Al crecer la población latina: ¿Hacia el Partido Demócrata o hacia las calles?

El 25 de junio, la Corte Suprema rechazó tres de las cuatro disposiciones de la ley racista de Arizona SB 1070, mientras mantuvo apoyo por la parte clave de la ley obscena conocida como la disposición “muéstrame tus papeles”, que autoriza la práctica de la discriminación racial. Está última disposición fue mantenida unánimemente, inclusive por los llamados jueces “liberales” Ruth Ginsburg, Stephen Breyer y Sonia Sotomayor.

Las disposiciones derrotadas incluía dos que hubieran creado como nuevos crímenes, que una persona indocumentada buscara trabajo, o saliera de la vivienda sin tener los documentos de inmigración. También, hubiera impuesto castigos severos estatales mas allá de la ley federal. La tercera disposición permitiría a los oficiales policiales arrestar a inmigrantes sin necesidad de un mandamiento judicial.

La disposición de SB 1070 que se mantuvo por la Corte Suprema requiere que la policía exija los papeles de inmigración de cualquier persona a la que tenga una “sospecha razonable” de ser un indocumentado cuando sea parado, detenido o arrestado. Aunque los oficiales policiales requieren una razón además de la raza para detener a alguien inicialmente, se sabe por medio de la experiencia que inventarán miles de pretextos simples para hacerlo.

Los Demócratas permiten la victoria ultra-derechista

A pesar del hecho de que la decisión preservó esta disposición fascista, el Partido Demócrata y las organizaciones liberales rápidamente maniobraron la decisión para hacerla ver como una victoria para la administración de Obama y la comunidad latina en general. Excluyeron el hecho de que la gobernadora de Arizona Jan Brewer y el aguacil de Phoenix Joe Arpaio también declararon victoria.

El desafío legal hacia SB 1070 por parte del Departamento de Justicia, encabezado por el fiscal general Eric Holder, decidió no argumentar que la ley constituía la discriminación racial y por tal violaría la cláusula de Protección Equitativa de la Constitución. En su lugar, avanzaron un caso relativamente apolítico de que SB 1070 era ilegal porque se “adelantaba” a la ley federal.

Pero la misma administración de Obama recientemente ordenó que los estados cumplieran con su programa draconiano de Comunidades Seguras, que requiere que los oficiales entren las huellas de cualquier persona arrestada a la base federal de datos de inmigración. Así que la Corte Suprema estuvo de acuerdo con el argumento de Arizona de que la disposición “muéstrame sus papeles” no estuviese en conflicto con esa política del gobierno federal hacia la inmigración.

La administración demócrata ha incrementado rápidamente el número de deportaciones en los últimos cuatro años. Ha movilizado el aparato del estado para fomentar la ofensiva contra inmigrantes “indocumentados” y por extensión, fomentando la discriminación racial al nivel local. Son las políticas de los mismos Demócratas que permitieron que la ultra-derecha ganara en Arizona, no simplemente los pobres argumentos legales por parte del Departamento de Justicia.

No importa cuánto intenten los Demócratas ganar el voto latino, su historia de atacar, atrapar, y deportar a los inmigrantes “indocumentados” no deja duda de sus verdaderas intenciones.

El ataque explícito hacia la comunidad latina y otros inmigrantes no se ha reservado simplemente a aquellos sin estatus legal. Desde los recortes drásticos a las escuelas públicas, hasta los políticas racistas de detener y esculcar, y el aumento de la población encarcelada, todas estas tendencias muestran que el estado capitalista, sin importar de ser gobernado por Republicanos o Demócratas, busca reprimir y cuidadosamente controlar a las comunidades pobres y obreras de los latinos.

La represión se deriva de la larga historia de la supremacía blanca en los Estados Unidos, que comenzó con el genocidio contra los pueblos indígenas y la brutal esclavitud de los pueblos africanos. También es una característica común del tratamiento de los pueblos colonizados que migraron a centros imperialistas (por ejemplo, los coreanos en Japón, los irlandeses o sud-africanos en Inglaterra, y argelinos en Francia).

