantes como invasores del estado culpándolos por los problemas económicos de ese tiempo.

La Proposición 187 hubiera prohibido la educación pública desde kinder a 12, a los niños indocumentados, igualmente cuidados médicos para cualquiera que no fuera residente legal o ciudadano. Quienes apoyaban la Proposición 187 sabían que millones de trabajadores indocumentados se quedarían; pero las condiciones hubieran sido de mayor explotación. 

Los racistas de hoy día han sido cortados de la misma tela que los propulsores de la Proposición 187. Todo el lote de racistas—desde políticos como el republicano James Sensenbrenner, personalidades de la prensa como Lou Dobbs, los pandilleros fascistas como los llamados Minutemen, y los oficiales de la administración Bush—quienes actúan a favor de los legisladores capitalistas, denuncian los trabajadores indocumentados por su “ilegalidad” mientras que no les dan ninguna oportunidad para su legalización. La cabeza de Homeland Security, Michael Chertoff, proclamó el año pasado, cuando el movimiento pro-inmigrante estaba fuertísimo, de que con el tiempo, millones de inmigrantes serían deportados. 

Dividir y conquistar

Por supuesto ningún sector de la clase gobernante quiere eliminar a todos los inmigrantes, recurso de gran ganancia. Más que reducir el número de trabajadores inmigrantes, la campaña anti inmigrante persigue someter a estos trabajadores y que acepten ser explotados sin protestar. El ambiente de miedo, con el tiempo, se traducirá en bajos salaries y menos beneficios para millones.

Al culpar del alto nivel de desempleo y las dificultades económicas a los inmigrantes, la campaña pretende quitar el creciente descontento de la clase trabajadora hacia la clase gobernante y dirigirlo hacia los trabajadores inmigrantes, como chivos expiatorios. Una clase trabajadora dividida en Estados Unidos puede ser manipulada y ser oprimida con más efectividad.

Ese era el verdadero propósito del extremadamente represivo proyecto de ley 4437 de Sensenbrener, en el 2005 y 2006. Si aprobado y firmado como ley, hubiera clasificado inmediatamente a todos los trabajadores indocumentados—estimados en 12 millones de personas—como criminales 

Cualquier institución o individuo que ayudara a un indocumentado sería categorizado como criminal. Este proyecto incitó otras legislaciones reaccionarias en ciudades, pueblos y estados, contra los inmigrantes, prohibiendo empleos, y alquiler de viviendas, en los mismos pueblos y ciudades que dependen de su trabajo.

El temor y el enojo en la comunidad inmigrante através de Estados Unidos sobre la posibilidad de redadas masivas y la criminalización que se creó por Sensenbrener, fue el combustible que encendió el fuego de la resistencia. Millones de trabajadores indocumentados, sus familias y gente solidaria que apoyó al inmigrante marcharon en masa.

Millones de trabajadores inmigrantes exigieron no sólo parar la represión, sino que también derechos plenos y amnistía. Fue un movimiento que se desarrolló agresivamente y marcó la gran potencia política de este sector de la clase trabajadora, la idea que en medio de la represión exigieran derechos plenos como trabajadores aún cuando todo parecía en su contra. 

‘Sí se puede’
Desde una de las primeras marchas contra Sensenbrener el 10 de marzo, en Chicago—que atrajo sorprendentemente a 300.000 personas, un millón en Los Angeles el 25 de marzo, y los millones que llenaron las calles de costa a costa el Primero de May, la desafiante y orgullosa movilización de los trabajadores indocumentados y los inmigrantes residentes, hizo historia. El grito de “Si Se Puede” se oyó de costa a costa.

En ese histórico Primero de Mayo del 2006, los trabajadores inmigrantes, sin ningún derecho legal ni garantías, desplegaron su fuerza y su conciencia como trabajadores. Mostraron el poder de parar la maquinaria del sistema y tener conciencia para exigir igualdad.

Nadie debe olvidar o menospreciar el significado de la movilización del año 2006, especialmente esos en el movimiento laboral del ala más moderada del movimiento pro-inmigrante que prefieren quedarse a ver que pasa y se conforman con hacer un calmado cabildeo confiando a que el Congreso enacte leyes en su favor, cuidadosos de no exigir demasiado del partido Demócrata en las elecciones del 2008, y que se cuidan de ser cautiosos.

Estos días son de pavor, incertidumbre, y sufrimiento por millones de trabajadores quienes simplemente quieren trabajar, vivir en paz, poder sostener sus familias en sus países y darles un futuro a sus hijos.

Lo que será clave en los meses venideros, para los que son políticamente más concientes en los sindicatos, para el movimiento progresista y anti-guerra, es unirse con la clase trabajadora de inmigrantes, y proclamar que “dañar a uno es dañar a todos”.

La unidad en el creciente movimiento contra la guerra y el movimiento de los inmigrantes en su lucha puede dar a ambos la fuerza de resistir al imperialismo de Estados Unidos aquí y en todas partes y proveer una dirección real para la clase trabajadora en los Estados Unidos.

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