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Editorial del PSL – Necesitamos negociación y paz en Ucrania, no escaladas sin término

El viaje a Estados Unidos del presidente de Ucrania, Volosymyr Zelenskyy, busca concretar una política de escalada peligrosa que prolonga la guerra y el sufrimiento que lleva aparejada. Mientras las y los políticos en Washington y Zelenskyy se celebran mutuamente por los “valores comunes” y supuesto compromiso con la democracia, el objetivo de largo plazo del gobierno de Estados Unidos por mantener su dominio global se encuentra al centro de este conflicto, traduciéndose esta vez en debilitar a Rusia.

En una conferencia de prensa junto a Zelenskyy, Biden destacó que “el pueblo ucraniano sigue inspirando al mundo. No solo nos inspira a nosotros con su coraje sino que a todo el mundo”. Sin embargo, esto no es más que retórica vacía. Para los oficiales del Pentágono y de la Casa Blanca, las y los ucranianos son peones a ser usados en una batalla proxy como parte de la nueva Guerra Fría que buscan imponer al globo. Si Estados Unidos estuviera sinceramente interesado en ayudar a la asediada Ucrania, entonces habría negociado un acuerdo de seguridad con Rusia que desmilitarizara la región y tuviera en cuenta el interés de todas las partes hace ya mucho tiempo.

En vez de ello, el gobierno de EEUU ha hecho todo lo posible para hacer de la guerra un evento inevitable. Desde los 1990s, EEUU ha presionado por incorporar más países de Europa Oriental a la alianza militar de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), alcanzando los bordes de Rusia con la incorporación de los Estados Bálticos en 2004. En 2014, instaló un gobierno pro-Occidente y anti-Rusia a través de un golpe de Estado, el que llevó adelante una guerra contra las áreas del Este de mayoría rusa. En 2018, EEUU se retiró del histórico Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, levantando el fantasma de armas nucleares instaladas en Europa del Este por la OTAN. En 2020, EEUU dejó el Tratado de Cielos Abiertos -otro acuerdo importante de control armamentístico-, lo que escaló aún más el conflicto. Cuando la invasión rusa se acercaba, EEUU se negó obstinadamente a comprometerse en negociaciones.

Mientras las y los ucranianos y rusos sufren y mueren -con los efectos económicos y sociales de la guerra irradiando el mundo entero-, las empresas estadounidenses de producción de armas están haciendo una fortuna. Coincidiendo con la visita de Zelenskyy, el gobierno de EEUU anunció un nuevo envío de armas a Ucrania por un valor de 1.085 millones de dólares. Por primera vez, este paquete incluye el sistema de misiles de última generación Patriot, lo que a los ojos de Rusia aparecerá como una escalada más. Este anuncio ocurre solo un día después de que el Congreso pasara una nueva ley de presupuestos que incluye 45 mil millones de dólares adicionales para mantener la guerra en Ucrania. Empresas que se benefician con la guerra, como Raytheon y Lockheed Martin, obtienen los contratos para producir un arsenal enorme. 

Mientras la estrategia de guerra proxy recibe un dinero interminable por parte del Congreso estadounidense, las crisis sociales que enfrentan las y los trabajadores en EEUU no convocan la misma urgencia. Las decenas de miles de millones de dólares yendo a causar muerte y destrucción podrían asignarse, en vez, a mejorar las escuelas, arreglar los sistemas de agua, y proveer vivienda digna y asequible.

La visita de Zelenskyy llega en un momento en que la guerra entra un estadio crucial. Frente al Congreso, Zelenskyy celebró a EEUU por “unificar a la comunidad global” para, supuestamente, “proteger la libertad y la ley internacional”. Sin embargo, la unidad en torno al bloqueo contra Rusia liderado por EEUU puede volverse peligroso. La conmoción económica que causarían cortes severos de energía en Europa y la posibilidad de que la batalla entre en un estancamiento prolongado han llevado a figuras poderosas a considerar la negociación del término de la guerra. Por ejemplo, al comienzo de diciembre, el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo que los poderes occidentales deben “dar garantías a Rusia para el día en que regrese a la mesa de negociación” y que “uno de los puntos esenciales que debemos enfrentar, como el presidente Putin siempre ha dicho, es el miedo de que la OTAN llegue frente a su puerta y que despliegue un armamento que amenace a Rusia”. Este análisis entra en conflicto con la estrategia que la administración Biden ha favorecido hasta ahora: negarse a negociar, desplegar armas en la zona de guerra y esperar que la guerra agote a Rusia hasta el punto de que su capacidad para hacer frente a la política de las fuerzas extranjeras imperialistas de EEUU se vea disminuida en el largo plazo.

Ciertamente, este enfoque nos llevará a una inmensa pérdida de vidas, a profundizar los graves problemas económicos que afectan al mundo, e, incluso, a una confrontación catastrófica de proporciones globales. Necesitamos negociaciones de paz ahora, no la política de escalada insensible e imprudente impulsada por el gobierno de los EEUU.

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