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Mandela, la liberación de sudafrica & la lucha armada

Nelson Mandela, líder reconocido del Congreso Nacional Africano (ANC), y primer presidente negro de Sudáfrica, murió tranquilamente en su casa el 5 de diciembre, después de una larga batalla contra una enfermedad. Mandela llegó a ser el preso político más reconocido en el mundo en la década de 1980, y después de su encarcelamiento ganó aún más importancia como la figura principal en la transición del apartheid, por la que ganó el Premio Nobel de la Paz en 1993.

Los medios de comunicación corporativos y los gobiernos occidentales están alabando a Mandela por sus logros, especialmente por su política de “paz y reconciliación” con los antiguos opresores racistas tras la caída del régimen del apartheid. Esta ola de cobertura pro-Mandela tiene el intento de enmascarar la horrible verdad de que estas mismas entidades tildaron a Mandela como terrorista durante gran parte de su carrera política pública.

Como sucede a menudo con grandes revolucionarios y las figuras de liberación después de sus muertes, y a veces incluso en la última parte de su vida, la realidad de la vida de Mandela está siendo sustituida por una narrativa desinfectada y manipulada. Parafraseando a Lenin, están convirtiendo al héroe revolucionario en un icono inofensivo. Debido a que Nelson Mandela optó por seguir una ruta de gobierno mayoritaria a través de compromisos y el acomodamientos con la minoría de colonos y el capital imperialista, se ganó los aplausos de la esfera capitalista mundial.

Sin embargo, evaluando este aspecto de su papel histórico y su legado en su totalidad, hay que señalar que ese resultado, el fin del apartheid, sólo fue posible debido a la incesante lucha del pueblo de Sudáfrica y sus organizaciones: el Congreso Nacional Africano, el Partido Comunista de Sudáfrica, el Congreso Panafricano (PAC), la Organización para la Liberación de los Pueblos de Azania, el Movimiento Democrático Unido, el Movimiento de Conciencia Negro y otros. Esta fue una lucha que realmente sacudió al mundo, inspirando a los oprimidos y aterrorizando a sus clases gobernantes. El triunfo sobre el apartheid finalmente terminó el período formal de dominación política por la minoría blanca en el continente africano. Por esto se le debe a líderes como Nelson Mandela una gran deuda y un lugar de honor en los corazones de los revolucionarios.

Espíritu desaf iante

Nació el 18 de julio de 1918 en la aldea rural de Qunu, a una familia de linaje real. A Nelson Mandela se le dio el nombre de Rolihlahla, lo que significaba “alborotador.” Se le cambió al nombre inglés de Nelson al entrar en la escuela.

Mandela se unió a un agrupamiento creciente de jóvenes líderes negros, incluyendo figuras como Oliver Tambo, Walter Sisulu y Robert Sobukwe, que estaban impacientes por las estrategias políticas limitadas de petición y protestas legales contra los élites racistas que controlaban Sudáfrica. En 1944, Mandela se convirtió en uno de los fundadores de la Liga Juvenil del ANC, que se convirtió en el hogar de los militantes con ideas del mismo afín.

En 1948, el nuevo Partido Nacional llegó al poder en una elección donde sólo los blancos participaron, y estableció el marco legal oficial de la opresión racista que llegó a conocerse como “Apartheid” (que significa “aparte” en afrikaans). La Liga Juvenil y Mandela defendieron una respuesta agresiva, llamando a la ANC a adoptar las huelgas y protestas de acción directa para desafiar la dominación blanca. Con el tiempo, Mandela y sus compatriotas fueron capaces de capturar el liderazgo del ANC en su totalidad a finales de 1940.

En 1952, cuando la minoría blanca-colonista estaba celebrando 300 años de opresión colonial, el ANC convocó a una campaña de desafío masivo contra las leyes del apartheid, con Nelson Mandela asumiendo un papel clave en la organización como jefe de voluntarios.

Esta “Campaña de Desafío” fue reprimida, con Mandela y otros recibiendo condenas penales suspendidas, pero tuvo un impacto tremendo. Esto condujo a un crecimiento enorme de la ANC y la expansión global de la lucha a través de la década de 1950 contra las leyes del apartheid.

En 1960, el Congreso Panafricano lideró una campaña contra la “Ley de Identidad”, que requería a los negros llevar un pasaporte interno todo el tiempo. Esta campaña dio lugar a grandes protestas en todo el país. El 21 de marzo de 1960, la policía abrió fuego contra los manifestantes en Sharpeville, matando a 69 en lo que sería conocido como la Masacre de Sharpeville. Alarmados por esta nueva militancia africana, el gobierno del apartheid prohibió tanto el ANC y el CPA.

