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Las guerras infinitas del Pentágono causan contaminación infinita

Prueba de bomba nuclear con el jet F-4 Phantom. Foto: Wikipedia Commons
Prueba de bomba nuclear con el jet F-4 Phantom. Foto: Wikipedia Commons

Traducido por Katie B.

Muchos de nosotros hacemos nuestra parte para ayudar al medio ambiente. Reciclamos, vamos en bicicleta al trabajo, y compramos menos plástico. Sin embargo, el agua de la llave en todos lados todavía sigue muy contaminada; el aire, las playas, los parques, y la tierra se contaminan más y más; y el cáncer sigue matando a millones de trabajadores, ambos jóvenes y viejos.

¿A quién culpamos? ¿Las embotelladoras? ¿Las corporaciones químicas? Estas empresas son contaminadores muy grandes, y deberían hacerse responsables. Pero, sobre todo, echa la culpa al Departamento de Defensa de los Estados Unidos.

El Pentágono es el mayor destructor de todos los seres vivos

El Pentágono es, sin lugar a dudas, el mayor contaminador del mundo, produciendo mas desechos peligrosos que cualquier país, y más venenos ambientales que las cinco mayores empresas químicas estadounidenses juntas. Y siempre se salen con la suya; nunca se hacen responsables. Se llama equívócamente “el Departamento de Defensa,” cuando en realidad es el agresor a todos.

Por tres generaciones ya, las fuerzas militares de EE.UU. han dejado su legado destructivo en todos partes del mundo, no sólo mediante la muerte y la destrucción, sino que mediante la contaminación de la tierra con el uranio empobrecido, petróleo, combustible de avión, defoliantes que causan anomalías congénitas (tal como el agente naranja que fue usado durante la guerra en Vietnam), y el plomo, entre otros venenos.

El Pentágono hace todo esto con impunidad. Le podre al medio ambiente con materiales tóxicos donde produce bombas nucleares y otras bombas. Deja desechos radioactivos y químicos en los lugares que lanza bombas, y también donde las bombas son producidas y probadas. Hace esto sin consideración para la salud de la gente al extranjero o en los EE.UU., y le da igual envenenar a sus propios soldados y sus familias.

El setenta y cinco por ciento de los sitios Superfund fueron contaminados por el Pentágono

En 2014, el Departamento de Defensa admitió que había contaminado a 39.000 áreas y 19 millones de acres en sólo los EE.UU. Las bases militares estadounidenses, aquí y al extranjero, están entre los lugares más contaminados del mundo.

Uno puede argumentar que todas las bases imperialistas gotean desechos tóxicos. Pero aun si esto es cierto, la contaminación ambiental de las fuerzas militares estadounidenses todavía sobrepasa a la de todos los otros poderes. El Pentágono dirige a 800 bases militares en mas de 70 países y territorios en el extranjero. Gran Bretaña, Francia y Rusia combinadas sólo tienen 30 bases en el exterior.

Setenta y cinco por ciento de los sitios Superfund en la lista de la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU., los sitios más contaminados que califican para subsidios federales del gobierno para la limpieza, fueron contaminados por el Pentágono. Novecientos de los 1.200 sitios Superfund en los EE.UU. son instalaciones militares abandonadas, u otros sitios que de una u otra manera apoyan a las necesidades militares, que frecuentemente están dejados con barriles oxidados de desechos tóxicos.

Casi todos los sitios militares en los EE.UU. están gravemente contaminados

En Hawáii, el campo de entrenamiento militar en Pohakuloa es la base de entrenamiento de munición real más grande en el Pacifico. Aquí los soldados se entrenan en todo, desde la practica con rifles de francotirador a ventar granadas y disparar armamentos de vehículos, torpedos, morteros, artillería pesada y otras municiones. Los isleños han exigido sin cansarse el fin de la contaminación militar y la destrucción de sus tierras y aguas anteriormente inmaculadas.

Las fuerzas militares envenenan a sus propios soldados

Varias bases militares también han envenenado al agua potable local. El periódico Military Times reportó en abril que el Pentágono, por la primera vez, publicó un estudio completo sobre las instalaciones militares donde encontró niveles más altos de lo recomendado de los compuestos perflorinados carcinogénicos – el sulfonato perfloroctano o el ácido perfloroctánico – en los sistemas de aguas potables o el agua subterránea.

Ahora, mediante un registro en línea, miles de soldados y veteranos estadounidenses están reportado casos de cáncer en los soldados y sus parejas, defectos congénitos, y discapacidades del desarrollo en los niños criados en o cerca de las bases militares.

Quemaduras al aire libre

 

La practica de las fuerzas militares de EE.UU. de usar las quemaduras al aire libre para eliminar los desechos de armas de la invasión de Irak de 2003 ha causado que el índice de cáncer se dispare en ambos soldados estadounidenses y ciudadanos iraquíes expuestos a los contaminantes.

El 30 de mayo, el Departamento de los Asuntos Veteranos publicó un análisis de las anotaciones de 43.000 veteranos en una base de datos, usada para estudiar la salud de los soldados. El estudio encontró que, además del daño hecho a los pulmones humanos por el humo y otras materias específicas de estas quemaduras, las ondas expansivas de las explosiones han causado síntomas cardiopulmonares en los soldados que trabajan en ellos.

