AnalysisEspañolUkraine

Cómo Canadá y Estados Unidos “normalizan” y promueven fascistas ucranianos

Foto: Marcha del 2015 en Kiev para celebrar el cumpleaños del colaborador nazi Stepan Bandera (en la foto con la bandera negra y roja). 

El 22 de septiembre, el parlamento canadiense recibió a Yaroslav Hunka, un ucraniano-canadiense de 98 años, como parte de una ceremonia que incluyó al Presidente ucraniano Volodymyr Zelensky. Aclamando a Hunka como un “héroe ucraniano”, la legislatura y las y los invitados le dieron una ovación de pie. El primer ministro canadiense Justin Trudeau luego celebró una audiencia privada con Hunka.

Sin embargo, Hunka no es un héroe. Es un fascista y colaborador en la brutal y genocida ocupación nazi de Ucrania durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Ucrania formaba parte de la Unión Soviética.

El Museo Nacional del Holocausto estima que durante la ocupación nazi de Ucrania de 1941-45, las personas fascistas masacraron a tiros a 1,5 millones de hombres, mujeres y niños judíos . Las y los fascistas ucranianos colaboraron en estos asesinatos.

En 1943, mientras el Ejército Rojo Soviético avanzaba hacia el oeste, liberando a Ucrania y otras partes de la URSS de la ocupación nazi alemana, Hunka se ofreció como voluntario para luchar contra los soviéticos en una unidad ucraniana de las Waffen-SS. Las Waffen-SS eran el brazo militar de la Schutzstaffel (SS), la unidad paramilitar nazi que coordinó y llevó a cabo los asesinatos en masa del Holocausto.

La unidad ucraniana, la 14ª División de Granaderos de las Waffen de las SS (1ª Gallega), estaba cortada de la misma tela de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN), otro grupo colaboracionista fascista que apoyó la ocupación nazi. El grupo asesinó a decenas de miles de judíos, polacos y otros no ucranianos, así como a comunistas. En las Waffen-SS, estos nacionalistas recibieron la sanción nazi y armas para luchar contra el Ejército Rojo y los innumerables grupos partisanos que resistían la ocupación nazi.

Estos fueron los hombres a los que Hunka ofreció a unirse en 1943. La indignación popular siguió a su homenaje en Ottawa una vez que se supo que este no era un “héroe ucraniano”.

En los días que siguieron, solo una persona ha pagado las consecuencia de este acto de antisemitismo. El presidente del parlamento canadiense, Anthony Rota, se vio obligado a renunciar. Su disculpa no hizo mención de Hunka, su ideología de odio o sus viles actos. El Primer Ministro canadiense, Justin Trudeau, también se vio obligado a disculparse con sus declaraciones públicas refiriéndose a honrar a Hunka como un “error” cometido porque él y otros “no conocían el contexto”.

Sin embargo, acto seguido, Trudeau descartó el papel de los neonazis en Ucrania hoy como “propaganda rusa”, prometiendo que Canadá continuará su “apoyo firme e inequívoco a Ucrania”. Trudeau por mucho ha buscado desviar la atención de la tolerancia del gobierno canadiense hacia las y los colaboradores nazis ucranianos, que incluye numerosos monumentos a sus organizaciones, como la 14ª División de las Waffen-SS; y el hecho de que su Viceprimera Ministra Chrystia Freeland es nieta de Michael Chomiak, un colaborador que editó un periódico antisemita en ucraniano durante la ocupación nazi y trabajó en estrecha colaboración con el jefe de propaganda nazi Joseph Goebbels.

Sorprendentemente, la etiqueta de “antisemita” no se ha atribuido a Trudeau, Rota ni a ningún otro diputado canadiense que le dio a Hunka una ovación de pie, aunque es difícil pensar en un acto más antisemita que glorificar a un nazi. La situación contrasta con el trato dado a Jeremy Corbyn, un diputado británico que fue expulsado del liderazgo del Partido Laborista y finalmente suspendido del partido por completo en el 2020 como resultado de una campaña demagógica que lo pintó como antisemita por mostrar solidaridad con la lucha palestina.

El encubrimiento de los crímenes nazis y de la presencia de neonazis en los círculos de la clase dominante, el parlamento y el ejército de Ucrania no se limita a Canadá. Parte de la cruzada de Washington para promover la causa del gobierno de Kiev y ganarse los corazones y las mentes de las y los estadounidenses para financiar y prolongar la guerra de Ucrania ha sido permitir que el Batallón Azov, un regimiento neonazi de las Fuerzas Armadas de Ucrania, envíe a sus representantes de gira por Estados Unidos. La ideología y los objetivos de este grupo fueron declaradas por Andriy Biletsky, comandante de Azov. “La misión histórica de nuestra nación en este momento crítico es liderar a las Razas Blancas del mundo en una cruzada final por su supervivencia. Una cruzada contra los Untermenschen dirigidos por semitas [razas inferiores, según la terminología nazi estándar]”.

