Se necesita acción masiva para salvar a la educación

Através de las grandes ciudades de los Estados Unidos, los politiqueros y alcaldes, ambos, Demócratas y Republicanos, están presionando al pueblo para ver como responde y así desatar una escalada completa en contra de los derechos de los maestros como empleados y en contra de la existencia de la educación pública.

Estos politiqueros están presentado propuestas de ley para manipular los resultados de los exámenes estudiantiles, para dejar sin efecto la antigüedad de los empleados y aumentar sin ningún limite la jornada laboral de maestros.

La clase dominante se encuentra librando una campaña de esconder la verdadera índole de los ataques en contra de la educación pública. La retórica intenta presentar a estos ataques como una simple opción: educar a nuestros hijos o no educarlos. Villaraigosa ha calificado al sindicato de maestros como el gran “obstáculo obstinado” que no permite mejorar la educación publica. La realidad es que los politiqueros están tratando de resolver la crisis de presupuesto a costa de los trabajadores, los estudiantes y las familias. Los sindicatos de maestros—cuyos intereses yacen con los jóvenes a los cuales les damos educación y no en contra de ellos—son un obstáculo para que se impongan recortes aun más profundos.

Dos clases de reformas

Las escuelas en Chicago nos ofrecen un ejemplo de dos tipos de reformas que desenmascara las mentiras de las “reformas” que ofrece la clase dominante. Cuando Arne Duncan era el comisionado de las escuelas públicas en Chicago, el también estuvo a cargo de una programa pilota para establecer escuelas de charter que trabajan independiente de el departamento escolar y son administradas por la Academia de Liderazgo para Escuelas Urbanas. Dicha entidad fue fundada como resultado de una inversión capitalista y sin ninguna credencial educacional.

El otro tipo de reforma en Chicago es cuando una escuela se organiza bajo supervisión local del concilio escolar, el cual es elegido y incluye seis padres de estudiantes, dos maestros, un empleado que no es maestro, dos miembros de la comunidad y un director. En las escuelas secundarias también se elige a un representante estudiantil. En Chicago existen ciento noventa y ocho escuelas que son administradas por concilios escolares.

A pesar de que las escuelas “Giro de Rumbo” recibieron fondos adicionales y renovaciones, un estudio realizado por Designs for Change en 480 escuelas primarias de Chicago determinó que las escuelas con alcance màs arriba de promedio fueron las administradas por los concilios escolares. Dichas escuelas son las que eligen a sus directores y donde los maestros están sindicalizados, y por lo general con suficiente capacitación. Ninguna escuela de charter obtuvo resultados más allá de los promedio.

Lo anterior demuestra que la educación que proponen los “reformistas” empresariales no funciona, pero tiene sentido para ellos. Cuando los maestros se mantienen en el mismo lugar, el éxito académico de los estudiantes se incrementa. Solamente el 42% del número original de maestros aun se mantiene enseñando en las escuelas de charter 4 años más tarde. En las escuelas sindicalizadas, el 71% se ha mantenido.

Conocemos la verdad—Necesitamos un movimiento

A pesar de toda la falsa retórica que intenta mostrar a los sindicatos de maestros como obstáculos para los intereses de los estudiantes, los politiqueros de la clase dominante no pueden cambiar la realidad. Sin embargo los “reformistas” empresariales están gastando millones de dólares para influir y para anuncios en los medios, buscando así continuar con la agresión, apoyados por ambos partidos.

Existen verdaderas reformas que podrían ser promulgadas inmediatamente y las cuales podrían mejorar la educación pública. Dichas reformas incluyen reinstaurar a los 3 millones de maestros y asistentes despedidos durante los últimos cuatro años. Todas estas verdaderas y efectivas reformas podrían ser financiadas con menos de lo que el gobierno utilizó para rescatar económicamente a los bancos o lo que utiliza por día para financiar al ejército.

Para llegar a esto se requerirá de un movimiento combativo de maestros, estudiantes y padres. En vez de que los sindicatos inviertan todos sus recursos y energías tratando de ganarle a los “reformistas” empresariales en su propia arena—influyendo monetariamente, donando dinero a los Demócratas y en negociaciones a puerta cerrada—necesitamos marchas masivas, acciones laborales para defender a los derechos sindicales y a la educación pública.

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