Para entonces el comunismo había influenciado a Mandela, siéndose un afiliado del Partido Comunista de Sudáfrica como miembro clandestino y hasta estaba en su Comité Central, como ahora lo ha confirmado el ANC.

Mandela y otros camaradas, contemplaron la escena africana en ese momento:

“Después de una evaluación larga y ansiosa … Yo y algunos colegas, llegamos a la conclusión de que la violencia … era inevitable, hubiera sido poco realista y malo que los líderes africanos sigan predicando la paz y la no violencia en un momento en que el gobierno respondió a nuestras demandas pacíficas con la fuerza “.

Con esto en mente — y la influencia de los movimientos revolucionarios en Cuba, entre otros lugares — Mandela, Walter Sisulu y el comunista blanco Joe Slovo, fundaron Umkhonto We Sizwe (“Lanza de la Nación”), que se convirtió en el brazo armado del ANC y era conocido por su abreviatura, MK. El MK respondió al terrorismo de la minoría blanca racista con actos de sabotaje dirigidos a asestar golpes a la maquinaria del gobierno del apartheid.

Como jefe de la MK, Mandela viajó por el país clandestinamente, ganando fama en la prensa por su habilidad de eludir a las autoridades del apartheid. Finalmente, fue capturado en 1963 junto con otros líderes del ANC, después de que la CIA proporcionó al gobierno de Sudáfrica inteligencia crucial. En su juicio Mandela dio uno de sus discursos más famosos que explicó el derecho de un pueblo oprimido, que al no encontrar otra forma de alivio, debe tomar las armas. El discurso que se conoce como “Yo estoy dispuesto a morir “, por sus palabras de cierre.

Nelson Mandela nunca denunció la lucha armada, aun cuando se le ofreció la libertad de la cárcel a cambio de ella.

La lucha detrás de las rejas

Condenado a cadena perpetua en la brutal prisión de apartheid en Robben Island, Mandela comenzó su condena de prisión como un prisionero “Clase D”. Él podía recibir visitas y enviar cartas sólo dos veces al año, y se vio obligado a trabajar primero triturando piedras en la grava, y luego en la cantera de cal. Fue consignado a una celda de 2×3 metros aproximadamente.

Mandela desempeñó un papel de liderazgo entre los prisioneros del ANC que organizaron huelgas de presos y de brazos caídos, así como el envío de cartas a los partidarios externos. Mandela fue clave en establecer clases de educación política entre los reclusos y en el intento de forjar la unidad entre los presos de varias organizaciones en el movimiento de liberación.

En 1980, el ANC lanzó una gran campaña por la libertad de Mandela, esperando que su larga trayectoria en el movimiento de liberación, que incluyó sus defensas elocuentes de la causa contra el apartheid, pudo inspirar a un mayor apoyo para su lucha en todo el mundo. De hecho, el lema “Liberen a Nelson Mandela” se incendió en todos los rincones del globo.

Fue durante este período de la década de los mediados y fines de 1980 que la dirección del ANC comenzó negociaciones tentativas, en su mayoría indirectas, con el régimen del apartheid. En 1989, Mandela envió una carta secreta al presidente sudafricano PW Botha tratando de avanzar este proceso.

Este fue el comienzo de un proceso de transición que levantó la prohibición de organizaciones de liberación, y, finalmente, a las elecciones en 1994 en la que el ANC obtuvo la victoria. Mandela fue elegido Presidente de Sudáfrica.

Un legado que aun inspira

Fue esta última parte de la carrera política de Mandela, 1990-1999, en la que Mandela recibió la alabanza y la celebración de los mismos gobiernos y medios de comunicación que una vez le habían declarado un terrorista violento.

Mandela y el ANC garantizaron los derechos políticos de los sudafricanos negros, dejando en gran parte intacta la estructura económica de la era del apartheid. La exportación de los recursos naturales y la bolsa de valores se mantuvo firmemente en las manos de las élites blancas británicas y/o de los Boer — con una capa cooptada de capitalistas negros siendo integrados. La tierra no fue ampliamente redistribuida.

El gobierno del ANC lanzó algunos proyectos a gran escala, como la construcción de viviendas en los municipios, lo que mejoró la vida de la clase obrera negra. Sin embargo, divorciado de cualquier tipo de plan de la economía revolucionaria a largo plazo, este tipo de proyectos era limitado y no podían arrancar de raíz la desigualdad racista y la pobreza en el corazón de la sociedad sudafricana.

Como el capital blanco trató de cubrir su control económico con caras negras, la corrupción floreció. La policía negra sustituyó a la policía de los colonos odiados, pero rápidamente adquirió un rasgo similar de abuso y brutalidad.

Viendo este proceso en su totalidad, es difícil no ver la carrera de Nelson Mandela como trágicamente incompleta.

