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Biden rompe la promesa de la COP26 de la ONU con una subasta de combustibles fósiles jamás vista

Apenas cuatro días después de comprometerse a reducir las emisiones y las subvenciones a los combustibles fósiles en la Conferencia sobre el Clima de la ONU COP26, el 17 de noviembre el gobierno de Biden se dispuso a subastar más de 30 millones de hectáreas en la costa de Luisiana. Esta será la mayor subasta federal de perforación en alta mar en la historia de Estados Unidos.

Se trata de otra violación a la soberanía de las naciones indígenas Pointe-Au-Chien y Houma, a las que se les han negado sus derechos en repetidas ocasiones. El gobierno federal ha ignorado las décadas de lucha que han impulsado estas naciones por su reconocimiento a nivel federal. Estas comunidades continúan trabajando para reconstruirse y recuperarse luego de no recibir ningún tipo de ayuda gubernamental tras la devastación causada por el huracán Ida a finales de agosto.

El gobierno concede cada año miles de millones de dólares en subvenciones a la industria petrolera a pesar de todas las evidencias que indican que las perforaciones en alta mar aceleran la erosión del litoral de Luisiana y la degradación de los ecosistemas costeros vitales . Los esfuerzos por construir de la industria petrolera, junto con la sobre explotación de las tierras costeras por el proceso de extracción, han aumentado las tasas de sedimentación de la línea costera y dañadola biodiversidad de los humedales. Los derrames y las fugas suponen una amenaza aún más grave para la fauna costera y marina. A pesar de que este año se produjeron miles de derrames y fugas en el Golfo de México, las empresas continúan afirmando que las fugas de los oleoductos son poco frecuentes.

Los humedales costeros son ecosistemas altamente productivos y biodiversos que proporcionan hábitat a caimanes, roedores, gatos monteses, coyotes, millones de aves locales y migratorias, y varias especies de peces y mariscos que son esenciales para la economía. Las marismas costeras que se encuentran sanas aíslan el carbono y promueven el ciclo de los nutrientes en toda la región, pero éstas han empezado a desplomarse producto de la sobresaturación de nutrientes procedentes de los residuos de los fertilizantes agrícolas y otros contaminantes.

Por otra parte, los humedales costeros también constituyen una barrera contra los huracanes que son cada vez más severos, puesto que amortigua los impactos y redirige las aguas de las inundaciones, y  a medida que se destruyen, los habitantes de Luisiana se verán cada vez más afectados por tormentas como la de Ida. El aumento de las tormentas también significa más derrames debido a los daños en la infraestructura petrolera, tan sólo Ida causó al menos 350 derrames de petróleo.

Los pueblos indígenas Cajún y otros pueblos costeros que dependen en gran medida de los ecosistemas de Luisiana para su subsistencia han sido los principales afectados por las perforaciones petrolíferas debido a su dependencia de la tierra y la pesca para su alimentación e ingresos. Específicamente, los pescadores Cajún y vietnamitas dependen de especies que necesitan de los humedales para subsistir, tales como los camarones, cangrejos, langostas y ostras, y a medida que se destruyen los criaderos sus salarios disminuyen.

El deterioro de los humedales costeros va a provocar el desplome de las redes tróficas vitales de los humedales y va a contribuir a la caída de la industria pesquera en Luisiana. Las consecuencias serán una amenaza al modo de vida del pueblo Cajún,  la migración masiva forzada de los residentes de la costa, y la vulnerabilidad de las poblaciones del interior del Estado, que estarán más expuestas a sufrir daños aún más graves por las tormentas.

La histórica subasta de extracción de combustibles fósiles demuestran la hipocresía de la administración de Biden y la farsa de su política climática. El gobierno continúa protegiendo los intereses de las empresas, ignorando la ciencia y negando los derechos de los pueblos indígenas, al mismo tiempo que hace promesas vacías en Glasgow.

Estados Unidos  tiene que abandonar por completo las perforaciones, ya que tanto la extracción de petróleo como las emisiones derivadas de la quema de combustibles fósiles son perjudiciales para el medio ambiente. En lugar de ceder ante la industria petrolera, el gobierno federal y el gobierno de Luisiana tienen que invertir en fuentes de energía renovables, devolver la soberanía de la tierra a las naciones indígenas y compensar a las millones de personas que han sido perjudicadas por las políticas orientadas a proteger a las empresas.

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