Celia Sánchez: Icono de la Revolución Cubana

La biografía escrita por Nancy Stout sobre Celia Sánchez, “Un día de diciembre: Celia Sánchez y la Revolución Cubana” es difícil de dejar y difícil de olvidarse de ella después de leerla. Es una íntima mirada a su papel estratégico en la planificación y la logística para construir la revolución, desde la organización popular hasta la creación de amplias redes de apoyo en la construcción de un nuevo tipo de sociedad. Desde los días en que se preparaba el desembarco expedicionario del Granma, programada para el 30 de noviembre de 1956, hasta su muerte en 1980, Sánchez fue una importantísima líder revolucionaria, profundamente venerada en Cuba.

Para Celia, ninguna tarea fue demasiado grande o demasiado pequeña. Leer sobre su vida, su decisión y los proyectos políticos a los que dedicó toda su vida, puede ser fuente de inspiración para que todos los revolucionarios tengan más confianza, sean más cautelosos, más reflexivos y capaces.

Antes, durante y después de la revolución, Celia asumió innumerables proyectos e iniciativas para mejorar la vida del pueblo cubano. Stout logra un excelente trabajo al describir estos, a través de entrevistas con las personas más cercanas a ella y las cartas y documentos de los archivos cubanos. El propio Fidel Castro le concedió a Stout acceso a estos archivos oficiales.

Celia tenía una ascendencia rural burguesa. Su padre era médico, su familia poseía tierras y fue educada a una edad temprana, a pesar de que optó por no asistir a la universidad. Ella asistió a su padre con su práctica médica después de la secundaria y trabajó para él hasta que tuvo que concentrar toda su energía en la revolución. Su padre era muy conocido y querido en la comunidad por ayudar a cualquier persona que llegaba a su puerta por poco o ningún dinero.

Cada año ella recaudaba dineros para los Siervos de María, una organización de caridad católica que regalaba juguetes a los niños pobres y de la clase obrera durante el Día de Reyes. Esto la armó de una red comunitaria, basada en la confianza, que más tarde utilizaría para recaudar fondos y apoyo al movimiento guerrillero 26 de Julio, la organización que condujo la Revolución Cubana.

Unirse a la revolución

Ella creó las condiciones esenciales para el reingreso de la guerrilla en Cuba, para reiniciar la revolución después del heroico pero fallido asalto al Cuartel Moncada dirigido por Fidel Castro en 1953. Como una líder de la organización clandestina del Movimiento 26 de Julio, Celia fue responsable de elegir el lugar para la llegada del Granma, el barco que transportaba a los guerrilleros desde México a Cuba en 1956. Sánchez realizó todos los preparativos y consiguió los refuerzos necesarios para proteger el asentamiento de la guerrilla en la Sierra Maestra, la base inicial del movimiento revolucionario.

Celia fue vital para los combatientes guerrilleros; para reclutar una compleja red de familiares, amigos, militantes y para ingresar tanto los suministros necesarios para la Sierra Maestra, como para el entrenamiento de nuevas tropas de combate para unirse a la lucha armada en las montañas. Ella creó las Milicias de los Campesinos, una red de campesinos, agricultores y propietarios de tierras, que participaron, protegieron y suministraron recursos a la guerrilla en sus primeros días en la Sierra Maestra, sin los cuales los rebeldes no hubiesen sobrevivido. Celia tomó las armas y se convirtió en la primera mujer guerrillera en la Sierra Maestra.

Después del triunfo de la revolución, Celia volcó inmediatamente su atención a la creación del nuevo gobierno, creando proyectos que apoyarían el crecimiento y desarrollo de la economía cubana y de su pueblo. La variedad de proyectos que Celia asumió fue notable; desde el desarrollo de la marca Cohiba de tabacos cubanos, la creación de reservas naturales y parques estatales, a los programas de alfabetización y la creación de los Archivos Oficiales de la Revolución Cubana. Celia se dedicó por completo a la creación de una nueva sociedad socialista.

Durante las primeras etapas de la lucha revolucionaria, cuando se hizo evidente la importancia de Celia para el éxito de la lucha, fue la mujer más buscada de toda Cuba por el aparato de seguridad del gobierno de Batista. Su vida estaba en constante peligro porque el gobierno creía que su captura debilitaría el movimiento.

Aunque no fue tan conocida en Estados Unidos como Fidel y el Che, el nombre de Celia fue muy conocido en toda Cuba. Escuelas, centros comunitarios, ballets y hospitales llevan su nombre. Stout describe a las mujeres de Manzanillo, en el Oriente, que se reunieron para regalarle un valioso reloj, poco antes de la marcha victoriosa a La Habana después que el dictador Fulgencio Batista huyó a los Estados Unidos:

“Estaban orgullosas de Celia, y orgullosas de sí mismas. Ella les había pedido arriesgar sus vidas por esta revolución. Como esposas e hijas jóvenes, se habían puesto tacones altos y hermosas faldas para contrabandear en sus enaguas todo, desde micro-film hasta explosivos. Las mujeres mayores transportaban pasaportes y documentos; niñas campesinas eran la columna vertebral del sistema de comunicaciones del ejército rebelde, las mujeres jóvenes se desempeñaban como operadoras de teléfonos, mientras que otras habían hecho todo lo posible como dependientas, amas de casa y sirvientas desconcertando a las fuerzas policíacas de Manzanillo y a la guarnición local. A menudo desafiaban a sus familias. La presencia de Fidel siempre fue magnánima en estas paradas, pero en algunas ciudades a lo largo de la ruta era a Celia quien la gente quería ver”.

Celia fue una mujer con muchos intereses y talentos, pero sobre todo tenía valor, confianza, cumplimiento y resolución. Como mujeres y hombres revolucionarios, debemos estudiar nuestros héroes y heroínas y aprender de sus ejemplos.

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