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El movimiento de presos políticos consigue victorias para el “Maroon” Shoatz y David Gilbert

El movimiento para la liberación de presos políticos se anotó un par de importantes victorias legales la semana pasada. Russell “Maroon” Shoatz, de 78 años, salió de la cárcel el 26 de octubre en virtud de la libertad compasiva. Y el mismo día, a David Gilbert, de 77 años, se le concedió la libertad condicional y será liberado a finales de noviembre.

Los partidarios de Maroon Shoatz explican que es “un dedicado activista comunitario, miembro fundador del Consejo de Unidad Negra, antiguo miembro del Partido de las Panteras Negras y soldado del Ejército de Liberación Negro”. Fue condenado a cadena perpetua en 1972 por actividades llevadas a cabo en una época en la que el Departamento de Policía de Filadelfia -bajo el liderazgo del notoriamente racista jefe de policía Frank Rizzo- estaba librando una guerra total contra el movimiento de liberación de los Afroamericanos. 

David Gilbert, antiguo miembro de Weather Underground, fue encarcelado en 1983 por cargos relacionados con una operación conjunta llevada a cabo con el Ejército Negro de Liberación, que condujo a una condena por delito de asesinato a pesar de que el propio Gilbert nunca tocó un arma durante el incidente. Fue condenado a 75 años de prisión perpetua en una cárcel de máxima seguridad.

La puesta en libertad de estos activistas que han dedicado su vida a acabar con la injusticia es motivo de celebración. Sus partidarios han luchado durante años para conseguir su liberación de las garras del cruel sistema penitenciario estadounidense.

La sombría realidad de la liberación de Shoatz es que se ha conseguido en base a su deteriorado estado de salud. A Shoatz se le ha concedido un traslado médico en el que saldrá de la prisión hacia un hospital de Pensilvania para ser tratado de un cáncer en estado avanzado. Es un escándalo que Shoatz haya pasado casi 50 años en prisión, incluidos más de 22 años en un tortuoso régimen de aislamiento. Aunque ahora recibe cuidados paliativos, su legado heroico -incluidas las dos audaces fugas de la cárcel que le valieron el apodo de “cimarrón”- seguirá inspirando a generaciones de luchadores por la libertad. 

Los casos de Shoatz y Gilbert muestran la brutal realidad de las duras prácticas de condena en el sistema judicial estadounidense. Las cadenas perpetuas son un importante motor del encarcelamiento masivo que es responsable de una creciente población penitenciaria de edad avanzada. La “muerte por encarcelamiento”, argumentan los opositores al sistema penitenciario, equivale esencialmente a una versión cruelmente prolongada de la pena de muerte.

Aunque han sido calumniados por la derecha en los medios de comunicación corporativos, los partidarios de la liberación de Shoatz y Gilbert señalan que ambos hombres tuvieron un impacto positivo significativo en innumerables vidas durante el transcurso de sus sentencias. Gilbert estableció programas de rehabilitación, así como un programa de asesoramiento entre iguales en torno a la crisis del sida en la década de 1990, que acabó salvando cientos de vidas cuando el programa modelo se extendió a otras prisiones del país. Shoatz pasó años organizando dentro de las prisiones la lucha contra la cadena perpetua sin libertad condicional y las prácticas de aislamiento, inspirando movimientos en todo el país contra estas brutales violaciones de los derechos humanos. 

El compromiso de toda la vida de Shoatz y Gilbert con la justicia no ha podido ser frenado a pesar de todos los intentos del sistema penitenciario estadounidense por conseguirlo. Las condiciones inhumanas de encarcelamiento de por vida deben terminar para todos.

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