En noviembre del 2022, el oficial de prensa de Azov, Dmytro Kozatsky, realizó una gira de conferencias por la costa este de Estados Unidos. MSNBC lo promocionó a él y a su nuevo libro. Lo más preocupante fue la decisión de la escuela Rockville Middle School y las escuelas públicas del Condado de Montgomery en Maryland de darle a Kozatsky una audiencia de estudiantes adolescentes. Menos de una semana después, las y los residentes de la cercana Bethesda, con su gran población judía, se despertaron con grafitis antisemitas, con frases como “Sin piedad con los judíos” y “Los judíos no son bienvenidos” pintadas en aerosol en áreas públicas. 

Esta promoción de fascistas ucranianos tiene un impacto aquí en Estados Unidos, donde los actos de violencia de supremacía blanca solo se han hecho más audaces en los últimos años, dirigidos contra judíos, negros, la comunidad LGBTQ, inmigrantes y mujeres —varios grupos que ya están bajo un ataque concentrado por parte del Estado capitalista de Estados Unidos.

La normalización neonazi y sus consecuencias 

El 14 de mayo del 2022, un supremacista blanco transmitió en vivo su entrada al supermercado Tops en Buffalo, Nueva York, y, armado con un rifle AR-15, abrió fuego contra las y los clientes del mercado en un barrio predominantemente negro, matando a diez personas. Bordado en su ropa durante el ataque terrorista racista había un Sonnenrad o “sol negro”, un ícono fascista utilizado por Heinrich Himmler como jefe de las SS nazis, el mismo grupo al que se unió Hunka.

El Batallón Azov ucraniano, un regimiento neonazi de las Fuerzas Armadas de Ucrania, también utiliza el símbolo del sol negro. La cobertura general estadounidense del Batallón ha incluido entrevistas y perfiles de miembros de Azov. El New York Times quiere hacernos creer que este símbolo representa “soberanía y orgullo”.

La normalización de los neonazis en Ucrania como simplemente los luchadores más patrióticos de su nación envía un mensaje claro a los neonazis que acechan en las sombras en casa: salgan. Además, revela hasta dónde llegarán el Pentágono y el Departamento de Estado de Estados Unidos para buscar más esferas de dominio y ganancias para los contratistas de guerra.

Este no es el primer capítulo en el que Estados Unidos se asocia a colaboradores fascistas como socios menores de su proyecto imperial. La existencia del nazismo y el fascismo en Ucrania no es una “creación de propagandistas rusos”, como dirían Trudeau, Biden y otros. De hecho, Estados Unidos tiene una larga historia de ayudar e instigar a fascistas. 

Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se apoyó fuertemente en grupos fascistas de toda Europa, usándolos como células terroristas anticomunistas en Europa y enviándolos a otras partes del mundo para cumplir las órdenes de Washington. La CIA respaldó a neonazis para que pudieran continuar sus campañas de terrorismo en la URSS en la década de 1950, matando a más de 35,000 comunistas y funcionarios soviéticos en 1951. Esto incluyó a miembros de la OUN ucraniana y la 14ª División de las Waffen-SS, la camarilla colaboracionista de Hunka — y al infame líder de la OUN, el colaborador nazi Stepan Bandera, un hombre glorificado como héroe nacional en la Ucrania moderna. Estados Unidos se negó a cumplir una solicitud soviética de extraditar a Bandera después de la Segunda Guerra Mundial. Es más, Bandera tiene un monumento en su honor en Ellenville, NY.En el 2019, 40 miembros del Congreso firmaron una carta pidiéndo al Departamento de Estado de Estados Unidos que designara a Azov como una organización terrorista extranjera. “Azov ha estado reclutando, radicalizando y entrenando a ciudadanos estadounidenses durante años”, decía la carta. Su esfuerzo no tuvo éxito. En los últimos años, se estima que decenas de miles de combatientes extranjeros han entrado en Ucrania para ser entrenados por Azov. De acuerdo con una reciente declaración jurada del FBI, “se cree que [Azov] participó en el entrenamiento y la radicalización de una organización de supremacía blanca con sede en Estados Unidos”.

Related Articles

Back to top button