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Los sindicatos universitarios arrasan en los EE.UU.

En todo el país, las y los estudiantes universitarios están formando sindicatos y exigen mejores salarios y condiciones de trabajo. El 15 de marzo, las y los consejeros residenciales de la Universidad de Pensilvania dieron un apoyo mayoritario a la formación del sindicato, convirtiéndose en el 18º sindicato de estudiantes universitarios EE.UU. Las y los jóvenes trabajadores de la Universidad de Boston, Dartmouth, RPI, Wesleyan, Harvard, Tufts y Fordham, entre muchas otras universidades, se han movilizado para conseguir el reconocimiento sindical, ganar elecciones arrolladoramente y negociar con éxito sus primeros contratos. ¿A qué se debe este repunte de la organización sindical en las universidades?

Las y los trabajadores universitarios son esenciales, pero mal pagados y sobrecargados

Muchas y muchos estudiantes universitarios desempeñan funciones clave en el funcionamiento diario de sus universidades, como los servicios de comedor y residenciales. Un consejero residencial (RA por sus siglas en inglés) de la Universidad de Boston informó que ha ayudado a 42 estudiantes en su transición a la universidad, además de organizar eventos comunitarios, intervenir en situaciones de crisis y aplicar tácticas de mediación en conflictos. Además, tenían la responsabilidad de garantizar la seguridad de más de 1.800 residentes en turnos de 24 horas.

A pesar de lo esenciales que son las y los trabajadores universitarios, la remuneración de muchas y muchos de ellos se ha estancado mientras la matrícula y el coste de la vida se disparan. En la Universidad de Temple, donde algunos puestos de trabajo en el campus son pagados a 7,25 dólares la hora, las y los organizadores universitarios exigen un salario mínimo de 15 dólares, el pago de horas extra y el fin de la brecha salarial entre hombres y mujeres.

En varias universidades, las y los consejeros residenciales no reciben ningún pago por su trabajo más allá de un crédito de vivienda o incluir sus salarios en su ayuda financiera. “Conozco a RAs que reciben poca o ninguna compensación por trabajar porque han perdido la mayor parte de su ayuda. Creemos que todo el mundo debe ser compensado por trabajar, es por eso que decidimos formar un sindicato para mejorar este trabajo para las y los estudiantes que tienen necesidades financieras”, compartió Tarchithaa Chandra Sekharan, una RA del Sindicato de RAs de Fordham.

Según David Whittingham, consejero residencial de primer año en Tufts, “la mayor preocupación de la gente ha sido la compensación. Las y los trabajadores no recibimos salarios más allá del crédito de vivienda y no recibimos ningún otro tipo de beneficios complementarios como un plan de alimentación”. Y añadió: “Creo que la estructura de remuneración es explotadora. Permite que la universidad se salga con la suya con mano de obra esencialmente gratuita de estudiantes que saben que tienen pocos recursos, que no pueden permitirse vivir en la vecindad, sobre todo aquí en Boston, donde el alquiler es tan exorbitante”.

Las abrumadoras responsabilidades laborales y las horas obligatorias no remuneradas son problemas recurrentes para las y los consejeros residenciales en particular. En un comunicado de prensa sobre la reciente creación de United RAs en UPenn, OPEIU Local 153 señaló que los RAs se enfrentan a una abrumadora carga de trabajo las 24 horas del día. “Para mantener sus puestos de trabajo, las y los RAs están obligados a permanecer en el campus durante los fines de semana y días festivos, asistir a reuniones semanales obligatorias del personal, mantener sesiones de consejería 1-a-1 con cada residente, diseñar y crear tablones de anuncios mensuales, responder a emergencias, organizar eventos semanales en los pasillos, y trabajar turnos de noche, además de sus responsabilidades académicas”.

La inseguridad económica y el apoyo sindical entre las y los trabajadores jóvenes alimentan la oleada organizativa

Una combinación de creciente inseguridad económica y una visión más favorable de los sindicatos entre las y los jóvenes ha impulsado la organización de las y los trabajadores universitarios en todo Estados Unidos.

En los últimos años, las encuestas han demostrado sistemáticamente que las y los jóvenes de Estados Unidos tienen niveles especialmente altos de apoyo a los sindicatos, en comparación con el 71% de la población general de Estados Unidos que apoya a los sindicatos. Teniendo en cuenta este mayor nivel de conciencia y que las y los estudiantes universitarios han participado en hitos recientes de la organización sindical, como Starbucks Workers United, no es de extrañar que las y los jóvenes trabajadores de los campus universitarios comiencen a organizar sus lugares de trabajo, incluso frente a las represalias de las y los jefes y las leyes laborales hostiles de Estados Unidos. Por ejemplo, a pesar de que la Universidad de Boston prometió que las y los supervisores de Spencer Hart-Thompson “tendrían plenamente en cuenta” su estado de salud, en reiteradas ocasiones se les negó medidas en esta línea e incluso se les impidió trasladarse a una vivienda mejor.   