Pero Mandela y los logros históricos del pueblo de Sudáfrica no se deben minimizar tampoco.

Desde 1652, la minoría de colonizadores comenzó a subyugar a la mayoría de los africanos en su propia tierra. Participando en todos los excesos de guerras, el pillaje y el saqueo, separaron a los africanos primero de su tierra, después de la fruta de su labor, lo que los obligó a aprender idiomas extranjeros y renunciar a su dignidad.

El gobierno racista de Sudáfrica fue un pilar de la contrarrevolución mundial, la creación de vínculos estrechos con apartheid de Israel, el régimen del Sha en Irán y el imperio portugués. Funcionaba como un aliado clave del imperialismo de EE.UU. — y Washington fue uno de los últimos gobiernos del mundo que se distanció del sistema de gobierno de la minoría blanca.

Hasta el mero fin, el apartheid de Sudáfrica se aferró y promovió la más repugnante de las ideologías: la supremacía blanca. Representaba la filosofía odiosa que se utiliza para justificar siglos de esclavitud y colonialismo, que los blancos fueron supuestos superiores en todos los sentidos a los seres humanos de piel más oscura.

Aunque solo fue una liberación parcial, no se puede perder de vista el tremendo logro de haber sacado de su existencia al régimen racista mas explícito que haya existido en la tierra.

El contexto histórico detrás del compromiso

El método histórico marxista busca encontrar las fuerzas sociales más profundas detrás de las acciones y decisiones individuales. Los compromisos de Nelson Mandela se entienden mejor teniendo en cuenta el momento histórico en que se produjeron: una época de contrarrevolución en todo el mundo y una ofensiva imperialista.

A finales de 1980, los líderes del movimiento de liberación de Sudáfrica estaban viendo lo que era esencialmente un punto de estancamiento. El movimiento de masas y la lucha armada había debilitado al régimen del apartheid. Ya no podían contener la furia de la mayoría negra y sus aliados blancos e indios. Sin embargo, los racistas todavía tenían un aparato de seguridad poderoso y estaban participando en un intento muy serio de dividir la población negra a través de tanto la violencia política como el avivar de las llamas de la actividad criminal violenta.

A nivel internacional, mientras que el movimiento de liberación de Sudáfrica disfrutaba en todo el mundo el apoyo popular, un nuevo orden mundial fue tomando forma. El bloque socialista en Europa del Este se estaba desmoronando y la Unión Soviética, bajo Gorbachov, estaba eliminando rápidamente su apoyo a los movimientos de liberación y gobiernos independientes.

Mientras tanto, los estados vecinos que estaban en el frente de batalla al sur de África se enfrentaban al azote constante de la hostilidad sudafricana e imperialista, que añadió presión al compromiso.

La lucha por la liberación de Sudáfrica inicialmente había disparado hacia adelante durante un período histórico en el cual las revoluciones anticoloniales podrían vincularse con potencias socialistas de solidaridad o al menos tenían un espacio para respirar. Pero triunfó durante la transición a un período totalmente diferente, caracterizado por el descenso de los gobiernos socialistas e independientes, el militarismo agresivo de los EE.UU. y una economía global dominada enteramente por Wall Street y el Fondo Monetario Internacional.

Este es el contexto en el cual Nelson Mandela escogió las negociaciones para poner fin al apartheid. La tragedia de Mandela es también la tragedia de todo un período histórico que la clase obrera internacional todavía está luchando por revertir.

Honrando a Mandela, avanzando la revolución

Es totalmente lógico que ahora, recordando el legado de Nelson Mandela, el pueblo de Sudáfrica se está alzando de nuevo en las minas y en los municipios, para volver a los “viejos” métodos de lucha: las huelgas, los neumáticos en llamas. La sabiduría convencional promovida por la clase gobernante en Sudáfrica y los medios internacionales están siendo cuestionados, lealtades viejas se están debilitando y los vientos políticos están cambiando.

Los revolucionarios de Sudáfrica se están organizando y reagrupándose para dar dirección política a la mayoría de Sudáfrica para quienes la revolución está aún incompleta. Esta nueva fase de la lucha de Mandela se cumplirá mediante la replicación de su constancia, disciplina, organización, militancia y devoción a la causa de la liberación. La nueva generación que empieza a perfilarse está, como la agrupación de Mandela en la década de 1940, surgiendo al final de una fase de la lucha y durante el inicio de una nueva, desafiando la naturaleza conservadora de sus dirigentes para renovar el movimiento por la liberación nacional y emancipación de la clase trabajadora.

El cuerpo de Mandela nos ha dejado, pero su espíritu permanece vivo en las llamas de la lucha en Sudáfrica, y en todas partes donde los explotados buscan deshacerse de sus cadenas.

¡Nelson Mandela Presente!

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