La necesidad urgente de una nueva revolución

“Que cuando sea cual sea la Forma de Gobierno que se haya hecho destructiva de tales fines, es el Derecho del Pueblo el alterarla o abolirla, e instituir un nuevo Gobierno.”

La portada del Wall Street Journal anunció el 31 de julio que más de 5.000 banqueros recibieron, cada uno, 1 millón o más de dólares en primas al cerrarse el año contable del 2008. ¡Esto es un hecho sorprendente! Es una clara demostración del carácter criminal del capitalismo y del gobierno de los Estados Unidos.

Cuando familias enteras estaban siendo desalojadas de sus hogares, y fábricas y tiendas eran cerradas para siempre -mandando millones más al desempleo y a la pobreza- los puercos de Wall Street marchaban al pesebre que les proporcionaba el gobierno.

El crimen paga…para los banqueros capitalistas

El gobierno de los Estados Unidos, tanto bajo la administración Bush como ahora con la administración Obama, ha rescatado a los banqueros más grandes al compás de 9,5 trillones de dólares (1 trillón = 1 millón de millón) con subsidios directos en efectivo y préstamos garantizados. Los ejecutivos de la compañía de seguros AIG–que recibió 170 billones de dólares (1 billón = 1 mil de millón) del dinero de contribuyentes tributarios–recibieron además 165 millones en primas en diciembre del 2008 y más aún desde ese entonces.

Mientras tanto, más de 20 millones de personas en los Estados Unidos han perdido sus trabajos o se encuentran en una severa condición de subempleo. La caída dramática del nivel de empleo y el cierre de fábricas enteras, cadenas de ventas al por menor y oficinas son el resultado directo de la crisis económica capitalista, que ha sido precipitada por el colapso de algunos de los bancos más grandes y otras instituciones financieras.

Mientras que el gobierno suministró, a todo correr, asistencia directa a los banqueros más ricos, no ha hecho prácticamente nada por los casi 9 millones de familias que tienen sus hogares embargados o se encuentran en un serio atraso con sus pagos hipotecarios y así en un grave riesgo de perder sus casas.

La Casa Blanca y el Congreso han continuado el drenaje del tesoro nacional para desviar este dinero directamente al bolsillo de los más grandes capitalistas que fueron responsables por la crisis económica.

Esto es un saqueo en gran escala. Los políticos, con muy pocas excepciones, actúan como bolseros para los criminales de Wall Street. El capitalismo estadounidense es un sistema fracasado. Aunque inusualmente se lo describa con estas palabras, es verdaderamente una forma santificada de corrupción organizada.

Una lección imprescindible de la vida real

Por años, se le ha dicho a la gente que el problema con el gobierno de los Estados Unidos era que estaba dominado por el partido Republicano, por los neo-conservadores y por George Bush. Pero ahora Bush se ha ido. Los Demócratas controlan la Casa Blanca. Controlan también la Cámara de Representantes por un amplio margen. Hasta tienen 60 asientos en el Senado, lo que les permitiría derrotar cualquier maniobra de obstrucción por parte de los Republicanos. De manera que cualquier legislación que los Demócratas desearan pasar sería aprobada en la Cámara de Representantes y en el Senado, aún cuando todos los Republicanos votasen “no”!

En resumen, no es posible tener un alineamiento más favorable para el partido Demócrata en distintas ramas del gobierno, pero aún así este gobierno liderado por los Demócratas no ha hecho nada para restringir el poder y la dominación de la sociedad por los grandes banqueros capitalistas. Más bien, ha continuado canalizando trillones de dólares directamente a los bolsillos de los capitalistas.

La única conclusión a la que se puede llegar es que el partido Demócrata es incapaz y no está dispuesto a defender los intereses de los trabajadores y trabajadoras por sobre los de los banqueros y criminales de las corporaciones que han llevado la economía a la ruina. El sistema político ha sido expuesto por este desenvolvimiento, esta crisis en la vida real.

El único remedio disponible para el pueblo trabajador es acabar con el estrangulamiento funesto que la clase capitalista impone sobre la sociedad y el sistema político, y especialmente sobre sus instituciones económicas. Todo trabajador y trabajadora de este país sabe que la forma actual del gobierno de los Estados Unidos fue el producto de una revolución. La revolución se mantiene como algo honradamente justificado ¡en tanto haya ocurrido hace 200 años! Nos han enseñado que cuando la autoridad de un gobierno y el existente poder predominante fueron identificados como la fuente de opresión, el pueblo de este país se alzó en acción revolucionaria.

La Declaración de la Independencia, que cada pequeño alumno en este país ha aprendido, sirvió tanto como una proclamación de la voluntad popular así como la justificación histórica para la revolución. Esa Declaración tenía tanto características progresistas como reaccionarias. El punto aquí no es asesorar el carácter de clase de ese documento, sino notar su justificación histórica para la revolución: “Que cuando sea cual sea la Forma de Gobierno que se haya hecho destructiva de tales fines, es el Derecho del Pueblo el alterarla o abolirla, e instituir un nuevo Gobierno…cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, persiguiendo invariablemente el mismo Objeto manifiesten el designio de reducirlas bajo el Despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, el derrocar tal Gobierno.”

Es de remarcar que tal lenguaje respecto del derecho inalienable del pueblo a la revolución fue omitido de la Constitución de los Estados Unidos cuando fue adoptada 11 años después en 1787. Habiendo consolidado el poder para sí por medio de una revolución armada, la clase capitalista de los Estados Unidos temía una segunda revolución del pueblo esclavizado del Sur y los pequeños campesinos que habían sido arruinados por la deuda.

Estamos construyendo un nuevo movimiento para una nueva revolución. Esta lucha indudablemente producirá una nueva “Declaración” que se refiera a las necesidades y posibilidades de hoy. Proclamará que la siguiente revolución tiene la intención de liberar a la sociedad, sus fábricas, sus oficinas, sus tierras, sus medios de transporte, y todos sus recursos naturales de la dominación opresora de los grandes banqueros e industrialistas capitalistas. Entonces, y sólo entonces, seremos capaces de crear un nuevo gobierno que sea genuinamente de, por, y para las más de 150 millones de personas que trabajan y sus familias, quiénes constituyen la vasta mayoría de la sociedad. Revolución en los Estados Unidos constituiría el acto más libertador para todos los pueblos del mundo.

El trabajo, en su conjunto, crea la riqueza de la sociedad. Es tiempo de que los trabajadores y trabajadoras tomen el control.

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