Las tierras de la Nación Diné contaminadas con el uranio

Áreas grandes de las tierras nativas han sido contaminadas por las fuerzas militares. Empresas mineras financiadas por EE.UU. extrajeron 4 millones de toneladas de uranio para las armas atómicas de más de 500 minas en la Nación Diné (anteriormente conocida como la Nación Navajo) entre 1944 y 1986. Estas minas ahora están abandonadas, dejando a la Nación Diné con desechos venenosos de las minas y agua potable radioactiva. Muchas personas se han muerto debido al fallo renal y el cáncer, condiciones relacionadas a la contaminación de uranio. Además, investigaciones nuevas del Centro de Control y Prevención de Enfermedades muestran la presencia de uranio en los recién nacidos.

Y luego llegamos a la contaminación causada por la guerra. El periódico “the Guardian” nota que Irak está plagado con altos niveles de contaminación nuclear y dioxinas. Además, después del bombardeo por parte de EE.UU. durante su primera guerra contra Irak en 1991:

“Aguas residuales fluyeron en las calles y los ríos. Refinerías y oleoductos gotearon petróleo en la tierra. Las sanciones económicas impuestas en Irak significaban que poco estaría arreglado, y la tierra y las ciudades estarían envenenadas. Un observador en Basra en 2008 dijo que la gente “vive entre el lodo y las heces… los índices de cáncer infantil en Irak son los más altos en Basra. El agua salada de la llave enferma a la gente. Y hay más basura en las calles que pueden recoger los trabajadores sanitarios municipales.”

El uso de armas tóxicas y armas de uranio empobrecido radioactivo en Irak por parte de EE.UU. ha dado paso a un número sin precedentes de defectos congénitos ahí. Estas mismas armas que envenenan a la gente y la tierra también se usaron en Bosnia, Serbia, Kosovo, Líbano, Gaza, Irak durante las dos guerras, Afganistán, Pakistán del Norte, Somalia, Siria, Yemen y Libia.

Las belicistas rechazan la ciencia, planean más contaminación

Sin embargo, el Departamento de Defensa de EE. UU. no acaba de contaminar. En noviembre de 2016, las fuerzas navales de EE.UU. anunciaron su plan de desechar 20.000 toneladas de contaminantes ambientales, incluso metales pesados y explosivos, en las aguas costales del Noroeste Pacífico de Estados Unidos. También planean desechar algunos 4.7 a 14 toneladas de “metales con toxicidad potencial” en las aguas interiores a lo largo del Puget Sound cada año en el estado de Washington.

Como respuesta a la preocupación pública, una representante de las fuerzas navales dijo que los metales pesados y el uranio empobrecido no son más peligrosos que cualquier otro metal, una afirmación que representa un rechazo claro de los datos científicos.

Exento de todos los tratados de los gases causantes del efecto invernadero

Como el mayor consumidor de combustibles fósiles en el mundo, el Pentágono también es uno de los mayores contribuyentes al calentamiento global. Pero el Departamento de Defensa es completamente exento de todos los tratados de los gases causantes del efecto invernadero.

No sólo son los Republicanos que permiten a las fuerzas militares contaminar a gusto. Presidente Barack Obama promulgó una orden ejecutiva que requería que el gobierno estadounidense redujera las emisiones de estos gases. Sin embargo, eximió al Pentágono de aun tener que reportar sus emisiones.

Además, el 24 de mayo, mientras tanto las escuelas públicas, los hospitales, los puentes, las autopistas, el transporte público, la vivienda y los sistemas de agua limpia se están desmoronando y necesitan reparación, los Demócratas ignoraron estas necesidades urgentes. En la Cámara de Representantes, 131 Demócratas junto con los Republicanos, aprobaron un presupuesto de $717 mil millones para el Pentágono que incluye una expansión masiva del arsenal nuclear de EE.UU. Con esto viene más contaminación, especialmente la contaminación nuclear.

No sólo es el Pentágono que contamina el medio ambiente. Los CEO de empresas como Exxon-Mobil, Lockheed Martin, Raytheon, y Northrup Grumman se ríen todo el camino hasta el banco. Sin restricciones en las operaciones del Pentágono, las corporaciones que componen el Complejo Militar-Industrial y las que proveen servicios para las fuerzas militares estadounidenses están obteniendo enormes ganancias. Para ellos, las ganancias siempre serán más importantes que la contaminación.

Las guerras sin fin y la falta de responsabilidad

Hay muchas razones para detener al Pentágono y apropiarnos de su presupuesto para satisfacer a las necesidades humanas. Sus guerras de agresión destructiva y racista, su búsqueda implacable de las ganancias militares-corporativas, en vez de las necesidades de la gente, y la destrucción del planeta por parte de las fuerzas militares estadounidenses son unos ejemplos. El Pentágono no sólo mata a las personas, también mata al ecosistema. ¡Las guerras sin fin traen consigo la contaminación sin fin!

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