La creciente inseguridad económica de las y los estudiantes trabajadores está impulsando aún más los esfuerzos organizativos. En la Universidad Northeastern, la campaña “No Hungry Husky” informó de que 1 de cada 4 estudiantes de Northeastern sufre inseguridad alimentaria. Mientras tanto, Northeastern cobra más del doble del coste medio de un plan de comidas para estudiantes.

El coste de la educación superior es mucho mayor de lo que solía ser. Las y los estudiantes universitarios que antes podían trabajar a tiempo parcial para cubrir la mayoría de los gastos, ahora se gradúan con una tremenda deuda estudiantil. En los últimos 20 años, las matrículas y tasas han aumentado un 134% en las universidades privadas y un 175% en las públicas.

Estos incrementos exorbitantes se producen al mismo tiempo que se disparan las donaciones y los ingresos de las y los contratistas de los comedores universitarios alcanzan niveles récord. “El hecho es que estas universidades están siendo financiadas sólidamente y el dinero se canaliza hacia el pago de gestores burocráticos, la inversión en fondos de cobertura y la inversión de millones de dólares en bienes raíces”, dijo Sheen Kim, vicepresidente del Colectivo de Trabajadores Estudiantiles en Dartmouth. “La universidad está olvidando que son y deben ser las y los estudiantes y la gente que realmente hace el trabajo académico, de servicio, de investigación, los que realmente dan prestigio a Dartmouth”.

Las y los organizadores universitarios han nombrado victorias en otros campus como inspiración para tomar cartas en el asunto. “Las y los trabajadores universitarios están tomando conciencia y el movimiento no hace más que crecer. Con los primeros contratos a la vuelta de la esquina, creo que vamos a seguir viendo a más y más trabajadores universitarios organizándose por los derechos más fundamentales”, dijo Grace Reckers, organizadora principal del Local 153 de OPEIU. Con la organización de las y los trabajadores universitarios alcanzando nuevas cotas, como demuestran las recientes y destacadas huelgas en Temple, Columbia y el sistema de la Universidad de California, junto con las y los estudiantes universitarios liderando sus propios esfuerzos organizativos con Starbucks Workers United y organizando sindicatos RAs en sus propios campus, ya no debería sorprendernos que las y los trabajadores universitarios se estén organizando.

Organizarse con optimismo

Gracias a estas y otras campañas, las y los estudiantes universitarios han conseguido varias victorias colectivas. El 19 de febrero, las y los trabajadores de los comedores estudiantiles sindicalizados en el Colectivo de Trabajadores Estudiantiles de Dartmouth consiguieron un salario mínimo de 21 dólares sólo dos días después de autorizar una huelga con un apoyo del 99%. En la Universidad Northeastern, los Huskies Organizing with Labor se unieron a las y los organizadores del Local 26 para lograr una victoria histórica que condujo a un contrato sin precedentes que aumentó los salarios a 9,32 dólares por hora y garantizó el mejor plan de salud posible ofrecido por Chartwells, entre otros logros.

En la Universidad de Oregón, las y los organizadores están uniendo a estudiantes tutores, trabajadores de guarderías, asesores de residencias y otros trabajadores estudiantiles de todo el campus para luchar por aumentos salariales, periodos de pago más cortos y políticas contra el acoso, entre otras cosas. En una declaración asociadas a su fondo de solidaridad y ayuda, el Sindicato de Trabajadores Estudiantiles de la UO afirma: “La administración de la UO dice preocuparse por sus estudiantes y trabajadores, pero esto no se refleja en nuestra remuneración ni en nuestras condiciones de trabajo. Estamos sobrecargados de trabajo, mal pagados y nos dicen que es para nuestro propio beneficio.” Desde que se hizo pública en octubre de 2022, la campaña ha inscrito a 1.300 de los aproximadamente 3.000 estudiantes trabajadores hasta febrero, a pesar de las represalias de la Universidad, incluido el despido de uno de las y los principales activistas.
Estos esfuerzos organizativos señalan el camino a seguir para las y los estudiantes y trabajadores que se enfrentan a las contradicciones del sistema educativo estadounidense.  Mientras la educación sea tratada como una fuente de beneficios y no como un derecho humano, las y los estudiantes-trabajadores estarán sometidos a la precariedad y a entornos laborales de explotación. Los sindicatos de estudiantes universitarios están demostrando que cuando las y los estudiantes-trabajadores se unen para exigir una remuneración justa y condiciones de trabajo razonables, pueden ganar y de hecho ganan.

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