Imperialismo, América Latina y los cambios demográficos

¿Por qué hay un acuerdo por parte de los partidos de la clase gobernante en la  persecución de latinos? ¿Será que los del poder, la gran mayoría hombres blancos, temen la “morenización” de los Estados Unidos”?

En mayo de este año, la Oficina del Censo reportó un record en la historia de los EEUU. Por primera vez, las “minorías” representaron más de la mitad (50,4%) de los nacidos, con “hispanos” siendo el grupo más grande.

Más y más el término latino puede usarse para describir a un pueblo cuya identidad se deriva de su posición común como sujetos de la dominación colonial o imperialista.

Con la Doctrina de Monroe en 1823, la clase gobernante de los EEUU buscó mantener a los competidores coloniales europeos fuera de América Latina. Los esclavistas de EEUU se fijaron en Cuba, México, y en otros lugares como áreas para expandir su sistema de plantaciones basados en la esclavitud humana, mientras las élites capitalistas del norte buscaron salvaguardar la región como un gran patio trasero comercial.

En 1846, el militar estadounidense invadió a México, robando la mitad de su territorio. Después de la conquista territorial de Norte América,  el país se desarrolló como un potente país imperialista en tomar las colonias de Puerto Rico, Cuba, las Filipinas, y Guam, de España. Usando una combinación de intervención directa y el colonialismo, la clase gobernante controló a Costa Rica y Panamá, y levantó a dictaduras “amistosas” en Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Brasil, Venezuela, Chile, y Haití.

Cuando estas formas de gobierno se hicieron indefendibles para la imagen de la “democracia” de los EEUU y mientras las luchas revolucionarias se desplazaban por la región, los EEUU inventó nuevas mañas para mantener su “patio trasero.” La “Guerra del narcotráfico” se convirtió en la razón para intervenir en Bolivia y Colombia, mientras que las políticas financieras neo-liberales requerían la integración completa de Las Américas dentro de una economía mundial dominada por Wall Street.

Cada nueva ola de intervención y conjunto de políticas económicas produjo una nueva ronda de deslocalización social, causando el aumento de migración desde el país saqueado hacia el de los saqueadores. Aunque los derechistas racistas reclaman la mítica “invasión morena” a los Estados Unidos, estas tendencias demográficas son el resultado de verdaderas invasiones en América Latina vividas en carne propia que han persistido por siglos.

¿Un cambio radical en la clase obrera de los EEUU?

La clase gobernante de los EEUU conoce bien esta historia criminal. Teme que el mismo proceso de unificación y el anti-imperialismo que se está llevando a cabo en América Latina se desarrolle dentro de sus propias fronteras. Teme de que la clase obrera multinacional estadounidense se esté conectando más y más a las luchas de las naciones oprimidas, y esté menos influenciada por la propaganda racista y chovinista.

Nada de esto desarrollará sólo por los cambios demográficos—claro, también puede crear la base para una fuerte desunión, y una política más reaccionaria basada en la retención de privilegios por algunos. La lucha es el factor imprescindible para un cambio radical dentro de la clase obrera.

La huelga masiva de trabajadores indocumentados en el 2006, la reciente valentía de los jóvenes de la lucha DREAM y la resistencia a SB 1070 muestra que la comunidad latina, en unidad con todos los sectores oprimidos y explotados de la sociedad, son una fuerza capaz de traer un cambio fundamental.

Los miembros más astutos de la clase gobernante entienden esto y están esperando integrar a las crecientes comunidades latinas dentro de las estructuras políticas e económicas que ya existen con la más mínima perturbación. Esperan que el crecimiento de la clase media latina y una pizca de caras latinas en los más altos niveles de la sociedad, reforzado por la fuerte distinción entre los “inmigrantes buenos” y “inmigrantes malos”, pueda prevenir el levantamiento de un movimiento poderoso y políticamente independiente.

El Partido para el Socialismo y la Liberación quiere ayudar precisamente para que un movimiento independiente surja. En contra de los partidos republicanos y demócratas, cuyas políticas y retórica demagógica provoca divisiones entre los trabajadores basado en la raza, el origen nacional y el estatus legal ¡nosotros exigimos los derechos plenos y equitativos para todos! ¡Nadie es ilegal! ¡Los criminales verdaderos están en Washington y en Wall Street!

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